miércoles, 20 de mayo de 2015

¡TÚ TAMBIEN, BRUTUS!

¡TÚ TAMBIEN, BRUTUS!



Muerte de César y beso de Judas

“Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto”
Proverbio chino

La traición es el quebrantamiento de la lealtad o fidelidad, a algo o a alguien. Puede ser a la Patria, a las instituciones o a las personas. Para Dante, es el peor pecado que puede cometer un humano, merecedor del último círculo del infierno y que conlleva el ser devorado por el mismo Satán. Allí, en aquella tenebrosa profundidad el traidor podrá alternar con los ilustres maestros del oficio, que para el autor florentino eran Brutus y Casio por la traición a Julio César y Judas por hacer lo propio con Jesucristo.

El caso de Brutus es particularmente señalado. Para algunos, hijo de Julio César -al ser hijo de la amante de éste, aunque las fechas hacen imposible la paternidad del caudillo- Brutus había obtenido ya la clemencia del dictador vitalicio tras haberse unido a Pompeyo (enemigo del César) en su guerra particular por el poder de Roma. Tras el perdón, César lo nombró gobernador de la Galia  y posteriormente, pretor. De ahí, la enorme decepción del Dictador al verle envuelto en los idus de marzo. Para ser tan terrible el castigo (que propone Dante) debemos anotar que, tanto Brutus como Casio lo buscaron con decisión, adelantando la cita con Satán por medio del suicidio. En cuanto a Judas, habríamos de tener en cuenta el razonamiento que hizo Borges al respecto: si la muerte de Jesucristo fue requisito indispensable para la Redención humana, Judas, como facilitador de la misma, debería ser considerado héroe y no villano.

Si Dante consideraba la traición como la peor ofensa, el peor pecado que puede cometer un humano, otro florentino, Maquiavelo, expresaba todo lo contrario, considerando la misma algo necesario e inherente al mundo de la política.



No me interesa la traición como quebranto a la Patria y las instituciones. Eso lo dejo para otros, gustosos de vestirse con banderitas y bailar al son de los himnos. Prefiero centrarme en los traidores a las personas, aunque a veces ambas cosa sean lo mismo, o casi.

Además de los grandes (Brutus y Judas), otros han pasado a la infame historia por sacar la daga contra el amigo. Robert Ford mató por la espalda a Jesse James, el famoso forajido, lo que provocó su propia muerte ya que Jesse sería vengado por un compadre. Efialtes de Tesola traicionó a Esparta en beneficio de los persas indicando a éstos el paso para atacar a su propio pueblo. Karel Curda delató el paradero de los autores de la muerte por atentado de Heydrich (el Carnicero de Praga), lo que pagaron con su vida, al igual que el delator, que sería ejecutado tras la II Guerra Mundial y, por supuesto, Audax, Ditalco y Minuro, los socios de Viriato en sus guerra con los romanos, que apuñalaron al valiente caudillo lusitano por un puñado de monedas que no cobrarían, dando la oportunidad al romano de pronunciar la afortunada frase: “Roma no paga traidores”.


 
Robert Ford y Karel  Curda

El escenario actual español nos proporciona casos notorios y hermosísimos de traición con consecuencias, a veces, decisivas. Veamos.

Tamayazo. Junio de 2003. La Asamblea de Madrid estaba reunida y preparada para, por medio del pacto entre PSOE e IU, devolver el gobierno de la Autonomía a la izquierda tras unos años de gobierno de Gallardón. En el momento de la votación, dos diputados del PSOE desaparecen. Eduardo Tamayo Y Teresa Sáez, que habían sido vistos en el edificio esa misma mañana, no se personan en sus escaños en el momento de la verdad. Alguien les ha visto subir en un taxi momentos minutos antes. Gran nerviosismo en la sala. De manera casi irregular se consigue un receso de diez minutos en la sesión. No sirve de nada. La votación se produce y Esperanza Aguirre consigue el liderazgo. La traición ha sido consumada y en Madrid gobierna la derecha.


Vicente Vilar, industrial de Castellón denunció a su amigo, patricio provincial y Presidente de la Diputación Carlos Fabra por cobrar cantidades millonarias a cambio de favores políticos. La amistad entre ambos venía del acercamiento entre sus respectivas mujeres que, lo crean o no, se habían hecho amigas por coincidir en la misma verdulería del mercado. La consiguiente bronca del industrial con su mujer (ahora ex) por la que Vilar resultó encarcelado en 2007 con cargos de agresión sexual, secuestro y robo propició el caso de “mujeres codiciosas” en su origen que dio, 10 años después, con los huesos del preboste en la cárcel. Como dijo el propio Vilar en el juicio: todo pasó “porque un día aparecí con una brasileña”.

Tratamiento aparte merecen los dos singulares caso de la grabadora:



 En noviembre de 2007 el exconcejal de Majadahonda José Luis Peñas se presentó en los juzgados de Plaza de Castilla, en Madrid, estando “casualmente” de guardia el juez Garzón, con nueve horas de cintas grabadas a un tal Correa y sus colaboradores departiendo entre sí y con diferentes cargos del Partido Popular. El caso Gürtell había sido abierto y con él el terremoto que afectaba a la cúpula del partido – bueno, en realidad sólo al tesorero, ya que los demás, los de los sobresueldos, salieron de rositas-, acabó llevándose por delante al juez instructor e hizo dimitir a Camps por el asunto de los trajes de su “amiguito del alma”. Pecata minuta.





Recientemente, otro “amigo” y protegido del preboste, otro Brutus, le jugó la misma pasada al marrullero Presidente de la Diputación de Valencia. Con grabadora profesional, Marcos Benavent, gerente de Imelsa, empresa pública de la institución provincial se había dedicado por un largo tiepo a grabar conversaciones comprometidas y comprometedoras a su jefe con el ánimo –obviamente- de usarlas un día. Ese día llegó y así hemos podido escuchar el ruido de los billetes cuando se les baraja en un coche y otras perlas que nos quedan por oír, según se vayan desvelando. El delator se encuentra desaparecido por miedo a las represalias mafiosas. Ingenuo. No sabe que el peligro, en esas circunstancias, se tiene en el momento de haber sido descubierto y antes de haberlo hecho público. La publicidad del hecho es el seguro de vida del delator.
Y es que, como dijo Shakespeare, “hay puñales en la sonrisa de los hombres; cuánto más cercanos son, más sangrientos”. Y si no hay puñales, cuidado con las grabadoras, que pueden ser tan peligrosas, o más.

Román Rubio
#roman_rubio
Mayo 2015

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