MARTÍNEZ EL
FACHA
¿Recuerdan las
historietas de Martínez El Facha? Sí, hombre sí, aquel tipo que aparecía en El
Jueves desde 1977 hasta marzo de 2015 dibujado por Kim. Si no lo recuerdan, les
haré memoria. Florentino Martínez es un empresario jubilado, franquista hasta
las cachas, nostálgico de la época del Generalísimo, poco amigo de los
extranjeros en general y de los moros en particular y, bueno, de las/los
feministas, los melenudos, los hippies, los catalanes independentistas y los
catalanes en su conjunto, de los marxistas, socialistas, progresistas y
cualquier “ista” que se posicione en
contra de la gloriosa Falange y que quiera cambiar algo de la tradición
carpetovetónica más casposa. El personaje, acompañado por otros secundarios
como el niño Adolfito, el Padre Bocquerini, el Sr. Morales y otros acólitos
hacen (hacían) las delicias de los lectores con su patetismo montaraz y caduco.
En realidad, sólo siguen el estereotipo del facha hasta sus últimas
consecuencias produciendo, en su empeño de revertir la coyuntura a tiempos
pretéritos, situaciones delirantes y cómicas. Dan risa.
Algo parecido
quiero ver en ciertas páginas de internet que algunos amigos y conocidos
difunden en sus muros de redes sociales. Se trata de ridiculizar, echando mano
de todos los estereotipos, la figura del
progre. De manera singular ocurre con dos páginas: El Azote del Progre y Anti
Podemos Madrid. Por algún motivo, relaciono la primera con la publicación
Libertad Digital, la franquicia del Sacristán de Bolilla, aquel que cuando
trabajaba en la Cope, tocaba a rebato mientras culpaba todos los días, durante
años, a la ETA y a Rubalcaba de los atentados de Madrid. ¿Se acuerdan? En
cuanto a la segunda (Anti Podemos Madrid) me invita a comparar el seny de Carmena frente al de la señora
del “nice cup of café con leche” y me
digo que no hay color, aunque para gustos… además de que el seny es una característica que, por
razones obvias, no goza de mucho predicamento en la capital del Reino.
Estoy de
acuerdo de que la figura del “progre” es risible si se explotan a rajatabla los
estereotipos. Ahora bien, en ocasiones se atribuye al progre y/o podemita
posiciones o actitudes que no se corresponden con la realidad y se insiste una
y otra vez, como hace el tal Inda para ver si así queda algo. No se puede decir
que el podemita está a favor del burka o de censurar las imágenes de las
Olimpiadas superponiendo líneas negras en la zona pélvica del cuerpo de las
mujeres atletas al tiempo que a ellas se les culpa de quitarse la camiseta a la
primera de cambio y ante cualquier iglesia u oratorio. O una cosa o la otra; o
las tachas de frescas o de guardianas de la moral, pero de ambas cosas…
El hecho de
que la inmensa mayoría de gente de este país –progres y menos progres- creyéramos
que la invasión de Irak y la consecuente carnicería fuera una acción inmoral,
ilegal, criminal y estúpida no quiere decir que nos guste el régimen iraní (que
por cierto era enemigo de Sadam) ni que apoyemos al ISIS. Y no, tampoco nos
gusta el saudí, ya que nos ponemos; pero, a pesar de ello, tampoco estamos por
la invasión del país, no sé si me entienden. Simplemente no estamos por la
labor de invadir países con el objeto de convertirlos. Ni al cristianismo ni al
capitalismo liberal. Ya lo harán ellos (convertirse) si lo creen conveniente.
Otro tema con
el que se relaciona al progre y se le critica por ello es su connivencia
condescendiente con los regímenes cubano, venezolano y otros, cicateros ellos con
el tema de la propiedad privada o la distribución controlada de la riqueza.
Pues bien, algunos regímenes se establecieron tras una sublevación
revolucionaria: como Franco, pero en dirección contraria, instituyendo quasi monarquías revolucionarias. Otros,
en cambio, lo hicieron por las urnas. Habrá que respetarlos pues, sean o no de
nuestra onda. Y sí, es cierto; están en la miseria. No es que vinieran de una
situación de bienestar social extraordinaria pero tampoco parecen haber
avanzado. Ahora bien: el ejercicio de los bloqueos económicos con el objetivo
político de asfixiar al régimen al tiempo que se condena al personal a la
penuria tampoco denota gran altura moral, creo yo. Aunque de eso, de altura
moral, es algo de que, a decir verdad, nunca han presumido ciertos liberales.
Román Rubio
Agosto 2016
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