MINDFULNESS
Los asuntos
lingüísticos son temas recurrentes en este blog. Cada uno de nosotros tiene sus
manías y temas favoritos. La lengua es uno de los míos; y dentro del asunto
lingüístico, dos aspectos: el aprendizaje de las lenguas extranjeras
(de-formación profesional) y la permeabilidad de las lenguas –el contagio del
inglés en tierras del español y otros fenómenos virales-. El último artículo de esta temática lo escribí
en diciembre y lo llamé “Memes”, siendo
que fue el año pasado cuando aprendí la palabra, aunque, como expresé, proviene
de la obra “The Selfish Gene” que
publicó Richard Dawkins en los sesenta.
En el artículo
de diciembre anoté cómo habíamos aprendido en los últimos años (o habíamos
integrado en nuestro vocabulario palabras que conocíamos ya del inglés) como coworking, spoiler, selfie, hashtag, fracking o cameo, siendo ésta última de origen equívoco, ya que nada tiene que
ver con cama (que tendría cierto morbo) sino con cam (cámara) –que no tiene ninguno-. Hablé de cómo los emoticonos, tan expresivos ellos, han
pasado a formar parte importante del discurso diario se trate de un hipster, un friki o persona normal.
Hay tres palabras
que se han puesto de moda y de las que quiero hablar. La primera es procrastinar. Por alguna razón (bueno,
por la de siempre -la influencia del inglés-), cada día se oye más; y se oye a
muchas personas a las que se les llena la boca con el vocablo. Tiene todas las
de ganar: es difícil de pronunciar (¡esa segunda “r”!), tiene raíz latina, con
lo que suena culta y su uso proviene del inglés; significa aplazar o diferir y
ya tiene sus añitos, puesto que entró en el diccionario de la RAE en su edición
de 1992 (el año que murió Camarón). Otra es implementar:
“poner en funcionamiento, aplicar métodos medidas, etc. para llevar algo a cabo”.
También incluida en la edición del 92, abarca y sustituye a una variedad de
verbos o perífrasis como llevar a cabo, realizar, introducir, dar a conocer…y
la tercera es resiliencia: “capacidad
de adaptación de un ser vivo ante agentes perturbadores o adversos”. Esta es
más nueva. Su aparición en el diccionario no ocurrió hasta 2014, aunque parezca
que haya estado toda la vida con nosotros; y esto es así porque se usa mucho en
los campos del marketing y sobre todo
del coaching, fenómeno que está
influyendo enormemente en el lenguaje y en las modas y costumbres. Del mismo
campo viene una expresión devenida enormemente popular: zona de confort. También importada del inglés y proveniente del
mismo mundo, se refiere a ese lugar acomodaticio en que las personas se sienten
cómodas no asumiendo riesgos.
Qué duda cabe
que el marketing-coaching y la autoayuda se complementan, se entremezclan, se
superponen y se solapan en gran manera y tanto es así, que han entrado en
nuestra lengua otras dos expresiones que resulta difícil determinar si
provienen de un campo o de otro: una es mindfulness,
que podríamos traducir como “conciencia plena” y se refiere, en psicología, a
la disposición mental a concentrarse en lo que se está viviendo en el momento e
intenta atajar la perversa disposición humana de ocupar la mente con malos rollos
del pasado, lo que ensombrece nuestras vidas, o con miedos o malas expectativas
de futuro, lo que dificulta disfrutar del momento. Al fin y al cabo, como dijo
John Lennon, “la vida es eso que se nos escapa mientras estamos haciendo planes”.
Para ilustrar
el concepto de “mindfulness” leí ayer
en el diario una, al parecer conocida, manera de explicarlo. Una psicóloga se
dirige a una audiencia con un vaso con una cierta cantidad de agua. La
audiencia, al momento, intuye que la profesional les va a interpelar a propósito
de si ven el vaso medio lleno o medio vacío. La pregunta, en cambio, es otra: “¿cuánto
creen ustedes que pesa el vaso?” Las respuestas de la audiencia varían entre
100 y 500 gramos. La psicóloga, entonces les habla de que sostener el vaso un
minuto no supone ningún esfuerzo, hacerlo una hora puede causar el
entumecimiento del miembro y hacerlo veinticuatro horas seguidas provocaría un
problema orgánico grave. “De la misma manera actúan en nuestra mente los
malos recuerdos o los miedos por el futuro”. Una manera elegante y clara de
explicar el concepto por un procedimiento al que muchos han dado en llamar storytelling (y ahí quería yo llegar); otra
palabra que se nos ha colado vía marketing, que ha empezado a tomar presencia
en boca de muchos y que se refiere al
hecho de crear una historia que venda un producto en vez de invitar
directamente a la compra del mismo.
Román Rubio
Mayo 2015
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