jueves, 21 de diciembre de 2017

PAROLE, PAROLE

PAROLE, PAROLE
 Como viene ocurriendo desde el 2013, Fundéu, la Fundación creada para el fomento del (buen) uso del español, ha sacado la lista de las palabras del año, aquellas que han ido trayendo los acontecimientos, sean neologismos o no. Tras el proceso de selección, los miembros de la Fundación eligen una. En 2013 fue escrache, en 2014, selfi; en 2015, refugiado y en 2016, populismo, que bien podía haber sido posverdad, como lo fue para los del Oxford Dictionary of English.

Las palabras preseleccionadas para recibir el galardón de la palabra del año son:

Aporofobia: Significa “miedo, rechazo o temor irracional a los pobres, a los indigentes”. Etimológicamente se compone de las palabras griegas áporos (pobre) y phóbos (miedo o temor) y fue propuesta por primera vez por la Catedrática de Ética de la Universidad de Valencia, Adela Cortina, para diferenciar el concepto de otros como xenofobia (miedo o rechazo al extranjero). Algunos lingüistas han criticado el indudable hallazgo léxico alegando que la Catedrática lo es de Filosofía y no de lingüística o Griego Clásico y que el verdadero significado de áporos no es el de pobre o indigente, pero lo cierto es que se ha impuesto por mérito propio. Es sonora y permite la derivación aporófobo, lo que en boca del Capitán Haddock luciría muy bien.
Aprendibilidad: Una horterada. Traducción literal de la inglesa learnability. Es fea, es larga y es pretenciosa. Le veo poco futuro. A mí, no me la oirán.
Bitcóin: Lo mismo que bitcoin, pero con tilde,  por ser aguda terminada en “n”. Muchos seguiremos usando bitcoin, aunque sea en negrita.
Destripe: La inglesa spoiler se ha arraigado tanto que no le auguro mucho recorrido al destripe este.
Machoexplicación: He aquí otro ejemplo típico de calco lingüístico. Si el año pasado el manspreading dio lugar al simpático y enormemente descriptivo “despatarre” para nombrar a esa irritante costumbre del varón de sentarse con las piernas abiertas, este año el mansplaining ha generado el forzado machoexplicación, mucho más anodino, en mi opinión, para designar una cierta actitud paternalista del discurso masculino para con la mujer.
Noticias falsas: Ya lo saben: fake news. Hasta la vicepresidenta lo dice en inglés. Y con poca gracia, como siempre que abre la boquita.
Odiador: No sé porqué aparece en la lista. Tampoco la oigo tanto. Quizá sea común en Latinoamérica… Traducción de la inglesa hater  (el que odia, el resentido), de la misma manera que lover es el que ama y spoiler es –también- el que echa a perder alguna cosa. ¡Ah! Y el hatter, que no odia necesariamente a nadie. Es un sombrerero, que, como Alicia y todo el mundo anglosajón sabe, suele estar loco.
Soñadores: Otra. De dreamers.
Superbacteria: ¡Ay, dios, qué miedo! Es una bacteria resistente a los antibióticos. O algo así.
Trans: Acortamiento de transgénero, transexual… Mi favorita, sin embargo, en el campo semántico es la expresión, para mí, novedosa de “género no binario”, pero esa no está en la lista.
Turismofobia: Otro hallazgo. Redonda, expresiva, llena de significado denotativo y connotativo. Una joya semántica con un  gran recorrido. Y también con interesantes derivaciones como turismófobo. Otra para el Capitán Haddock.
Uberización: Para designar plataformas de economía colaborativa a través de internet.

Todas estas palabras han sido objeto, según Joaquin Muller  -Presidente de Fundéu-, de estudio y análisis por parte de la Fundación a lo largo de 2017. El 29 de diciembre se dará a conocer la ganadora. Yo tengo la mía. Predigo que será turismofobia. Ya estoy deseando gritarle a alguno: ¡Ectoplasma! ¡Antropófago! ¡Ornitorrinco! ¡Turismófobo!



Román Rubio

No hay comentarios:

Publicar un comentario