HÁGASELO
USTED MISMO
El “vuelva
usted mañana” con el que Larra denunciaba la desidia y arrogancia de la
Administración española se ha convertido a día de hoy en el “hágaselo usted mismo” y no me venga
dando la lata. Como lo intente, no le recibiré; le pararé en la puerta con un
guardia jurado y un cartel que pone “CITA PREVIA”. ¿Que cómo se obtiene? Pues
vía telemática, con lo que podremos darle fecha pasada la Navidad o bien por un
teléfono entrenado para no contestar y que cuando lo hace es para recitar un
menú en el que casi nunca está el trámite que quiere usted hacer. A veces el
teléfono contesta con rapidez, pero cada número tiene sus caprichos que hay que
conocer; uno suele hacerlo de 7 a 7.10 de la mañana, otro a las 6.45 de la
tarde….
¿Y cómo he conseguido entrar yo a hacer (o mejor
dicho, a tratar de hacer) el último trámite administrativo? Pues por la puerta
y sin cita alguna; sólo por ser mayor de 65 años. Gracias en gran medida al
famoso médico valenciano, a los de mi generación y más allá se nos abren las
puertas sin problema alguno. ¿Una ventaja? Pues sí, pero no deja de ser vestir
a un santo para desnudar a otro, de modo que los más jóvenes se ven castigados
doblemente. De un lado, un servidor: jubilado, sano, atildado y bien dormido,
cobrando una jugosa pensión, con poco o nada que hacer aparte de observar el
vuelo de los pájaros y poseedor de una tarjeta de transporte con la que acudir
casi gratis al lugar. Del otro, una multitud de personas jóvenes con salarios
escasos, limpiadoras y cuidadoras, madres solteras y estresados autónomos que
tienen que dejar sus trabajos (y perder sus honorarios) para esperar sentados
una horita como mínimo para ver su número en la pantalla, mientras el reloj de
la ORA va sumando.
¿Y qué pasa cuando aparece el ansiado número y se
enfrenta uno con el funcionario? Pues, en el mejor de los casos te resuelven el
problema, que de todo hay en el rebaño de las doce tribus. En el peor, te
indican que para hacer tu trámite tienes que completar el formulario 576 y que
este sólo se puede hacer… Exacto: online;
con lo que te envían a casa para que, tengas o no tengas ordenador y conexión a
Internet, seas o no competente digital, te tienes que solventar un formulario
imposible que te pregunta cosas que ni tú ni tu cuñado el listo tenéis ni idea,
para al final cobrarte el total y no obtener el certificado. Oiga, pero, ¿para
qué estoy aquí, en esta oficina? ¿Acaso me manda el cura a casa desde el
confesonario para que confiese mis pecados online?
Esto le ha pasado recientemente a una amiga
perfectamente digitalizada, que tras dos intentos (cobrados por la
Administración) ha tenido que recurrir a un gestor para completar el trámite de
obtener el dichoso formulario.
Oiga, si es muy fácil, me dijo el funcionario con
arrogancia en una ocasión en la que expresé mi impericia. Claro, dije yo: mire,
explique usted a una audiencia las oraciones de relativo en inglés; es muy
fácil; mire, vienen introducidas dentro de la oración principal por un
pronombre relativo (who, which, that...) al que sigue una proposición con su sujeto y verbo, aunque a
veces el pronombre puede ser también el sujeto, en cuyo caso… ¿Lo ve, qué fácil
es?, Pues, ale, adelante.
La pandemia ha acabado de complicar la cosa. Un
amigo fue al Ayuntamiento de su pueblo a solicitar un permiso. Entró y fue
directo al mostrador en el que no había ninguna otra persona. La funcionaria le
interpeló: “¿Tiene cita previa?”, señalando cargada de razón el cartel que
había allí expuesto. “No, pero no se preocupe: me salgo a la puerta, llamo por
teléfono, vuelvo a entrar y así todos cumplimos con el reglamento”.
Y así fue.
Román Rubio
Noviembre 2022