QUEDAMOS
EN MÁLAGA
Hace tiempo
escribí un artículo denunciando el absurdo del precio de los billetes de avión
comparado con los precios del tren, del taxi y hasta del chuletón de Ávila. En
él hacía notar que si bien un viaje en tren a un pueblo del Macizo Central francés
me costaba unos 130€ (sólo ida) en tren, un billete de avión a Milán me costó 42€,
ida y vuelta. Ganará el tren en comodidad -dirá usted-. Pues bien, cierto que
el espacio del asiento es mayor y te permite meter cómodamente las piernas,
pero también es cierto que el viaje en tren duraba 13 horas (con sus enlaces)
para recorrer 880 kilómetros y el avión te lleva los 1.350 km del trayecto a
Milán en un par de horitas. Es, por tanto, mucho más rápido y muchísimo más
barato. Hasta el absurdo.
Ayer me desayuné
en el periódico con una noticia similar. Dos amigas inglesas, Zara, de
Birmingham y Lucy, de Newcastle, ciudades que distan 320 kilómetros una de
otra, decidieron quedar un fin de semana, con lo que una debía comprar un
billete de tren para acudir a la ciudad donde vivía su amiga. Comoquiera que no
lo habían previsto con la suficiente antelación, se encontraron con que el
billete costaba 105 libras (119 €) y decidieron modificar el plan. Ryanair les
ofrecía un billete de ida y vuelta a Málaga, a la de Birmingham por 20 libras
(23€) y a la de Newcastle por 55 libras (62€), de modo que, sumados los precios
de los dos billetes, 85€, todavía ahorraban 34€ sobre el precio que cargaba
British Rail (la Renfe local). Las jóvenes –que, por lo que se desprende de la
noticia no nadaban en el dólar- completaron su estancia en Málaga y Granada
alojándose en Hostels de 12 y 14 euros por persona y noche, con lo que con el
ahorro del billete se pagaron prácticamente el alojamiento.
Y díganme:
¿Tiene sentido que dos billetes de avión de Inglaterra a Málaga (ida y vuelta)
valgan menos que un billete de tren de Birmingham a Newcastle, ciudades
separadas por poco más de 300 kilómetros? Llegará el día en que será más barato
quedar en San Francisco con Ryanair que en Cuenca con Renfe.
Y me pregunto
yo: si las low cost ganan dinero ¿Qué hacían las compañías antes de que se
inventara Ryanair? ¿Cuántos manguis, señoritangos incompetentes acostumbrados
al lujo y el despilfarro habría entre los ejecutivos de las compañías aéreas?
Hace algún
tiempo que un tal Sam Cookney, británico también, éste de Londres, se fue a
vivir a Barcelona. Al joven, que trabajaba desde casa y se tenía que desplazar
a la central de Londres una vez a la semana, le salía más a cuenta vivir aquí y
desplazarse de cuando en cuando a su oficina en Londres que pagar un alquiler
en, digamos, Islington. Y según él era más divertido. Las chicas también piensan
lo mismo. Si el Poble Nou le resulta al inglés más atractivo que Islington, ¿como
va a aguantar Birmingham la comparación con Málaga? ¿O el fish&chips con el
pescaíto frito?
Román Rubio
Enero 2017
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