Con referencia
a mi anterior artículo, LOGSE, he
recibido comentarios de personas remarcando la idea de que la enseñanza privada
(y/o subvencionada) es superior a la pública, y de ahí la mayor demanda existente
en los sitios en que estas entran en competencia. Argumentan que la concertada
es más barata y obtiene mejores resultados. Como profesor de la pública que he
sido durante muchos años les puedo asegurar que esto no es así, o no es así del todo. Ni en
una cosa ni en otra. Y si es así, lo es con matices. Veamos:
El hecho de
que la enseñanza privada sea de pago introduce un poderoso sesgo. Sólo los
pudientes pueden acceder a ella, lo que la hace exclusiva de la clase media-
alta y alta que estadísticamente obtienen mejores resultados que el conjunto de
la población, aunque solo sea por selección natural de la especie. La
concertada introduce “contribuciones” monetarias en concepto de colaboración y
mejoras, material escolar, actividades extraescolares, uniforme, etc. que
encarece el servicio lo suficiente para que las capas más frágiles de la
sociedad se autoexcluyan, con lo que logran, ”cristianamente”, desentenderse de
muchos alumnos de extracto desfavorecido y rendimiento pobre que hacen bajar
los logros. Esta misma circunstancia obliga al sistema a proveer a los centros públicos
con especialistas en logopedia, refuerzos, etc. liberando a los concertados del
gasto y del alumnado con problemas de aprendizaje. Además, la pública, por el
hecho de que no tiene que ser necesariamente rentable, se ocupa de atender las
necesidades rurales de población dispersa en donde a los centros concertados, y
mucho menos los privados, ni se les ve ni se les espera, encareciendo el
producto final. La pública es más cara, sí, pero cubre todo lo poco rentable
del espectro. Alguien lo tiene que hacer.
Si en algún
sitio se puede analizar comparativamente el sistema, aunque con los sesgos que
he apuntado antes es en el Selectivo, las pruebas PAU de acceso a la
universidad. Veamos cuales han sido los resultados de Cataluña en las pruebas
de este curso 2016-2017: Ha habido cuatro chicas que han obtenido la nota
máxima de 9.8: Ivet Boada, del IES Santiago Sobregués Vidal de Girona, María Torras,
del IES Pius Font i Quer de Manresa, Mónica Torrecilla, del Colegio Santa
Teresa Ganduxer (Teresianas) de Barcelona y Anna Sallés del Colegio Aula
Escuela Europea. Todo chicas, dos provenientes de la pública (de Girona y
Manresa) y dos de la privada (ambas de Barcelona, de los barrios ricos de
Pedralves y Sarriá- San Gervasi); es decir, en la gran ciudad, donde la privada
tiene más presencia (es más rentable), la privada se lleva los alumnos
provenientes de las élites, igualando -que no mejorando- las calificaciones de
alumnos de la pública de lugares donde hay menos oferta privada.
La nota más
alta de Tarragona (un 9.75) la ha obtenido Arnau Dolç, del IES Antoni de Martí
i Franqués (centro público) y la más alta de Lleida (9.5) ha sido compartida
por los alumnos Oriol Ruiz y Pol Morer, ambos del IES Samuel Gili i Gaya y Laia
Angrill del IES Arrells II, también público.
¿Dónde está
pues la pretendida superioridad de la enseñanza privada y concertada sobre la
pública? Desde luego, no en la excelencia. Quizá esté en el porcentaje de
alumnos que presentan a selectivo sobre el número total de matriculados, pero
ahí interviene mucho el sesgo de la procedencia familiar del alumnado.
Un par de
cosas tengo claras:
Un buen alumno
es bueno en la enseñanza pública, en la privada y en la concertada.
En igualdad de
condiciones, los alumnos de la pública obtienen tan buenos resultados (a menudo
mejores, como es el caso que nos ocupa) que los de centros privados y
concertados.
Un año más, un
hurra por el profesorado, tanto de la pública como de la privada y concertada,
que ha conseguido sacar, con esfuerzo y dedicación (¡oh, Dios, odio esa
expresión!) lo que los jóvenes llevan dentro.
Román Rubio
Julio 2017
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