viernes, 10 de marzo de 2017

¡CÓMO HEMOS CAMBIADO!

¡CÓMO HEMOS CAMBIADO!

Los mitómanos, amantes de ocupar la habitación de hotel en que durmiera una vez Humprey Bogart o Churchill, que gustan de adquirir parafernalia que perteneciera a Lady Di, a Michael Jackson o a Manolete, tienen ahora una buena oportunidad: por una razonable cantidad de dinero pueden comprar en subasta uno de los dos Audi A8 que estaban al servicio de Rita Barberá. Los coches fueron sacados a subasta en octubre pasado y no se recibió ninguna oferta por ellos con lo que el consistorio actual ha decidido sacarlos de nuevo a subasta con un precio inicial de 18.032 € uno de ellos y 14.860€ el modelo blindado. Se acepta una oferta mínima de 1.000€, de modo que ya ven, por una cifra de mil eurillos y un poco de suerte se pueden llevar a casa un cochazo usado, con sólo sesentaitantos mil kilómetros en su haber y con pedigrí. Un chollo para coleccionistas mitómanos. Sobre todo si tenemos en cuenta que el precio que se pagó por ellos con dinero público superaba los trescientos mil eurazos. Y es que en aquella época no tan lejana se disparaba con pólvora de rey, que es como la normal pero mucho más cara.

El actual alcalde va a trabajar como usted y como yo: andando, en autobús o en bicicleta y cuando se desplaza a algún acto oficial lo hace en un Ford Mondeo oficial que, además de ser un buen coche, es muchísimo más barato y está fabricado en Valencia, lo que constituye una paradoja. El catalán y catalanista Ribó usa un coche de fabricación  local en tanto que la valenciana, valencianista y españolista Rita se decanta (cómo no) por el alemán. Algunos, al lujo oneroso le llaman dignidad de representación y otros le llaman soberbia. Los coches de Francisco Camps y Eduardo Zaplana fueron, como ellos mismos, enviados al desguace.

Otro chollo al que han podido optar los mitómanos coleccionistas ha sido  el de quedarse con uno de los seis modelos de motocicleta Harley Davidson que la Corporación Municipal  adquirió para acompañar al Papa Benedicto XVI en su visita a Valencia y que se han usado, además de para la visita papal, para escoltar visitas reales (de los Reyes de España y de los Reyes Magos). Total, sólo costaron 82.000 €, lo que es una minucia si se compara con el alto servicio que las motos han hecho por la Patria Valenciana.

“¡Cómo hemos cambiado!”, decía Sole Giménez, “qué lejos ha quedado aquella amistad”. Hace cuatro días y ya nos hemos acostumbrado a subir al balcón del Ayuntamiento, como si fuera nuestra casa, a ver al Alcalde andar por la calle como si fuera una persona normal y nos hemos olvidado que hace cuatro días la señora alcaldesa accedía al Ayuntamiento en coche oficial (desde la Glorieta, en donde residía), paraba el coche junto al ascensor de uso privado en el que ascendía a su despacho para así evitar cruzarse en la escalera con ningún funcionario de su propia casa ni personaje alguno de rasgo inferior. Hemos olvidado que allí, en la parte trasera del vestíbulo consistorial se entreveía aparcado un Lancia Delta durante más de 20 años, lleno de polvo, sin aire en las ruedas, a la espera de un futuro incierto que nunca fue. Nos hemos olvidado de que para el evento para el que se adquirieron las seis Harleys se llegaron a instalar 7.000 váteres químicos en un despliegue de sanitarios sin precedentes en ningún otro lugar del mundo y se pagaron sobrecostes de escándalo por alquileres de pantallas que debían retransmitir un servicio religioso fastuoso propio del Renacimiento romano o florentino.  Y queda tan lejos aquello de abrir el Mercado Central por la tarde para el uso y disfrute del edificio de los Bertarellis, Ecclestones, Urdangarines y otros personajes de vestíbulo de banco suizo y papel couché que parece mentira. Pero así era. Con el beneplácito aquiescente de tantos y tantos pobres y diablos  que iban a aplaudir la llegada de los figurones que venían con sacos vacíos y se los llevaban llenos de dinero. ¡Cómo hemos cambiado!


Román Rubio
Marzo 2017

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