sábado, 23 de septiembre de 2017

ME HAGO PODEMITA

ME HAGO PODEMITA
Lo tengo claro. Me hago Podemita. O de sus confluencias, mareas, allegados, socios adláteres o lo que sean. Al menos, hasta la próxima, en que me haga de cualquier otra cosa. Y lo hago por varios motivos: en primer lugar por poner distancia con la burricie de cierto españolismo que odia tanto al podemismo que logran hacerlo atractivo; en segundo lugar por rechazo a los empecinados independentistas que tienen en el interés económico,  en el énfasis de la diferencia, en la insolidaridad con los otros y en el alzamiento de barreras los verdadero motivos de sus pretensiones y en  tercer lugar porque es en el único campo en el que veo sentido común, aparte del  PSOE, que está desdibujado, el pobre.
No vi el programa de Wyoming el otro día pero vi algún extracto en la red y de verdad, el hecho de ver sentadas codo con codo y en relación de cortesía, complicidad, entendimiento y hasta de amistad a las alcaldesas de Madrid y Barcelona me conquistó. ¡Dios!, pensé: “qué buen vasallo, si hubiese buen señor”. Algunos (y algunas) quisieron ver en el hecho de que ambas sean mujeres la razón de la armonía. Es falso: es el hecho de que sean Carmena y Colau y no el que sean mujeres. No es así. Imaginen sino a Pilar Rahola y a la de las peras y las manzanas (si pueden imaginarlas juntas) y verán.

 Me hago cargo que Colau está bailando hace tiempo la rumba entre dos aguas sin guitarrista de Algeciras y que a Carmena le tienen ganas muchos españolitos añorantes  de procesiones con general bajo palio, Virgen patrona y Cofradía de la Hiel (que no de la miel). No la pueden ver. Y que aprovechan cualquier circunstancia para expresarle su desprecio, tenga o no razón. Si lo dice Carmena es mentira, es ridículo o ambas cosas. Allá ellos. Ante cualquier iniciativa de concordia y sentido común, estos preferirían ver tanques y Guardias Civiles y en vez de un diálogo civilizado y sereno como el que protagonizaron Carmena y Colau en un programa -por cierto, conducido por un madrileño y una catalana-  preferirían ver allí sentados (o mejor cada uno desde un estudio diferente) a dos tipos como Aznar y Junqueras, a cara de perro, azuzando a  sus mesnadas, sin tener quizá en cuenta que nunca, nunca había ganado ERC -y el independentismo catalán en general- tanto terreno y tantos votos como cuando estuvo el caballero Aznar al frente del gobierno central, pese a los esfuerzos de Rajoy por “mejorar”  las cifras independentistas. El programa, en beneficio del esperpento,  podría haber estado conducido por, digamos, el sacristán de bolilla Giménez Losantos y Carod Rovira. Y Francisco de Goya como documentalista ayudado por Azcona con lo del guión.
Lo cierto es que las dos alcaldesas dieron una lección de civilidad y sentido común al que algunos llaman seny. Carmena, el demonio de los  ultramontanos es, en realidad ,el Tío Lucas, el del Sombrero de tres picos de Alarcón, ¿recuerdan?

(…) tan pronto como empezaba a penetrarse dentro de él aparecían sus perfecciones, y que estas perfecciones principiaban en los dientes. Luego venía la voz, vibrante, elástica, atractiva; varonil y grave algunas veces, dulce y melosa cuando pedía algo, y siempre difícil de resistir. Llegaba después lo que aquella voz decía: todo oportuno, discreto, ingenioso, persuasivo... Y, por último, en el alma del tío Lucas había valor, lealtad, honradez, sentido común, deseo de saber y conocimientos instintivos o empíricos de muchas cosas, profundo desdén a los necios, cualquiera que fuese su categoría social, y cierto espíritu de ironía, de burla y de sarcasmo, que le hacían pasar, a los ojos del Académico, por un D. Francisco de Quevedo en bruto.

Y esto es lo que saca de quicio a los intransigentes y beligerantes que sirvieron a Goya de modelos con sus garrotes y la tierra hasta las rodillas. Como el Comendador de la obra de Pedro Ruiz de Alarcón, tratarán de desacreditarla con engaños, trampillas,  subterfugios y torticeras interpretaciones. Lo intentan, pero al final siempre se estrellan con el muro del sentido común de la alcaldesa de Madrid.  Esa es mi Carmena, incólume ante lo bronco, lo malencarado y la bilis de los de la Cofradía de la Hiel, de los que hacen lo posible por parecerse al Comendador. Y lo consiguen.


Román Rubio
Septiembre 2017

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