PROCUSTO
Y PISA
Procusto es aquel personaje de la mitología griega
representado en ocasiones como un gigante que vivía en una casa aislada en las
montañas de Ática con su esposa Silea. Allí acogía a viajeros de paso y les
ofrecía cobijo. Si eran más largos que la cama les aserraba los pies, las manos
y lo que hiciera falta y a los pequeños los descoyuntaba hasta que se adaptaban
a la medida. Al final, Teseo, con engaños acabó con él dándole de su propia
medicina, pero eso es otra historia.
De igual manera nos conducimos los humanos en cuanto
a idearios se refiere. Cualquier cosa que acontece debe adaptarse a la
hipótesis preconcebida y ajustarse al marco doctrinal propio, como el viajero a
la cama del desalmado posadero. No me digan que no reconocen el síndrome: en
cualquier reunión de amigos, familiares, compañeros de trabajo o miembros del
club de lectura, sabemos de antemano que pensará cada uno del grupo, se trate
de inmigración, turismo, clima, economía, geopolítica o delincuencia. Cada cual
se manifestará según lo previsto, no vaya
a ser que el pensamiento libre, como explicó Erich Fromm, nos ponga a la
intemperie, fuera del rebaño.
Hace unos días salió el resultado de las pruebas
PRISA, ese test al que se someten los países de la OCDE para conocer la salud
del sistema educativo midiendo competencias en escritura, matemáticas y
ciencias a escolares en el año previo al bachillerato.
Como de costumbre, España obtuvo un resultado mediocre.
Había caído algo (pandemia de por medio) pero no tanto como otros países del
entorno. Había, eso sí, una novedad inquietante: el País Vasco y, sobre todo,
Cataluña habían experimentado una bajada brutal. Esta última (Cataluña) se
sitúa muy por debajo de la media española, en el puesto número 14 de las autonomías,
solo por delante de Castilla-La Mancha, Andalucía y Canarias. Hasta aquí, los
hechos.
¿Y cuál ha sido la lectura de los mismos? Pues,
previsible:
—Para los del PP, Vox y demás peñas del espectro
conservador y tradicionalista la culpa es del bilingüismo por un lado y del
abandono de la excelencia por otro.
¿Cómo va a aprender lo mismo un chico manejando una lengua que dos? Y, ¿cómo
vamos a sacar buenos resultados si bajamos contenidos e igualamos por abajo?
—Los catalanistas (separatistas o no) argumentan que
la culpa la tienen los inmigrantes, como se apresuró a decir el Secretario de Políticas Educativas Ignasi
García, desmentido (o matizado) al día siguiente por la Consellera del ramo.
Claro, que había que tener en cuenta que Madrid, con un número de inmigrantes
similar, quedó arriba, en el cuarto lugar, muy por encima de Cataluña. La razón
del Procusto catalán fue que en Madrid los inmigrantes son mayoritariamente hispanos
y en Cataluña africanos y asiáticos. También se quejaban los responsables catalanes
que los chicos que reciben la escuela en catalán están sometidos luego a un gran
input de castellano e inglés por los
medios de comunicación y redes sociales, lo que crea disfunción.
Los partidos de izquierda salieron a la palestra
para atribuir a la pobreza y las situaciones familiares precarias la causa del
descalabro, obviando conscientemente el hecho de que pobreza e inmigración están
fuertemente correlacionadas, mientras los sectores católicos militantes
aseguran que la causa está en la “falta de valores” que impera en la escuela
pública.
¿Y los sindicatos?, ¿qué dicen los sindicatos? Pues,
como pueden anticipar, estos atribuyen al fiasco a la ratio de alumnos por
aula, que en Cataluña es mucho mayor que en las regiones de resultados buenos
como Castilla-León, Asturias o Cantabria, de población más dispersa.
Como ven, cada cual cita y omite aquello que no
cuadra con su ideario, pero, ¿y si tuvieran razón todos juntos y ninguno por
separado?
Veamos: Castilla-León, Asturias y Cantabria, que han
obtenido los mejores resultados tienen en común varios factores (y sigo el
análisis que encontré en el periódico que leo a diario, de tendencia
socialdemócrata):
Tienen poblaciones relativamente pequeñas (el 7% de
España entre las tres), las tres cuentan con pocos alumnos extranjeros, que
suelen sacar peores resultados (un 7.6% en Castilla-León por un 15.7% en
Cataluña), las tres comunidades tienen en común estar bien financiadas por el
estado e invierten entre un 15% y un 20% por alumno, por encima de la media, y
cuentan con una ratio de alumnos inferior a la media española, sobre todo en la
escuela pública, que es la que da servicio al área rural. ¡Ah!, y el diario al
que aludo ha olvidado señalar (¿intencionadamente?) que son comunidades monolingües
(en su sistema educativo, al menos), lo que quedaría muy feo señalar en el
rebaño socialdemócrata.
Ya ven, Procusto siempre ajustando a los peregrinos para amoldarlos al tamaño de la cama.
Román Rubio
Diciembre 2023
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