AL ALBA, AL
ALBA
La penúltima del
execrable Trump ha sido un intercambio de golpes vía Twitter sobre Alicia
Machado, venezolana, ex Miss Universo, que obtuvo hace poco la nacionalidad
estadounidense y ha mostrado su apoyo a la candidata demócrata. El magnate
tuiteó: “¿Ayudó la corrupta Clinton a la
asquerosa Alicia M. (comprueben una cinta sexual de su pasado) a convertirse en
una ciudadana estadounidense para poder usarla en el debate?” ¿Y qué hay de
particular -dirán ustedes- en otro acto difamatorio de un mentecato que hace de
Jesús Gil (q.e.p.d.) un sesudo intelectual?
Lo que me resultó llamativo fue que el tuit fue
emitido a las 5.30 de la mañana, hora local, la hora del buen dormir
para los que somos limpios de corazón y sanos de testa. Sorprendida también por
lo intempestivo del momento, Hillary le contestó (supongo que ya amanecido): “¿Qué tipo de hombre se queda levantado toda
la noche para difamar a una mujer con mentiras y teorías conspirativas?”.
Pero no sólo
el hombre del escultórico flequillo vela las armas a horas tan tempranas. Según
he leído por aquí y por allá hay una tendencia entre muchos líderes de la vida
pública y corporativa estadounidense a
iniciar la jornada mucho antes de salir el sol, influenciados o no por
el exitoso libro “The Miracle Morning” (El milagro de la mañana, en español) de
Hal Elrod. Veamos algunos ejemplos:
Ivanka Trump,
la hija de Donald dice levantarse a las 5.30 (curiosamente a la misma hora que
su padre dedica a tuitear; Uy, uy, uy…) para así hacer una hora y media de
meditación, lectura y algo de deporte. ¿Qué hace el resto del día? Ni idea. Ana
Wintour, de 63 años, editora jefe de Vogue se levanta aún algo más temprano: a
las 5.00 y, tras hacer algo de deporte –tenis, confiesa- (cómo encuentra partenair a esas horas no deja de ser un
misterio) pasa una larga sesión con su estilista personal para estar sentada en
su oficina a las 8:00. Bob Iger, Director Ejecutivo de Disney, dice levantarse
a las 4.30 e Indra Nooy, de Pepsi, a las 4.00 (aún así no logra adelantar a
CocaCola). Sergio Marchionne, presidente de Fiat-Chrysler asegura saltar de la cama
a las 3.30 y eso que es italiano. Lo han oído bien. A las 3,30, que es la hora
en la que tipos como usted y yo estamos cogiendo el buen sueño. Dan Lee
–Director General de NextDesk, un gigante americano del mueble de oficina- se
levanta también a las 3,30, se bebe dos litros de agua y se toma dos tazas de
café. ¿Han probado ustedes a beberse un vaso de agua nada más levantarse? Una
vez lo hice y fue como si cayera una piedra en mi estómago, rebotara y se
bajara al dedo gordo del pie. Pues el
tipo se bebe dos litros más dos cafés que, tratándose de América, serán algo
así como cubo y medio (allí todo es mucho más grande). A continuación pasea al
perro durante media hora (muy a su pesar -del perro, digo-) y a las 5.15 va al
gimnasio (suponemos que al de su propia casa, pues ¿qué gimnasio está abierto a
esa hora?) y de ese modo puede estar sentado en su oficina a las 7.15 para
desesperación de sus empleados. Tim Cook, de Apple es otro madrugador: se
levanta a las 3.45, revisa el correo, va al gimnasio, desayuna… Pero el que se
lleva la palma de los madrugadores parece ser Jean Claude Biver de TAG Heuer
que empieza el día a las 2.30, es decir, antes de que en mi país termine la
película de Antena 3 con sus innumerables cortes publicitarios. Un
despropósito.
¿Y en la Casa
Blanca? ¿Qué hacen allí? Desconozco la rutina del Presidente, pero su mujer,
Michele pertenece al club de los madrugadores. Dice levantarse a las 4.30. ¿Y
se puede saber qué hace Michele levantada a las 4.30 aparte de perturbar el
sueño de su marido con sus idas y venidas? Casi todos los madrugadores dicen
aprovechar la tranquilidad de antes del alba para hacer ejercicio y “para
meditar”, es decir, que lo más común es verles sentados en la postura del loto
mirando a un punto fijo en la pared tratando de no pensar en nada y diciendo “Uuuuummmmm”;
y me pregunto: ¿para eso tanto sacrificio? ¿Es que no pueden mirar a la pared y
decir “Uuuummmm” a las, digamos, once de la mañana, que es una hora tan buena
como cualquier otra y mucho más conveniente? Digo yo.
Si las personas, sin estar obligadas a ello,
claro está, se levantan en medio de la negra noche y meditan, hacen deporte,
ordenan su agenda y contestan el correo antes de salir el sol: ¿Qué hacen el
resto del día? ¡A ver, Michele! Intuyo que los quehaceres de una primera dama
de los EEUU conlleva responsabilidades y una agenda muy completa. Me hago cargo
de que te ocupas de elegir el menú (que diseñan y elaboran otros) de la Casa Blanca, y que te ocupas del
huerto de la residencia oficial (que cavan y abonan otros). Entiendo que entre
las obligaciones tendrás que dar muchos discursos (que escriben otros) y
agasajar a muchos invitados y visitantes (a quienes sirven otros). De modo que,
querida Michele, ¿por qué eres tan avariciosa con el tiempo? Y sobre todo: ¿qué
haces con el resto de las horas del día además de respirar?
La gente, por
lo general, hace la compra, cocina su propia comida, trabaja su huerto y lleva
su propia agenda e incluso la de otros. Tienen
tiempo para respirar y algunos hasta para decir “Uuuummmm” de cuando en cuando.
Y se levantan cuando ya ha amanecido. Para que veas.
Román Rubio
Octubre 2016
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