BOXEO
Michael Robinson es un tipo muy popular. Fue futbolista, el típico delantero de poca
floritura presto a rematar cualquier cosa que pasara por el área -se tratara de
un melón, un obús o un balón-; con la cabeza, con el pie, con la nuca o la
rodilla con tal que fuese a puerta, primero con el Liverpool y luego con
Osasuna. El programa de radio que hace en la SER (acento Robinson) cubre
aspectos humanos del deporte; personajes o situaciones de las que no se ocupan los telediarios.
En uno de sus
últimos programas presentaba una entrevista con Antonio el Bigotes, un tipo de
Sevilla, regidor (o propietario) de un gimnasio en el que acoge, entre otros, a
muchos a chicos de las 3000 viviendas, gente
con historia de broncas, drogas, prisión…y que daban su testimonio de
agradecimiento al Bigotes y al boxeo en general. Hasta había testimonio de chicos
y chicas sordociegos –el hecho de que personas sordas y ciegas puedan
aficionarse a una actividad que consiste en darse mamporros es algo que se me escapa,
pero ¡hay tantas cosas que se me escapan!-… Todos ellos ponían de manifiesto
algo en común: la liberación y el sentido que el boxeo (y el Bigotes) añadían a
sus vidas.
Es la vieja
historia tantas veces vista. Gente desfavorecida, pobre por lo general, que
encuentra en el intercambio de golpes la salida –quizá la única- que, a falta
de otras habilidades, tiene a mano. Es
la historia de un Rocky de andar por casa o la de juguetes rotos como Toro
Salvaje, Jake LaMotta, Huracan Carter, Mohammed Alí, Million Dollar Baby y
tantas otras. Es la historia de la liberación por el mamporro, similar a la de
los niños de las favelas con el balón y los muchachos que en los años cincuenta
saltaban a los recintos de las ganaderías taurinas de España con un trapo rojo
y un palo.
En pocos
lugares del mundo se ha visto el boxeo
como una oportunidad como en Limerick (Irlanda), la tierra de Frank McCourt en
su “Angela’s
Ashes” (Las cenizas de Ángela). O, mejor dicho, en EEUU para los jóvenes
irlandeses de 1850 en adelante. Tras la Gran Hambruna de 1845-1849, casi la
mitad de la población de la empobrecida Irlanda se vio forzada a emigrar a las
zonas industriales de Inglaterra y, masivamente, a los EEUU, ocupando barrios
enteros de lugares como Boston o Nueva York. Algunos consiguieron hacerse
policías o bomberos en la segunda generación; para los otros quedaron los
trabajos más duros y peor pagados. Eso, y… el boxeo. Los irlandeses eran
fogosos, duros, buenos encajadores, eran bravos y estaban dispuestos a romperse
la crisma por un puñado de dólares. Muchos de ellos venían de Limerick, como
Sean Thornton, “El Hombre Tranquilo” de John Ford, interpretado por John Wayne,
que vuelve a la bucólica Irlanda de la que salió a los doce años para curarse
una herida de ring y descubrió que el país soñado no era tan bucólico como
había imaginado.
John L Sullivan “Strong Boy”
El personaje
de Sean Thornton era,
en realidad, un tributo a un puñado de bravos irlandeses como Paddy Ryan, que
en 1880 ganó a Joe Gross (campeón inglés), tras 87 asaltos a puño desnudo el
primer campeonato oficial de EEUU para
perderlo dos años después (1882) contra otro irlandés, un coloso, enormemente
popular en su época y primer deportista americano en ganar un millón de dólares:
John L. Sullivan
(Strong Boy).
El irlandés de
Boston fue campeón con las Reglas de London
Prize Ring (boxeo profesional sin guantes) y con las normas
del Marqués de Queensberry (con guantes, rincones y tiempos marcados más o
menos como conocemos ahora). Aunque gustaba de pelear en cualquier lugar en que
alguien aceptara intercambiar golpes y hubiese una bolsa de dinero por medio, su
pelea más famosa fue sin duda en la que derrotó a otro irlandés: Jake Kilrain.
