DE
ROPA INTERIOR
Me resulta extraño verme escribiendo acerca de Pablo
Motos, “el periodista valenciano”, como le llaman algunos medios o “el de
Requena” como le llamamos otros. A mí el personaje no me cae bien y nunca veo
sus programas. Ni siquiera vi el que hizo de Felipe González, un tipo que sí me
interesa (en este caso porque no me enteré). El requenense me parece un
individuo poco interesante, que responde, de manera premeditada o no, al
españolito medio tirando a bajo (también de estatura), pretendidamente
graciosillo y algo casposete, que entrevista a gente famosa, gracias a la
tremenda audiencia de su programa, proponiéndoles preguntas rayanas, en ocasiones, en el mal
gusto. Que levante la mano quien no ha sentido vergüenza ajena en algunos
momentos de las entrevistas del galán de la Tierra Bobal, sobre todo a personas
extranjeras. Es por esta razón por la que me sorprendo a mí mismo escribiendo sobre
él y sobre todo haciéndolo en su defensa.
El asunto saltó a las páginas de los periódicos días
atrás. Una campaña feminista llevada a cabo por el Ministerio de Igualdad, de coste superior al millón de euros, saca
una serie de imágenes de situaciones llamémosle machistas o como se viene
diciendo ahora, de la “cultura de la violación”. Entre las situaciones hay una
que se refiere a uno de sus programas en la que el presentador pregunta a Elsa
Pataky si se pone para dormir ropa sexy o cómoda. La invitada explica lo que le
da la gana (como haríamos usted y yo), pero la actriz que la
impersona en la campaña, mira a cámara y comenta: “esto no me lo habría preguntado
de haber sido yo un tío”.
El presentador dedicó parte de una edición posterior
a justificar su postura, y lo hizo (en mi opinión) con razones tan convincentes
como santo Tomás para demostrar la existencia del Creador.
En primer lugar apuntó que la señora Pataky estaba de
promoción de su campaña de ropa interior sexy de la marca Woman’s Secret, lo que, en mi
opinión, contextualiza suficientemente la pregunta de si usa alguno de los
artefactos minimalistas que tan garbosamente exhibe en las fotos y vídeos que
promociona. Pero no para ahí. El de Requena exhibe algunos otros ejemplos en
que lanza la pregunta de la ropa de dormir a hombres que han pasado por su programa, entre
ellos Marc Márquez, Sergio Ramos y al mismísimo Jordi Évole, ciudadano fuera de
toda sospecha erótico-exhibicionista. Ninguno de ellos dio motivo a queja ni
acusación alguna por parte del Ministerio de Igualdad ni de cualquier otro.
Como decía al principio: ¿casposete y graciosillo
representante del españolito medio bajo (también en tamaño)? Definitivamente,
sí. ¿Machista, paladín de la “cultura de la violación”? Pues no; o no en este
caso. Es lo que tiene estar obsesionado con algo. Quien va siempre con la lupa
buscando el garbanzo bajo los ocho colchones, lo encuentra, aunque sea obviando
la calabaza en cama propia.
No vi la campaña de lencería de fantasía que
presentó la Pataky. De este tipo de campañas solo recuerdo la que Maribel Verdú
hizo de jovencita y con la que se empapelaron innumerables paradas de autobús y
de cabinas telefónicas, entonces al uso y que dio tanto que hablar en las
tabernas y otros escenarios de la parte de la humanidad entusiasta del cuerpo
femenino. Imagino la de preguntas y comentarios picaruelos que la chica tuvo
que soportar entonces.
Llámenme machista si así les place, pero con un poco
de esfuerzo memorístico recordarán quizá las campañas que protagonizaron Cristiano Ronaldo o David Beckam haciendo de
hombre anuncio para las colecciones de
ropa íntima CR7 y Armani y el revuelo y alborozo que alcanzaron en ciertos
círculos femeninos y mediopensionistas.
.¿Y por qué Elsa Pataky, Beckam o la Verdú?, dirán
ustedes. Pues porque la publicidad —como el de Aquino— considera que las cosas
del mundo tienen atributos, en mayor o menor medida, y que todas ellas se
aproximan más o menos a la perfección en esos atributos (Tercera vía de los
grados de perfección de santo Tomás); y en el acercamiento a esa perfección, en
lo que a respecta a asuntos de lencerías y otras intimidades, estos personajes puntúan más que, digamos, Rafaela Aparicio o Pepe Isbert, cuyas cualidades se manifiestan
claramente en otros ámbitos: tan cercanos a Dios, si se quiere, pero en otros campos.
Román Rubio
Diciembre 2022.
P.D.
Para encabezar el artículo había seleccionado una foto de Pablo Motos, pero, en
un impulso repentino e injustificado, lo he cambiado a última hora por la que
este escrito preside. Intuyo que se entenderán los motivos.
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