¿QUÉ TIENE
LUGO QUE NO TENGA YO?
¿Que no
conocen al tipo que está tumbado en el suelo boca abajo sobre la mullida
alfombra? Pues se lo digo: se trata de Alfonso Carrasco Rouco; es sobrino de
Rouco Varela, y la foto, de 2008, se corresponde con el momento en que es
ordenado obispo por su ilustre tío. En la actualidad es obispo de Lugo. ¿Y a qué
viene esto? Pues bien, el domingo pasado, por la noche, la página web del obispado de
Lugo fue atacada por hackers, lo que
obligó a ser cerrada y rehecha por sus administradores. No sé a ustedes, pero a
mí, el hecho de que hackers islamistas
(como han desvelado los responsables de la página diocesana) se dediquen a
torpedear la fe cristiana me resulta plausible, pero, ¿por qué Lugo? Anduve
dándole vueltas a la cabeza para intentar llegar a imaginar una razón por la
que un grupo islamista –en este caso el identificado como Tunisian Cyber Resistance All Falaga Team- cuyo objetivo primordial
es la “proclamación del Islam como única
religión”, se dedique a desbaratar, dejar inoperativa y llenar de virus la
página web de… el obispado de Lugo.
Pongámonos por
un momento en el lugar de los malvados hackers
islamistas puestos a hacer temblar el edificio del cristianismo y enseñar a los
cristianos, de una vez por todas, la verdad del Islam. ¿Creen que deciden
atacar al Vaticano y sus finanzas?, ¿a las directrices de la Congregación de la
Doctrina de la Fe y sus mandatos?, ¿a parodiar, desprestigiar y ridiculizar el
Catecismo?, ¿a desvelar y/o exagerar los casos de pederastia de los príncipes y
soldados de la Iglesia?, ¿a bloquear la acción de la Conferencia Episcopal
Española o de Cáritas? Pues no: el objetivo es paralizar la actividad
normalizada de la diócesis de Lugo. Porque son astutos y malvados y saben que
si cae Lugo, caerá todo lo demás: Calahorra, Ponferrada, Cuenca, Albacete y
otras plazas fuertes. Y caído Albacete, se verá consumado el fin de la
civilización cristiana.
El mismo día encuentro
otra notable noticia. Al parecer hay una línea de ropa a la que llaman ropa conectada y que tiene la propiedad
de facilitarnos la existencia. No porque nos proteja contra el frío o de las
impúdicas miradas de los transeúntes, no, que eso ya está muy visto, sino por
sus posibilidades tecnológicas. Por ejemplo: “se puede activar la música del
Smartphone con el botón de la chaqueta”. ¿Lo tienen claro? Yo, no del todo.
Veamos: ¿me abrocho y se pone en marcha la música? ¿Y si quiero ir abrochado y
sin música? ¿El botón de arriba es el de la música clásica? ¿Y el de abajo?, ¿es
Radio 3 o activa Spotify? El artículo no lo aclara pero pone otros ejemplos
igual de fascinantes si no más. Dice: “pronto podremos manejar la tele solo con
acariciar el sofá…” En serio, ¿cómo no se les habrá ocurrido antes? Con lo
práctico que debe ser. ¿Dónde está el mando? No importa, toco la tapicería del
reposabrazos y me sale Wyoming, la vuelvo a tocar y Pablo Motos, apoyo la
cabeza y los ñus atravesando el río Murundunga… Una gozada. ¿Otro ejemplo?
“Podremos manejar el GPS tocando las mangas de la camisa” Ya sé lo que están
pensando. No ven el momento en que estas maravillas salgan al mercado para
poder adquirirlas el primer día, sea o no Black
Friday. No sé cómo nos las hemos apañado para vivir tanto tiempo sin poder
controlar la tele tocando la tapicería del sofá, la música del Smartphone con
los botones de la chaqueta, y el GPS dando estironcitos en la manga, la verdad.
Feliz Blas Fraile, que tiene un puesto en el
mercadillo de mi ciudad y está de rebajas.
Román Rubio
Noviembre 2016
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