L’ESTACA
si jo l’estiro fort
per aquí i tu l’estires fort per allà
A la Unión
Europea le pasa como a la estaca de Lluis LLach: que unos le estiran por aquí y
otros la estiran por allá. Al final,
segur que tomba, tomba, tomba i ens podrem alliberar, aunque me temo que
nos liberaremos de un espacio sin fronteras y del estado de derecho más
perfecto y envidiado del mundo para caer en una realidad más parcelada,
localista y de andar por casa. Eso sí, con muchas banderas y mucho fervor
“popular”.
Lo dijo
Juncker en respuesta a las pretensiones catalanas: No quiero una Unión Europea
de 90 países. La iniciativa catalana puede desencadenar una fracturación en
cadena (Padania, País Vasco,
Flandes-Valonia, Escocia…) originando un galimatías de patrias chicas, cada
cual con su idioma irrenunciable y su baile nacional, que haría imposible una
gobernanza real, además de provocar una mayor insolidaridad entre regiones. Si
a esto añadimos la complejidad de los acuerdos nuevos de adhesión con sus equilibrios
de unanimidades y vetos y los intereses (o no) de las grandes empresas europeas
en la fragmentación nos hacemos idea del escenario al que se enfrenta la Unión.
Y este
amenazador ataque viene en el momento en
que se está negociando el Brexit, tras
un insensato referéndum diseñado para
acabar con las disensiones en un partido que acabó con la petición de salida de
uno de los grandes. Para ver el absurdo al que los británicos llevaron a sus
gentes solo señalaré un dato: Ni la Primera Ministra, Theresa May, ni el Ministro
de Economía, Philip Hammond –los conductores de la desconexión- apoyaron en su momento el Brexit. Pero no solo
eso: preguntados qué votarían en caso de repetirse un segundo referéndum, ambos
se han negado a contestar, lo que resulta chocante, tratándose de quienes
tienen que conducir el proceso. A ver si lo he entendido: estáis conduciendo al
país por una senda que creéis que no le conviene, siguiendo el mandato de un
referéndum en el que votasteis lo contrario y que no habríais, jamás, convocado.
¿Cuánto creen
que puede durar una estructura tan
ambiciosa y delicada como la Unión con este tipo de amenazas centrífugas?
Siempre creí
que la oposición izquierda-derecha era la dialéctica que propiciaba la acción
política. No es cierto: lo que hoy delimita, tensiona y propicia el debate
político no es la mejora de las condiciones de vida de una “clase” social en
detrimento de los privilegios adquiridos por otra. El verdadero motor político
de hoy, como de siempre, es el territorio y su ocupación por la “tribu”. Muchos
ingenuos que creíamos que el asunto de las banderas había quedado enterrado
tras las dos guerras europeas del siglo XX. Los partidos llamados populistas de
extrema derecha, tan en boga en casi toda Europa, lo son solo por su expresión de
“amor a la patria”, preservación de la soberanía nacional, étnica y cultural y
exclusión, más o menos explícita, de los
que no pertenecen a ella. Y no porque quieran preservar los privilegios de los
poderosos en perjuicio de los de las clases populares como identificábamos como
premisa de la derecha. Hoy, en Cataluña, los de la CUP, poco sospechosos de ser
de derechas, abogan por los mismos principios de sublimación del terruño
sumándose a los postulados de la derecha más cazurra y convirtiendo la reclamación
territorial en un fenómeno transversal: de izquierdas, de derechas, de centro,
de jóvenes, de viejos de clases altas y bajas, de barrio burgués y de suburbio.
Se trata de la Patria, idiota.
No pretendo
anticipar un panorama apocalíptico como los que vivió Europa en el pasado por
culpa de sus fronteras ni estoy profetizando el advenimiento de una nueva guerra.
Solo estoy anticipando el deterioro o incluso destrucción del sueño de la Unión
Europea tal y como hoy la conocemos en aras a convertirse en un mercado más o
menos común entre un puzzle de
pequeños países muy amantes de sus banderas y sus ombligos, pensando en pequeño y firmando acuerdos
bilaterales sobre fronteras comerciales y de tráfico de personas entre ellos.
Hay muchos
estirando de la estaca. Por aquí y por allá. Algunos (no sé si la mayoría) esperamos que aguante. En
beneficio de la mejor Europa de las posibles. Sin fronteras. La de hoy.
Román Rubio
Octubre 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario