domingo, 14 de agosto de 2016

Y NO MORIR EN EL INTENTO

Y NO MORIR EN EL INTENTO





















Trump luce un elaborado tupé de color amarillo que nace de un lateral del cráneo y escala y rodea el resto de la calavera en una pirueta imposible y bien asegurada por la laca. Además es bruto e inculto. Ha leído menos libros de los que ha escrito  Mortadelo y no se atreve a publicar sus ingresos no sabemos si por vergüenza de rico, bochorno por ser más pobre de lo que quiere aparentar o apocamiento de defraudador. A Ximo Puig, el preboste valenciano parece que le ha caído un nido de gorriones en la cabeza y se niega a quitárselo hasta cuando se baña y de Sarkocy sabemos que usaba alzas en los zapatos para parecer más alto. Al pequeño Napoleón, señor de Bruni, le gustaba lucir abdominal y pectoral en sus veraneos de Nueva Inglaterra, aunque nunca supimos lo que había de verdad o de photoshop en aquel torso. Otro prócer dado a la exhibición de tórax es el ex KGB Vladimir Putin, amigo de mostrarse sin camisa cabalgando por la estepa siberiana y en otras poses con machetes de campaña y fusilería varia. En eso, Putin es un campeón, pero en cuanto a definición de musculatura abdominal, ninguno como nuestro Aznarín de Tarascón (el Gran Español) que consiguió a fuerza de humillar a su entrenador personal, perfilar cada línea muscular de entre  pecho y  pelvis con una nitidez pasmosa.

Todo ello fue y continúa siendo celebrado por la prensa, de esa prensa (como es natural) siempre ávida de mostrar las chispas y los tizones de la hoguera de la vanidad humana y que celebra con regocijo los bañadores sin braguero como el de Rato. De Rajoy (tan anodino) sabemos que un accidente de juventud dejó unas cicatrices en la cara que trata de ocultar con la barba y José Bono nos sorprendió hace tiempo con un crecepelo adquirido a un predicador de Dodge City y de sorprendente resultado. Pocos han sido, sin embargo, tan osados y renovadores con su figura como el gran Berlusconi que en la vejez sacó pelo, piel tersa y otras novedades de truco y trato con las que lograba embelesar a las velinas; aunque quizás, a pesar de sus entretenidas estancias en Cerdeña sin taparrabos, nunca consiguiera ese bronceado de birlibirloque con que siempre se adornaba Zaplana ya fuera invierno o verano. A Boris Johnson, el exalcalde de Londres y fallido Primer Ministro no se le puede acusar de inculto puesto que dicen que puede hablar latín pero su biógrafa Sonia Purnell escribió de él que “Parece una cesta de ropa sucia con sobrepeso y tiene el hábito de olvidarse de la ducha” y el diario The Sun abrió hace poco con el titular “Ballena azul avistada en Córcega” refiriéndose a Cameron y a su descuidada silueta dentro de un bañador azul de más de 250 €. Hugo Chávez era (y es) conocido en Es Radio como “el Gorila Rojo” por el sacristán de bolilla. Y así todos.

¿Y a qué viene este repaso de las cualidades personales de tantos celebrados líderes? Responde a una reflexión que me hice tras leer el artículo de David Alandete en El País (edición digital) del día 13 de agosto titulado Y no morir en el intento. En él expresa la teoría de que las mujeres, en política “no es que lo tengan difícil, es que lo tienen imposible” lo que si consideramos que en Alemania, Reino Unido y probablemente pronto en EEUU (los tres países más poderosos de occidente) hay o va a haber una mujer en lo alto hacen bueno el slogan de Nike “Impossible is nothing”.

Por supuesto que la mujer en la alta política se tiene que someter al escrutinio de la prensa y del público en general pero tanto como afirmar que “son casi sobrehumanas”, “…soportando el escrutinio constante y pormenorizado de cada parte de su atuendo y aspecto físico….” Hombre, si de Dilma Rouseff  se dice que es mandona, rígida, altiva, orgullosa y engreída por algo será, digo, yo, que no la conozco. ¿Quizás lo es?

Se lamenta el autor de que de Hillary se diga que es fría, calculadora y que usa bótox, lo que no creo que sea ningún atentado a la igualdad de sexos; a lo mejor lo compra (el bótox) en el mismo dispensario en el que Bono y Berlusconi compraban el milagroso crecepelo. A la Merkel, como buena luterana se la conoce por su moderación, austeridad y falta de carisma, al tiempo que son celebrados sus trajes de chaqueta pantalón como el atuendo más aburrido después del de Mao… ¿Y? En cuanto a la recién llegada Theresa May, la prensa la ve resoluta ¿?, difícil, testaruda, moralista y “de acero”, más o menos como a la Thatcher. Y todo esto, para el director adjunto de El País significa una discriminación de género inaceptable, convirtiéndolas (a ellas) en “casi sobrehumanas”…
Pues, espera. Aún no ha llegado el tiempo a que a ninguna de ellas se la llame ballena azul ni gorila ni cesta de la ropa sucia y olvidadiza del hábito de la ducha pero, dado el descaro de algunos medios, ya llegará. Entonces veremos qué escribe el amigo Alandete.

Román Rubio
Agosto 2016

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