Y NO MORIR EN
EL INTENTO
Trump luce un
elaborado tupé de color amarillo que nace de un lateral del cráneo y escala y
rodea el resto de la calavera en una pirueta imposible y bien asegurada por la
laca. Además es bruto e inculto. Ha leído menos libros de los que ha escrito Mortadelo y no se atreve a publicar sus ingresos no sabemos si por vergüenza
de rico, bochorno por ser más pobre de lo que quiere aparentar o apocamiento de
defraudador. A Ximo Puig, el preboste valenciano parece que le ha caído un nido
de gorriones en la cabeza y se niega a quitárselo hasta cuando se baña y de Sarkocy
sabemos que usaba alzas en los zapatos para parecer más alto. Al pequeño
Napoleón, señor de Bruni, le gustaba lucir abdominal y pectoral en
sus veraneos de Nueva Inglaterra, aunque nunca supimos lo que había de verdad o
de photoshop en aquel torso. Otro
prócer dado a la exhibición de tórax es el ex KGB Vladimir Putin, amigo de
mostrarse sin camisa cabalgando por la estepa siberiana y en otras poses con
machetes de campaña y fusilería varia. En eso, Putin es un campeón, pero en
cuanto a definición de musculatura abdominal, ninguno como nuestro Aznarín de
Tarascón (el Gran Español) que consiguió a fuerza de humillar a su entrenador
personal, perfilar cada línea muscular de entre
pecho y pelvis con una nitidez
pasmosa.
Todo ello fue
y continúa siendo celebrado por la prensa, de esa prensa (como es natural)
siempre ávida de mostrar las chispas y los tizones de la hoguera de la vanidad
humana y que celebra con regocijo los bañadores sin braguero como el de Rato.
De Rajoy (tan anodino) sabemos que un accidente de juventud dejó unas
cicatrices en la cara que trata de ocultar con la barba y José Bono nos
sorprendió hace tiempo con un crecepelo adquirido a un predicador de Dodge City
y de sorprendente resultado. Pocos han sido, sin embargo, tan osados y
renovadores con su figura como el gran Berlusconi que en la vejez sacó pelo,
piel tersa y otras novedades de truco y trato con las que lograba embelesar a
las velinas; aunque quizás, a pesar de sus entretenidas estancias en Cerdeña
sin taparrabos, nunca consiguiera ese bronceado de birlibirloque con que
siempre se adornaba Zaplana ya fuera invierno o verano. A Boris Johnson, el
exalcalde de Londres y fallido Primer Ministro no se le puede acusar de inculto
puesto que dicen que puede hablar latín pero su biógrafa Sonia Purnell escribió
de él que “Parece una cesta de ropa sucia
con sobrepeso y tiene el hábito de olvidarse de la ducha” y el diario The Sun
abrió hace poco con el titular “Ballena
azul avistada en Córcega” refiriéndose a Cameron y a su descuidada silueta
dentro de un bañador azul de más de 250 €. Hugo Chávez era (y es) conocido en
Es Radio como “el Gorila Rojo” por el sacristán de bolilla. Y así todos.
¿Y a qué viene
este repaso de las cualidades personales de tantos celebrados líderes? Responde
a una reflexión que me hice tras leer el artículo de David Alandete en El País
(edición digital) del día 13 de agosto titulado Y no morir en el intento. En él expresa la teoría de que las
mujeres, en política “no es que lo tengan difícil, es que lo tienen imposible”
lo que si consideramos que en Alemania, Reino Unido y probablemente pronto en
EEUU (los tres países más poderosos de occidente) hay o va a haber una mujer en
lo alto hacen bueno el slogan de Nike “Impossible
is nothing”.
Por supuesto
que la mujer en la alta política se tiene que someter al escrutinio de la
prensa y del público en general pero tanto como afirmar que “son casi
sobrehumanas”, “…soportando el escrutinio constante y pormenorizado de cada
parte de su atuendo y aspecto físico….” Hombre, si de Dilma Rouseff se dice que es mandona, rígida, altiva,
orgullosa y engreída por algo será, digo, yo, que no la conozco. ¿Quizás lo es?
Se lamenta el
autor de que de Hillary se diga que es fría, calculadora y que usa bótox, lo
que no creo que sea ningún atentado a la igualdad de sexos; a lo mejor lo
compra (el bótox) en el mismo dispensario en el que Bono y Berlusconi compraban
el milagroso crecepelo. A la Merkel, como buena luterana se la conoce por su
moderación, austeridad y falta de carisma, al tiempo que son celebrados sus
trajes de chaqueta pantalón como el atuendo más aburrido después del de Mao…
¿Y? En cuanto a la recién llegada Theresa May, la prensa la ve resoluta ¿?,
difícil, testaruda, moralista y “de acero”, más o menos como a la Thatcher. Y
todo esto, para el director adjunto de El País significa una discriminación de
género inaceptable, convirtiéndolas (a ellas) en “casi sobrehumanas”…
Pues, espera.
Aún no ha llegado el tiempo a que a ninguna de ellas se la llame ballena azul
ni gorila ni cesta de la ropa sucia y olvidadiza del hábito de la ducha pero,
dado el descaro de algunos medios, ya llegará. Entonces veremos qué escribe el
amigo Alandete.
Román Rubio
Agosto 2016
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