VIEJUNO
Hace no mucho
que hablé de mi poca afición a las encuestas de televisión a pie de calle en
las que se espera que el transeúnte (generalmente del centro de Madrid) o
cliente del mercado diga algo interesante o gracioso. Normalmente son
ejercicios estériles de entretenimiento, que sólo consiguen poner incómodo al
entrevistado -que intercambia un poco de embarazoso ridículo por un minuto de
popularidad- y provocar aburrimiento y vergüenza ajena en el espectador con
sensibilidad. Esta parece ser la función de Thais Villas en el programa de
Wyoming al que estoy condenado a ver a diario por razones que no vienen al
caso.
El otro día
transcurrió de la siguiente manera: la periodista se situó a la puerta del
Congreso de los Diputados y allí asaltaba a unos y a otros con la pretensión de
que hablaran del estilo de ropa que llevaban ellos y otros diputados y
diputadas de su grupo y de grupos rivales. La conversación más o menos se
desarrollaba de la siguiente manera: ¿cómo definirías tu propio estilo de
vestir?, ¿trendy, casual, formal, clásico, sport…? Y allí, cada cual, se defendía
como podía. Imagínense a Errejón, con su parka
cubriendo una camisa azul pálido por fuera de un pantalón cinco bolsillos de
color indeterminado y zapatos del montón tratando de determinar si lo suyo era trendy, casual o sport. ¿Y yo qué
sé? ¿Lo sabes tú, Thais? Pues dímelo. Por cierto, de paso me explicas qué
quiere decir casual, porque no
significa casual ¿verdad? Casual sería ponerse lo primero que encuentra uno,
como parece ser el caso de Guirauta, de Ciudadanos, que iba más o menos
conjuntado hasta que le enfocaron los zapatos, negros, como de baseball con cordones rojos. Un cuadro.
Impresionista.
Por allí
desfilaron otros como Madina (PSOE), con pantalón cinco bolsillos beige o así, camisa azul claro y
chaqueta azul oscuro. Como los zapatos eran de ante, el voluntarioso diputado
acertó a describirlos como bilbaínos, ¡Campechano él! A continuación pasó Celia
Villalobos que nos brindó otra oportunidad de asombrarnos de cómo con tan pocos mimbres puede llegar alguien a tanto en la vida. Debería escribir un libro
esta mujer explicándolo. Y llegó la estrella de la entrevista. Nada más ni nada
menos que Fernando Martínez Maíllo, hablando de estilo: del suyo y del de los
otros. No sé de qué lugares de la España profunda saca el PP a tipos como Maíllo
o Floriano, que parecen traídos del casino de algún poblachón cabeza de partido.
El asunto es que el hombre, tras lidiar mal que bien con su propio estilo, se
permitió llamar “antiguo” al estilo de los de Podemos: “esos cuadros, esas
pintas, como antiguas…” se permitió decir precisamente él, el tal Maíllo, cuya
cara parece sacada de una sacristía de Vetusta. Creo no haberle oído decir que
tenían una pinta “así como viejuna”, con lo que habría vetado para siempre al
diputado como improbable amigo hasta del Facebook. Empecé prescindiendo de la
amistad de quienes hacían las comillas (inglesas) con los dedos de las dos manos,
continué negando el saludo a quienes usaban la expresión “punto pelota” –que Allah
les confunda- y ahora estoy tachando de mi agenda a los que a lo obsoleto, anacrónico,
anticuado, demodé o simplemente viejo
le llaman “viejuno”. Ya casi no tengo amigos.
Román Rubio
Diciembre 2016
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