CORTESÍA
DIGITAL
Creo haberlo
dicho ya en alguna otra ocasión en este foro. Mis compatriotas –y ahí, de
momento, incluyo a los catalanes- adolecen de cortesía digital (y de otras
muchas formas de cortesía, ya que nos ponemos, como la de la de la conducción).
Opinad en la
red sobre cualquier cosa que sea opinable, por banal que sea. Como es natural
habrá comentarios a favor y en contra y, poco a poco (a veces a partir de la
cuarta o quinta intervención), alguien llamará merluzo a otro y este le
contestará diciéndole que es un paleto, que nunca ha salido de casa y que su
opinión cuenta tanto que se podría meter
la lengua, el dedo o lo que sea por el más oscuro de los orificios. De verdad,
no me refiero a temas relevantes y calientes sino a cosas opinables como el de
si España debería cambiar el horario de Berlín por el de Greenwich. Lo he
comprobado. Y si esto ocurre con temas como el del huso horario, ¿qué no será
con asuntos que levantan ampollas como el de Cataluña o el derecho a existir
del podemismo o Gerard Piqué, cosas que sacan a tantos españoles de quicio?
Pienso que el
mayor pecado del español (y vuelvo a incluir a los catalanes, con perdón) no es
la envidia, como tantas veces se nos ha dicho, sino la ira. La envidia la he visto por todas partes: “green with envy” es
un dicho común en inglés que alude a lo
molesto que resulta soportar que
al vecino (¡ese cabeza loca derrochador!) le toque la lotería o que a ese otro
escribidor tan malo le den el Planeta en vez de dárselo a uno mismo, con lo que
uno se lo merece. El español, o muchos de ellos, es un ser iracundo, permanentemente
cabreado con razón o sin ella, amigo de expresar su cabreo tocando la bocina
mientras conduce, en la cola del ultramarinos y, por supuesto, también, en las
redes.
La ciudadana
Rosa Mª Miras Puigpinós (catalana y española, ella) indignada tras escuchar una
intervención de Inés Arrimadas, subió un mensaje a Twitter llamándole “perra
asquerosa” y expresando su deseo de que la Ciudadana fuera “violada en grupo”,
ante lo que la parlamentaria decidió denunciarla y provocando el asunto el
despido de la injuriante de su puesto de trabajo. No es necesario decir que no
veo ningún delito en el insulto y que la acusación de incitación al odio es, la
mayoría de las veces, por no decir siempre, una patraña. Ahora bien: si la ciudadana
María Miras ha sido despedida de su trabajo por maleducada (y no por la
decisión de un juez), ¿qué quieren que les diga? No me da ninguna pena. Alguien
debería de haberle explicado a esa señora (o mejor aún, esa señora debería
haber aprendido por ella misma) que el insulto es inaceptable, que no hay nada
que se pueda escribir sobre una persona que no sea susceptible de ser dicho a
la cara y que, por muy antagonista política e ideológicamente que sea de
alguien, no la veo llamando “perra asquerosa” a nadie si se la cruza en “El
Corte Inglés”, sea esta diputada o novia de su sobrino. A la señora le debían
de haber explicado (o más bien, ella debería haber aprendido) que cuando uno
escribe algo y lo difunde, sea en un blog o en una red social, lo “publica” -lo
hace público- con su firma y que desde ese momento está sujeto a cualquier
represalia sea esta penal o social. Así ha sido y de ese modo se ha actuado en
los mundos editorial y periodístico desde tiempos inmemoriales. Es en el
momento en que el pueblo llano y, en gran medida, inculto y maleducado toma los
mandos de la edición cuando se produce la eclosión de estos atropellos verbales
en forma de insultos y faltas de respeto, cosas inauditas en el mundo de la
edición profesional. La grandeza de internet es que cualquiera, sin el respaldo
ni la aquiescencia de ningún grupo editorial puede editar sus mensajes para el
mundo, pero esto paga el tributo bien conocido en el ámbito del juego de “carta
en la mesa está presa”.
Desde aquí,
desde este humilde blog, lanzo un aviso a mis lectores y al mundo de las redes
en general:
1º.- No digas
nada a nadie ni de nadie que no seas capaz de decírselo a la cara. El parapetarse
en la pantalla de internet y su semianonimato es de cobardes, como lo es el hecho
de amedrentar a otros con la bocina protegidos por la carrocería de un coche.
2º.- Piensa
que cuando subes algo a la red te estás editando. No escribas por tanto nada
que no pudiera ser publicado en cualquier medio periodístico.
3º Sé cortés.
Expón tus argumentos (si los tienes y sabes hacerlo) en contra de cualquier
idea contraria a las tuyas de manera inflexible pero sin insultar. La
descortesía y el insulto son prerrogativa del débil, del inculto y de quien
está lleno de bilis.
4º Ofender es
muy fácil. Cualquiera es capaz de hacerlo. Persuadir, convencer, o,
simplemente, discrepar y argumentar es
mucho más difícil. Y más por escrito, puesto que, en primer lugar, hay que
tener las ideas claras, después hay que saber ordenarlas construyendo un
argumentario y finalmente hay que ser capaz de expresarlo por escrito, cosa que no todos llegaron a aprender en la escuela.
Román Rubio
Septiembre
2017
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