LAS CARAS DE LA VERDAD
La verdad se entiende como
la coincidencia entre lo que se expresa
y los hechos ocurridos. La mentira es el
primer y más abyecto enemigo, pero no el único, ya que esta (la verdad) puede
ser ocultada, deformada, ampliada, omitida, disimulada, adaptada, amputada,
devaluada y muchas otras cosas. Y ocurre a diario. También en la prensa, en el
reputado mundo de los medios de comunicación serios.
No me refiero a la expresión
de bulos tales como el envenenamiento de
las estelas de los aviones o timos de Brad Pitts y maduros militares americanos
que se enamoran de mujeres mayores y les levantan la pensión para pagarse herencias o tratamientos caros que
les permitan acudir a Paraíso de Tajuña
a vivir una historia de amor, no. Eso corresponde al territorio de la burda
mentira, de las redes sociales, fuera de la sofisticación de los medios
“serios”. Me refiero a sutiles tratamientos de la información destinados a
generar opinión.
Pondré un ejemplo: hace unos días se produjo un ataque de las fuerzas ucranianas a la ciudad ocupada de Donetsk provocando una masacre, con el resultado de 27 personas muertas y un número indeterminado de heridos. El titular en prensa esperado y respetuoso con la verdad debería haber sido:
Ucrania provoca
una masacre en Donetsk al bombardear un mercado.
Pero, alto ahí, ¿los
ucranianos no son “los buenos”? ¿Cómo hacerles el sujeto de la oración
convirtiéndoles así en responsables de la matanza? El diario El País lo tituló
del siguiente modo:
Rusia acusa a Kiev de una masacre de civiles en la
ciudad ocupada de Donetsk, ilustrado con una foto de
cuerpos mutilados tendidos en el suelo.
De este modo, el sujeto de
la oración pasa a ser Rusia (“los malos”), seguido del verbo “acusar”, que no
hace sino restar verosimilitud al hecho de la autoría. ¿Es mentira el enunciado?
No. ¿Es relevante? En absoluto. Los rusos, los senegaleses y los malayos pueden
acusar a los ucranianos o a quien quieran, pero la noticia no es a quien acusan
sino quien ha hecho la acción.
Todos sabemos que a Caperucita se la comió el lobo en su paseo por el bosque. La noticia es: El lobo se comió a Caperucita en el bosque, y no: Vox acusa al lobo de comerse a Caperucita en el bosque. Sí, ya sabemos que la acusación del concejal de Vox del pueblo, presidente de la sociedad de cazadores y poco amigo de lobos y otras alimañas es poco fiable, pero ese es precisamente el propósito del titular: restar credibilidad al hecho y sembrar la duda. El protagonista, ejecutor de la acción y por lo tanto acreedor de ser el sujeto de la oración no debe de ser Vox ni su concejal, sino el lobo; y el complemento directo (aunque involuntario), la pobre Caperucita.
Y ¿cómo titularon la noticia el resto de periódicos? Pues, de manera similar a la tribuna socialdemócrata
LA RAZÓN. Rusia acusa a
Ucrania de causar 27 muertos en un ataque a un mercado de la ciudad de Donetsk.
CRÓNICA. El Kremlin acusa
a Kiev de masacre de civiles en la prorrusa ciudad de Donetsk.
EL MUNDO. Rusia acusa a
Ucrania de causar 27 muertos en un mercado en la ciudad de Donetsk.
En fin, ya ven cual es el “relato”
del acontecimiento hecho por los periódicos nacionales. ¿Todos? Bueno, hubo uno
(PÚBLICO) que sin ser sospechoso de connivencia con las tesis de Putin
tituló: Ucania, nerviosa ante la ofensiva rusa y el desplome de la ayuda
occidental, ataca a civiles y áreas residenciales.
Quítenle al titular la frase
de aposición —entre comas—, añadida para aminorar el efecto, y queda: Ucrania
ataca a civiles y áreas residenciales. Que es lo que ocurrió.
Ya ven, mentiras no son,
pero sí pequeños mensajes que, como la gotita de la cueva va haciendo un hoyo
en el suelo. Y, con los años, una estalactita.
Román Rubio
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