viernes, 4 de agosto de 2023

UN PALETO EN LA CORTE DEL REY ARTURO

 

UN PALETO EN LA CORTE DEL REY ARTURO



Estábamos (mal)acostumbrados a ver a Nadia Calviño manteniendo embelesado con su cháchara inteligente a un corro de hombres con traje gris, y a un Presidente Sánchez moviéndose con soltura en los pasillos de los encuentros internacionales charlando de esto y lo otro con Macron, Rishi Sunak, Biden o Scholz, y trayendo de esos encuentros mejoras notables como la excepción ibérica para las energías y otros suculentos caramelos.

Diríase que habíamos superado el “is very difficult todo esto” del inefable Mariano, el relamido “relaxing cup of café con leche” o el impostado acento tejano al que nos tenían acostumbrados los políticos anteriores, verdaderas nulidades a la hora de la comunicación en foros internacionales y que nos forzaban a admitir como axioma inapelable la “excepción hispana” (que no ibérica, pues ya se sabe que los portugueses siempre nos han aventajado en ese campo). Al parecer, ningún Presidente anterior excepto Felipe González —que se manejaba bastante bien en francés, aunque era nulo en inglés— era capaz de comunicarse en una lengua que no fuera la castellana. Se dice que Calvo Sotelo sí que lo era, aunque fue tan fugaz en el cargo que nadie recuerda haberlo oído hablar en lengua alguna.  

¿Qué es eso de ir hablando por ahí sin intérprete? ¿Se trata acaso de otro signo de decadencia imperial y un insulto a las sagradas tradiciones hispanas? ¡Que aprendan ellos español, hombre! ¿Qué ha sido del preciado legado de Paco Martínez Soria, Lina Morgan, Sarita Montiel, el Alfredo Landa de Vente a Alemania Pepe o el Sacristán de Lo verde empieza en los Pirineos? ¿Adónde ha ido a parar la Ramona de Fernando Esteso, el flamante tractor amarillo y esa pareja de viejos que van camino de Albacete? Miren, lo máximo que estamos dispuestos a aceptar en beneficio del cosmopolitanismo son las bromas del Gomaespuminglish, que aquello sí que era divertido: “Gomaespuminglish, lección para lechones. Lechon uan”. Ahí sí que nos reíamos. Eso era diversión de la buena, sin nada de la afectación de estos listillos pretenciosos.

Había que invocar a las fuerzas patrias y el mismísimo Sánchez convocó elecciones, y los españoles (con la acostumbrada excepción de catalanes y vascos), nostálgicos de aquellos tiempos, votaron mayoritariamente a un tipo que dice Bruce Sprintrer cuando habla del Boss, Kevin Klein para referirse a sus calzoncillos de los domingos y Guchi a la marca del bolso de su señora, lo que me recuerda a aquel puesto del mercadillo de mi barrio que para anunciar las rebajas de noviembre puso el cartel de “Blas Fraile”. En fin, ¿qué se puede esperar de un tipo que dice que George Orwell escribió su famosa distopía ¡en 1984!?

Sé que algunos no lo ven así, y me pregunto por qué ven normal que se exija un nivel alto de inglés para cualquier trabajo de cierta proyección internacional (y a veces hasta comarcal, por aquello de sacar pecho ante los del pueblo de al lado) y no lo hagan para el máximo representante del Estado, que tiene que estar lidiando asuntos con otros dirigentes que, ellos sí, hablan inglés con fluidez.

¿Imaginan a Luis Vives, Erasmo de Rotterdam, Guillermo de Ockham o Copérnico siendo incapaces de comunicarse en latín? Claro que la excepción de la regla es el caso de nuestro San Vicente Ferrer. Ese sí, que “predicando siempre en su ‘lengua valenciana’ era comprendido por castellanos, franceses, vascos, italianos del Piamonte y Lombardía…”, pero, claro, se trataba de un santo y los santos pueden hacer milagros. No tengo claro que el ilustre lucense pueda hacer con el gallego lo que Vicente consiguió con el valenciano.

Román Rubio

Agosto 2023 


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