martes, 17 de octubre de 2017

L’ESTACA

L’ESTACA
si jo l’estiro fort per aquí i tu l’estires fort per allà

A la Unión Europea le pasa como a la estaca de Lluis LLach: que unos le estiran por aquí y otros la estiran por allá. Al final, segur que tomba, tomba, tomba i ens podrem alliberar, aunque me temo que nos liberaremos de un espacio sin fronteras y del estado de derecho más perfecto y envidiado del mundo para caer en una realidad más parcelada, localista y de andar por casa. Eso sí, con muchas banderas y mucho fervor “popular”.

Lo dijo Juncker en respuesta a las pretensiones catalanas: No quiero una Unión Europea de 90 países. La iniciativa catalana puede desencadenar una fracturación en cadena  (Padania, País Vasco, Flandes-Valonia, Escocia…) originando un galimatías de patrias chicas, cada cual con su idioma irrenunciable y su baile nacional, que haría imposible una gobernanza real, además de provocar una mayor insolidaridad entre regiones. Si a esto añadimos la complejidad de los acuerdos nuevos de adhesión con sus equilibrios de unanimidades y vetos y los intereses (o no) de las grandes empresas europeas en la fragmentación nos hacemos idea del escenario al que se enfrenta la Unión.

Y este amenazador ataque  viene en el momento en que se está negociando el Brexit,  tras un insensato  referéndum diseñado para acabar con las disensiones en un partido que acabó con la petición de salida de uno de los grandes. Para ver el absurdo al que los británicos llevaron a sus gentes solo señalaré un dato: Ni la Primera Ministra, Theresa May, ni el Ministro de Economía, Philip Hammond –los conductores de la desconexión-  apoyaron en su momento el Brexit. Pero no solo eso: preguntados qué votarían en caso de repetirse un segundo referéndum, ambos se han negado a contestar, lo que resulta chocante, tratándose de quienes tienen que conducir el proceso. A ver si lo he entendido: estáis conduciendo al país por una senda que creéis que no le conviene, siguiendo el mandato de un referéndum en el que votasteis lo contrario y que  no habríais, jamás, convocado.

¿Cuánto creen que puede durar una estructura  tan ambiciosa y delicada como la Unión con este tipo de amenazas centrífugas?

Siempre creí que la oposición izquierda-derecha era la dialéctica que propiciaba la acción política. No es cierto: lo que hoy delimita, tensiona y propicia el debate político no es la mejora de las condiciones de vida de una “clase” social en detrimento de los privilegios adquiridos por otra. El verdadero motor político de hoy, como de siempre, es el territorio y su ocupación por la “tribu”. Muchos ingenuos que creíamos que el asunto de las banderas había quedado enterrado tras las dos guerras europeas del siglo XX. Los partidos llamados populistas de extrema derecha, tan en boga en casi toda Europa, lo son solo por su expresión de “amor a la patria”, preservación de la soberanía nacional, étnica y cultural y exclusión, más o menos explícita,  de los que no pertenecen a ella. Y no porque quieran preservar los privilegios de los poderosos en perjuicio de los de las clases populares como identificábamos como premisa de la derecha. Hoy, en Cataluña, los de la CUP, poco sospechosos de ser de derechas, abogan por los mismos principios de sublimación del terruño sumándose a los postulados de la derecha más cazurra y convirtiendo la reclamación territorial en un fenómeno transversal: de izquierdas, de derechas, de centro, de jóvenes, de viejos de clases altas y bajas, de barrio burgués y de suburbio. Se trata de la Patria, idiota.

No pretendo anticipar un panorama apocalíptico como los que vivió Europa en el pasado por culpa de sus fronteras ni estoy profetizando el advenimiento de una nueva guerra. Solo estoy anticipando el deterioro o incluso destrucción del sueño de la Unión Europea tal y como hoy la conocemos en aras a convertirse en un mercado más o menos común entre un puzzle de pequeños países muy amantes de sus banderas y sus ombligos,  pensando en pequeño y firmando acuerdos bilaterales sobre fronteras comerciales y de tráfico de personas entre ellos.

Hay muchos estirando de la estaca. Por aquí y por allá. Algunos (no sé si  la mayoría) esperamos que aguante. En beneficio de la mejor Europa de las posibles. Sin fronteras. La de hoy.

 Román Rubio
Octubre 2017

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