Tuvo lugar el 18 de julio de 1889 en Richburg (Mississipi). En aquel evento
ilegal celebrado tras sobornar al sheriff local con 200 dólares, Kilrain saltó
al ring fresco y Sullivan con pinta de haber pasado la noche bebiendo. En el
cuarto asalto Sullivan tenía una oreja colgando y Kilrain los ojos semicerrados
por los golpes. La cosa empezaba a pintar mal para el de Boston y en el asalto
44 Sullivan empezó a vomitar y dio la orden a su preparador que no le diera más
té con whysky en los descansos porque “el té le sentaba mal”. A partir de ahí le
dieron whysky solo. Acabó la botella y ganó el combate. En el asalto75, y tras
más de dos horas y cuarto de pelea, el preparador de Kilrain tiró finalmente la
toalla. Finalmente perdió el título de campeón por KO en el asalto 21 contra el
californiano James J Corbett
(Gentleman Jim), personaje curioso,
con estudios universitarios y carrera teatral, llevado a la pantalla por Errol Flynn.
William Aimer
(1812-1840) era el mayor de quince hermanos de una familia de gitanos (travellers) irlandesa. Empezó a boxear
a los quince años. Gano todas las peleas, la mayoría por KO, excepto la última,
contra Bartney Connolly (otro gitano) en que cayó a la lona y nunca más se
levantó. Su rival (Connolly) nunca volvió a boxear.
Jimmy Barry (1870-1943)
también vivió su historia trágica. Conocido como The Little Tiger, el irlandés de Chicago (los irlandeses, como los
de Bilbao, son de donde les da la gana) fue campeón de los pesos gallos y uno
de los cinco luchadores de la historia del boxeo que se retiró sin conocer la
derrota. En la disputa del título, en diciembre de 1897, en Londres, su rival, el inglés Croot
resultó muerto en el combate al golpearse la cabeza al caer a la lona (o lo que
hubiere en el suelo, en la época).
James Braddock
se especializó en ganar peleas en las que no era el favorito con lo que se ganó
el apelativo de Cinderella Man (el Cenicienta). Teniendo las apuestas diez contra
uno ganó en 1935 el campeonato del mundo de los pesados a Max Baer, lo que
constituyó el mayor fiasco en las apuestas desde que Corbett ganara a Strong
Boy Sullivan.
Cinderella
Man, Jimmy Elliot y Jack Dempsey
Simon Byrne “The Emerald Gem”, John H Clark (Professor),
bailarín de “clog dancing” (baile
zapateado irlandés) antes que boxeador, Mike Cleary, “Sailor” Tom Sharkey y, ¿como no? Jimmy Elliot y el gran Jack Dempsey.
Jimmy Elliot era tramposo,
fuerte, ágil, poco disciplinado y muy agresivo, dentro y fuera del ring. Fue
arrestado dos veces por robo a mano armada y lesiones con intento de homicidio.
Murió tiroteado en un saloon de
Chicago en 1883.
Jack Dempsey (1859-1983) nació en Manassa (Colorado) y a los
dieciséis años recorrió los EEUU desde las Rocosas al Este subiendo y bajando a
los trenes de mercancías como tantos vagabundos. Para sobrevivir, luchaba. Se
dice que entraba en los bares y decía: “no sé cantar, no sé bailar, pero puedo
tumbar a cualquier tipo de este garito. ¿Apuestan?” Llegó a Nueva York, se dio
a conocer, ganó el título de los pesados y se convirtió en uno del Top Ten.
Las historias son innumerables. Después llegaron los italianos, algunos muy
buenos, como Jake LaMotta y Rocky Marciano, los hispanos Roberto Durán, Carlos
Monzón y sobre todo los negros - Joe Louis, Frazier, Cassius Clay, Tyson,
Holyfield-…que coparon los títulos de los grandes pesos. Pero eso es otra
historia. Historia alejada de Harvard, Princeton y Sillicon Valley, pero
historia. Como la de Irlanda, o los barrios de Sevilla.
Román Rubio
@roman_rubio
Diciembre 2015
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