LAS CUENTAS NO
SALEN
¡Bravo! Acaban
de publicarse los resultados de las últimas pruebas de estrés bancario y la
banca española sale robusta, como Hercules Cortez. ¿Alguien se acuerda de
Hercules Cortez? Quienes hoy presuman (o se lamenten) de cierta edad recordarán
a un tipo fortachón que venía del mundo del Catch, español de nacimiento y
campeón por parejas en América de la AWA (American Wrestling Association).
Aquí, en España se hizo muy popular por aparecer casi a diario en aquella
televisión en blanco y negro haciendo pulsos. Sí, sí. Cada día se acodaba
frente a una mesa y tiraba un pulso con cualquiera que le desafiara. Siempre
ganaba el formidable Hercules Cortez, todo un ídolo en España entera, que, por
cierto, había comenzado su exitosa carrera de forzudo con el nombre de Pepe Chicharro o Pepe Cortés
y fue en Estados Unidos (el país del espectáculo) dónde cambió el nombre por el
más rimbombante de Hercules Cortez y donde murió a la edad de treinta y tantos
en accidente de coche en Minnesota.
Los bancos
españoles, como el gigante del catch han resistido los temibles embates
matemáticos de las pruebas de estrés con notable alto, tal y como lo hicieron
en 2010, cuando jugábamos en la Champions League de las finanzas. ¿Se acuerdan?
Sí, hombre sí, fue un poco antes de que hubiera que proveer con 62.000 millones
de euros, de los que finalmente se usaron algo más de 41.000, para sacar a
flote el sistema financiero español. Sólo Bankia, producto de la fusión de las
mejores Cajas del país y dirigida por el mayor genio de las finanzas españolas
del siglo necesitó de 23.000 millones de euros, una cantidad que yo –y tú
también, lector, ¡no te hagas el interesante!-, somos incapaces de imaginar,
como cuando nos hablan de las distancias siderales o el número de estrellas de
tal o cual galaxia.
Y es que hay
cosas en economía que nos resultan difíciles de entender. Y no sólo en la macro
sino en la microeconomía; por ejemplo: como aficionado a la cerveza y dado los
rigores del verano compro gran cantidad del hidratante elemento y quizás por
esa razón, a menudo me inclino por una low
cost en su versión Premium –ya saben, una de esas marcas blancas de
supermercado-. Pues bien, he descubierto que la que yo adquiero en Valencia, en
mi supermercado de siempre, está fabricada en Francia, cerca de la frontera con
Bélgica y esto es algo que no me cabe en la cabeza. ¡A ver!, la cerveza pesa.
Pesa y abulta mucho. Si bebes tres latas al día ocupará más de un litro (hay
que pensar que la lata es redonda) y pesará un kilo y pico (contando el
envase). ¿Alguien puede explicar que pueda resultar más rentable transportar
2.000 kilómetros toneladas de cerveza barata que fabricarla, digamos, en
Loriguilla? Lo siento, pero no lo comprendo.
Hace un
tiempo, en el bar de un hotel de San Francisco, la mujer sentada en la mesa
contigua a la mía pidió, muy fina ella, a mitad de tarde, su “Perrier Citron”,
que como todo el mundo sabe no es sino un botellín de agua con gas con una raja
de limón. Y no sólo eso; también vi en las estanterías del bar, expuesta, agua de
la marca Evian. Seamos serios: tanto la Perrier (con gas) como la Evian (sin
gas) son aguas francesas. ¿Somos conscientes de la barbaridad que es llevar
botellines de agua desde el Languedoc o los Alpes a California en términos
energéticos, por ejemplo? ¿La cantidad de combustible aéreo y terrestre para el
transporte y distribución de toneladas y toneladas de… agua a un lugar próximo
a una de las fuentes de agua dulce más importantes del mundo como son las
Montañas Rocosas?
Al fin y al cabo
el precio del ticket del bar del hotel creo (y deseo) que justificara el
dislate. El esnobismo se paga. Y los americanos lo saben. Por esa razón, para
vengarse de los absurdos precios que la señora de San Francisco pagó por su
Perrier, los de Cupertino se inventaron Apple y les pusieron una tienda a los
franceses junto a la Opera y otra junto al Louvre. Y a los madrileños y a los
valencianos y a los… bueno, a todos.
Román Rubio
Agosto 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario