A FLOR DE PIEL
Los nervios
están a flor de piel; siempre lo han estado en este país. Algunos animalistas
transgreden el umbral del buen gusto y hasta de la decencia en sus insultos
hacia los taurinos aprovechándose de manera vil de la muerte trágica de un
torero para el escarnio de éste y de su familia y los taurinos quieren
enviarles a los yihadistas del twitter
a la Guardia Civil. ¡Pero, bueno, ¿dónde se ha visto que desearle la muerte a
alguien y expresarlo en voz alta sea objeto de persecución policial y judicial?!
Si cada vez que un español le ha dicho a otro en un bar “me cago en tus
muertos” hubiera tomado parte la Guardia Civil y hubiera llegado a un juzgado no
habría habido agentes para perseguir al Lute (que costó lo suyo) ni jueces para
procesar y encarcelar a Fabra (que costó aún más). Un poco de sentido común,
por favor: si te dedicas a matar toros profesionalmente debes aceptar que vas a
ser odiado por mucha gente; amado por muchos, pero odiado también por otros
tantos con lo que, como los árbitros de fútbol, tienes que tener anchas
espaldas y oídos sordos. Y si buscas insultos en la Red, seguro, pero seguro
que los vas a encontrar; luego, ¿qué sentido tiene escanear el ancho mundo
virtual para encontrar el insulto hiriente? Tengo la misma impresión que cuando
aquella mujer fue al cuartel de la Guardia Civil a denunciar a su vecino por
escándalo público porque éste se duchaba desnudo en el jardín de su propia
casa. El hecho de que la mujer, para verle, tuviera que subir adrede a la
olvidada buhardilla y ponerse de puntillas en la ventana a la hora del baño del
descocado vecino no parecía disuadirla de la creencia de que el muy libertino
lo hacía sólo para escandalizarla. Es fácil: si eres torero, muchos te
insultarán y como hay mucho malasombra, intentarán hacerlo cuándo y dónde más
daño hagan. Y la Guardia Civil y los juzgados están para cazar (o prevenir de)
violadores, ladrones (de cuello blanco y azul), asesinos, borrachos al volante,
maltratadores y asesinos; no para perseguir el mal gusto.
Otro ejemplo
de azuzar los perros al muñeco por parte de los iracundos españoles ha sido el
reciente caso del cantante de Def con Dos, César Strawberry. Parece ser (y el
hecho me sorprende) que la inaudita elección del nombre artístico del sujeto no
ha tenido nada que ver en el proceso sino los (otra vez) irrelevantes tuits. El
artista total (como así se autodefinía o le definía alguien, que no recuerdo
bien) había osado expresar sarcasmo ante la figura del tristemente secuestrado
por ETA Ortega Lara al unirse éste a la formación política Vox o decir de
Esperanza Aguirre que su “fascismo” le hace “añorar hasta a los GRAPO”,
poniendo en ese “hasta” la carga sarcástica de quién compara Guatemala con
Guatepeor y refiriéndose a “ella”, la misma que sin empacho alguno y con
motivos estrictamente de interés
político personal había relacionado a Podemos –y de paso a Carmena (que pasaba
por allí)- con ETA; así, como es ella, sin despeinarse. Afortunadamente ni
Podemos presentó denuncia en el juzgado contra la intrépida abuelita motorizada
ni parece que el juzgado vaya a dar al ínclito Strawberry algo más que un tirón
de orejas (fingers crossed).
Parece ser que
quien más sentido común ha demostrado en este affaire ha sido el multidisciplinar, nihilista y surrealista personaje que aseguró cuestionar su entorno
“desde el humor, el sarcasmo y la ironía tratando de desconcertar más allá de
los dogmas políticos y religiosos y contra el pensamiento único”. No sé si se
puede decir mejor.
Y digo yo, ¿a
qué viene tanto aspaviento y gesticulación iracunda por un quítame esas pajas en
un país en el que tipos como Losantos y Pedro J. estuvieron acusando a Rubalcaba
durante años de 191 muertos y aún no se han disculpado? Que yo sepa.
Román Rubio
Julio 2016
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