REDES SOCIALES
¿Eres
refractario a las redes sociales? Lo entiendo. Yo también lo soy (más bien lo
fui). Tras dos o tres años de tener cuenta en Facebook sin usarla y de ignorar
un par de puñados de solicitudes de amistad decidí unirme al jolgorio de las
redes sociales admitiendo amistades ignoradas y mandando yo mismo mi solicitud
a amigos, fantasmas del pasado, conocidos y otros especímenes humanos. Al
final, no crean, sólo he podido reunir a unos 60 en mi cuenta de Facebook, lo
que no deja de ser frustrante teniendo en cuenta que tengo amigos que suman más
de 600 contactos en su agenda. ¿Se imaginan? ¿Cómo pueden recordar quién es
quién de entre sus más de 600 amigos? ¿Me recordarán a mí? Pienso.
Cuando entro
en mi página, mi escuálido grupo de sesenta y tantos humanos ha producido una
cantidad de material considerable, lo que me hace pasar un rato entretenido
viendo sus consabidos monólogos, porque me he dado cuenta que en Facebook las
personas nos convertimos en monologuistas donde martilleamos a la mesnada con
nuestras manías.
¿A que tienes
un amigo/a en la política en puesto de alcalde, concejal, consejero…? Pues
tendrás tu ración de política de partido en tu periódico virtual ensalzando las
bondades de su grupo y mostrando tozudamente las maldades del contrario. ¿Quién
no tiene en su red una persona amiga de mostrar los platos que prepara y/o que
come y nos ilustra a diario con sus arroces, pescados y postres? También está
el hincha del Barça (no hay grupo de amigos que se precie que no tenga uno o
varios hinchas del Barça que dan la tabarra con las excelencias de su juego al
que elevan a la categoría de arte…) Por tener, tengo un amigo que es hincha
del…¡Leeds United! y pone al corriente a todo aquel que está a su virtual
alcance de cualquier cosa que ocurra en el club de la recóndita ciudad de
Yorkshire. Seguro que habréis reconocido en esta tipología a algunos de
vuestros contactos, aunque aún no he nombrado a todos ellos. Los hay que nos
bombardean con frasecitas de autoayuda con las que nuestros bienintencionados
amigos creen que van a aumentar nuestra felicidad y autoestima; ¡como si fuera
tan fácil!, cuando sabemos que la de ellos está por los suelos. Estos últimos
suelen alternar los positivos mensajes con edulcorados vídeos en los que
simpáticos gatitos mordisquean las orejas de
aburguesados doberman que les
apartan con la pata con ademán aburrido y a veces hasta juguetean con ellos.
Manifiestan nuestros amigos así su amor leal y desinteresado con el mundo
animal y su apuesta por un mundo más colaborativo que competitivo. En mi
colección (y en la tuya) aparece también el amigo esteta, en su versión
naturaleza y en la versión artes plásticas que a diario nos regalan con
imágenes de lugares, personas, cuadros o eventos evocadores con el objetivo (a
menudo acertado) de adornarnos el día con esa imagen que el esteta aprecia y
nosotros (yo en particular) sólo la apreciamos cuando nos la aíslan y
presentan.
Y luego están
los ideólogos. Su actividad principal consiste en revisar la prensa y sus contactos
en la Red y subir a su muro (es decir, a tu pantalla) toda la retahíla de
información que elaboran los medios convencionales y refuerzan su propio
mensaje ideológico. ¡Toma, por si no te habías enterado! No quiero dejar pasar en este apresurado
florilegio a dos tipos comunes en nuestra página de contactos: el “nostálgico”,
empeñado en rescatar tiempos pretéritos e intentar reunir alrededor del brasero
a personas que hace siglos que dejaron de verse sin, al parecer, echarse mucho
de menos y al “sociable” que muestra su vida como si de una revista de papel couché se tratara, documentando cada uno
de los pasos de su sociable vida, cada una de sus comidas, cada uno de sus
encuentros, cada viaje y cada evento con su correspondiente foto y una
permanente sonrisa que a seguro produce dolor en la cara.
Bueno, ya sé
lo que algunos estaréis pensando: tengo amigos que comparten dos o más de los rasgos descritos. Todos tenemos más de
un rasgo que muestran nuestra personalidad poliédrica. De acuerdo. Yo también
soy parte de algunas de esas personas. Prácticamente sólo uso Facebook para
publicitar los escritos de mi blog pero para no ser un monologuista impenitente
me permito subir de vez en cuando fotos de algún evento, viaje familiar… y para
mi frustración veo que despierta más interés mi anodina existencia que mis
reveladores escritos. Rabia me da.
Los días
pasados han sido malos, muy malos, para Facebook. Me pregunto por qué una parte de mis
amigos, que son personas más o menos cultas, la mayoría con educación superior
se empeñaban en subir a su muro noticias como la de la medalla de oro de tal o
cual pelotero. ¿Qué sentido tiene que un tipo como yo se encuentre la foto de
Rafa Nadal mordiendo una medalla cuatro o cinco veces reproducida por el mismo
número de personas de mi entorno? ¿Pero qué creéis que veo cuando abren el
telediario o miro la primera página del periódico? ¿No sois mis amigos? Pues
contadme todo lo demás, lo que no cuenta el puñetero telediario. Quiero seguir
viendo al gatito hortera que muerde las orejas del doberman, quiero ver vuestros convencionales asados con familia y
amigos, vuestros viajes y vuestras miserias ideológicas y dejad de anunciar a
los demás que ha nacido Jesucristo, que eso ya lo hacen los pastores.
Román Rubio
Agosto 2016
PD.: La ilustración es cortesía de mi amigo de Facebook (y de la vida real) César Calero
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