martes, 15 de septiembre de 2015

EL EJE DE LA PROSPERIDAD

EL EJE DE LA PROSPERIDAD

¿Que no recuerdan qué es el Eje de la Prosperidad? Pues yo les haré memoria: en 1994, Esperanza Aguirre, Presidenta de la Región de Madrid, Francisco Camps de Valencia y Jaume Matas de Baleares escenificaron un pacto de humo en el castillo de Bellver, en Mallorca. Las tres regiones del PP “en sintonía total” según palabras de los actores declararon con pompa, circunstancia, bonhomía y un enorme cinismo –propio de los personajes- el “eje de la prosperidad Madrid-Valencia-Baleares”, que respondía a “unas intensas relaciones económicas y comerciales, generadoras de bienestar y riqueza”. Los cimientos habían sido puestos gracias la hercúlea acción del Gran Chamán Aznar que graciosamente había dejado el timón de la nación mientras provocaba con mentiras de desiertos lejanos y montañas remotas el fracaso electoral del delfín Rajoy  y el advenimiento de José Luis Rodríguez Zapatero, El Incapaz (aunque bienintencionado).


La evolución de los tres personajes es bien sabida: Jaume Matas acabó con sus huesos en la cárcel, Camps salió absuelto de corrupción por una ajustada victoria de cinco votos a cuatro de un tribunal popular y Aguirre... bueno, ella no se ha visto implicada en procesos judiciales; sólo sus lugartenientes (prácticamente todos ellos).

Pero ¿cuál era el verdadero motivo que impulsó a estos relevantes personajes a impulsar una iniciativa tan vacua, huera e inútil como la mismísima Alianza de Civilizaciones? El propósito de los iluminados próceres era, ni más ni menos, que contrarrestar otra iniciativa, esta presentada por quién en aquel momento ostentaba el cargo de President de la Generalitat de Cataluña, el socialista Pascual Maragall.

Maragall, tratando de impulsar el Eje Mediterráneo (entre otras cosas) presentó por aquellas fechas la iniciativa de creación de una euroregión que, además de Cataluña, diera cabida a Aragón, Valencia, Baleares, Languedoc Roussillon y Midi-Pyrénées. Por supuesto, la iniciativa propició el rasgado de vestiduras de los entonces todopoderosos barones peperos. La idea la proponía alguien que se parecía al diablo más que el mismísimo Mike Jagger: nada menos que era socialista y catalán. Ahí es nada. 

El hecho de que la reclamación central de la euroregión fuera la realización del Eje o Corredor Mediterráneo que uniría por ferrocarril de ancho europeo nuestros puertos con los corredores del Ródano, el Rin y los puertos de Hamburgo, Roterdam y el Báltico parecía no tener tanta importancia como el hecho de una prosperidad basada en la construcción y la proyección de innumerables campos de golf con viviendas que debían ser adquiridas con abultados préstamos que proporcionaban mayoritariamente las Cajas (Bancaja, Caja Mediterráneo, Caja Madrid…), para lo que éstas pedían el dinero prestado al exterior, creando una gigantesca bola de nieve de patio de Monipodio.

Y bien: ¿a qué viene ahora todo esto, estas viejas historias de individuos denostados y fuera de la sociedad? Bueno, excepto Esperanza, que aunque algo disminuida ella y asediada por agentes de movilidad, sigue en el candelero. Pues viene a cuento de una entrevista que mi amigo Ciro Cavero me comentó que había escuchado hace unos días en una emisora valenciana al Presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, señor José Vicente Morata. En dicha entrevista, según relato de mi amigo, el empresario expresó una y otra vez la necesidad urgente de la infraestructura que hace sólo unos pocos años la misma Cámara, como todas las asociaciones empresariales de esta región había menospreciado. Por varias razones: en primer lugar porque en aquella época el empresariado valenciano estaba en lo que estaba: en el dinero inmediato, como los pisos: hoy cien mil, la semana que viene doscientos mil y la historia de vías europeas y conexiones era cosa de estrategas desapegados de la pasta gansa, pero sobre todo, lo que  les hacía ignorar la iniciativa es que esta provenía de Cataluña y eso, para nuestra cúpula empresarial es anatema. Para ellos, lo de los vecinos del norte resulta igual que a los portugueses lo de España: “De Espanha nem bom vento nem bom casamento”. Y ni les va excesivamente bien a los lusos ni a nosotros.

Román Rubio
@roman_rubio
Septiembre 2015 

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