ESTAR
EN TUS ZAPATOS
Contaba Alex
Grijelmo en El País del domingo como los populares presentaron su congreso con
un cartel que, a pesar de la brevedad y concisión del mensaje, tiene varias
incorrecciones que resultan agresiones al buen uso de la lengua española -o castellana, como prefieran-.
Para empezar,
el “España adelante!” lo presentan con el signo de exclamación (solo) al final,
lo cual es un descuido garrafal. A ver, yo uso a menudo un único signo de
exclamación y/o interrogación en el whatsapp,
en los mensajes de twitter o si me
apuran, en las entradas precipitadas y cortas de Facebook; como todo hijo de
vecino. Es breve y conciso, es cómodo, y casi siempre, preciso. Ahora bien:
nunca se me ocurriría suprimir el signo de apertura de la exclamación o la
interrogación en un texto destinado a ser impreso, cuanto menos ilustrando un anuncio destinado a ser visto
por miles de personas. Si encima, el letrero sirve para anunciar el congreso
del partido que se vanagloria de guardar las esencias de España (y, por tanto,
de su lengua) la cosa requiere la concurrencia del juzgado de guardia. Por
supuesto, los populares culparon a la agencia de publicidad. Ya saben: el
tesorero es el responsable de que haya caja B y la agencia de las faltas de
ortografía del cartel, como si este no hubiera pasado antes por la mesa del
responsable encargado del congreso. Por cierto, ¿quién era? ¿El inefable
Maillo?
Pero
continuemos con las objeciones de Grijelmo respecto al cartel. Detrás de la
palabra España (como vocativo que es en la frase) debería haber una coma. Lo
correcto sería haber escrito “¡España, adelante!” como en la frase “¡Vosotros,
sentaos!”. ¿Les parece chocante que en una frase tan corta pueda haber hasta
dos faltas de ortografía? Pues no se escandalicen. En el renglón siguiente los
populares anuncian su 18 CONGRESO POPULAR cuando todos sabemos que en realidad
se trata de su 18º CONGRESO POPULAR, es decir, le falta la (º) que indica el
ordinal, indicando que se trata del decimoctavo congreso y no el dieciocho congreso.
Y aquí, los españoles debemos admitir que tenemos un problema. Con los
ordinales tenemos un problema que no tienen nuestros vecinos.
Por ejemplo:
imagínate que has participado en una carrera popular y que has llegado a la
meta en el puesto 58. Has llegado, pues, en la quincuagésimo octava posición,
lo cual no es un problema si lo dices en la radio, en la televisión o en la
entrevista del periódico. Ahora bien, trata de contarles a los de mi pueblo en
el bar que has llegado en la quincuagésimo octava posición. Lo más probable es
que acabes en el pilón, por pedante y redicho. Algo así como si vinieras de Bilbado de comer bacalado.
Los ingleses
lo tienen muy claro. Solo tienen que añadir la terminación “th” al número cardinal y ya
tienen su ordinal para ser usado en el pub local sin riesgo a ser lanzado a
ningún pilón. En cuanto a los franceses, lo mismo: la terminación ième hace su función de manera eficaz y
sencilla: he llegado en la cinquant-huitième
posición, puedes decir tranquilamente en la aldea de Astérix sin riesgo de ser
amordazado junto al bardo.
El amigo
Marías también dedica su artículo semanal al uso de la lengua y este, como
siempre mordaz y cascarrabias. Se lamenta Marías de la confusión que generan
los verbos oír y escuchar. Según Marías, este último está invadiendo el campo
semántico del primero. Es como si ahora se “escuchase” el despertador o los ruidos de la obra del piso de al lado en
vez de oírse. No sé. Yo no aprecio el cambio. Marías, siempre pendiente al
fallo de los demás, sí. Y es que, como buen escritor de éxito vive, quizá,
encerrado en el mundo de las palabras y tiene un ego como la pirámide de Keops.
Sí que estoy de acuerdo con él en lo ridículo que resulta la adopción de calcos
lingüísticos (siempre del inglés) innecesarios y hechos con el exclusivo
propósito de sonar más cool. Y cita
el ejemplo de “estar en sus zapatos”. “To
be in someone else’s shoes”, como todo el que domina algo el inglés sabe,
es estar en el lugar, en la piel o en el pellejo de otro. Así, “no me gustaría
estar en su pellejo” sería el equivalente a I
wouldn’t like to be in his shoes.
Tengo que reconocer
que yo tampoco me había percatado de la adopción del calco al español hasta que
vi a Dani Rovira, en la ceremonia de los Goya ataviado con zapatos rojos de
tacón haciendo alusión al hecho de estar, o no, en los zapatos (o en el lugar o
el pellejo) de las mujeres. En ese momento me di cuenta de lo encaminado que
iba el maestro Marías. Cascarrabias, sí; pero con pies y con cabeza.
Román Rubio
Febrero 2016
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