¡JUA, JUA, JUA, JUA!
Siempre he dicho que si no existiera Carmena habría
que inventarla. La combinación Carmena-Madrid garantiza el sainete. O, mejor aún:
Carmena-Madrid-Cabalgata de Reyes. Hace dos años fueron los trajes Merlín o
Cortina de Baño lo que provocó las iras de los ñus de la meseta, que no han
iniciado la gran migración a Gandía por estas fechas. El año pasado, en que
Carmena se comportó cual Señorita Rottenmeier, vistiendo a los Reyes con
tradición y decoro, fue un periodista el que tratando de ridiculizar a Carmena,
al Podemismo y a todo lo que se moviera, tomó a Copérnico por Colón. Este año
otro tipo con micrófono confundió cándidamente el nombre de Einstein mientras
entrevistaba a un niño, llamando al sabio alemán Alfred, en vez de Albert. Nimio error. ¿Quién no ha confundido alguna
vez un Alberto con un Alfredo o un Adolfo? Quien firma este artículo, de nombre
Román, está acostumbrado a que le llamen Ramón, Germán y otras aproximaciones
igualmente ridículas. La diferencia entre un reportero y otro es que uno comete
un pequeño error y el otro, con su ignorancia desvela su maledicencia, quedando
ridiculizado. Él mismo destapa su propia bellaquería. Y eso es divertido.
Este año, como novedad, el sainete estaba en
Vallecas, en donde el colectivo LGTB había preparado una divertida carroza que
fue vista por los mamíferos artiodáctilos en circunscripción invernal como un ataque a la
decencia y las buenas costumbres. Los Reyes son los Reyes, oí decir a algunos
destiladores de la pureza que, sin embargo, no ven ningún inconveniente en que
también lo sean Macy’s, Wall Mart… digo… El Corte Inglés, Iberdrola o
Mercadona, que por un momento me había equivocado de cabalgata.
Hace un par de años escribí un artículo en este
mismo blog titulado Reyes Magos https://romanrubio013.blogspot.com.es/2016/02/reyes-magos.html, en el que
explicaba algunas cosas acerca de lo que el Nuevo Testamento dice sobre los
Reyes (o los Magos) como se les conoce en otros idiomas.
Para empezar, solo en el evangelio de Mateo se habla
de ellos. Ni Marcos, ni Lucas ni Juan dicen nada de visitantes regios. Mateo escribió
su Evangelio por los años 70 de nuestra era en arameo, aunque a nosotros nos ha
llegado sólo la versión griega. En la traducción al español (del griego clásico)
se lee: “Después de nacer Jesús en Belén
de Judea, unos magos llegaron de Oriente a Jerusalén preguntando: ¿dónde está
el Rey de los judíos que ha nacido?” De modo que de reyes, nada. Al menos
según Mateo. En la Enciclopedia Británica, en su entrada sobre los Magos se
lee: Magi, singular Magus, also called
Wise Men. The noble pilgrims “from the East” who followed a
miraculous guiding star… (Matthew 2:1 – 12)
Y sigue:
Eastern traditions sets the
number of Magi at 12, but western traditions set their number at three,
probably based on the three gifts of gold….
Es decir: que para
empezar, los vestidos Cortina de Baño podrían ser perfectamente respetuosos con la tradición en la medida en
que en ningún sitio se les señala como reyes (al menos no en el Evangelio de
Mateo ni en la Enciclopedia Británica). Y que, aunque la tradición oriental
estipulara doce el número de Magos, la occidental prefirió tres para que
cuadrara con el número de regalos.
Por todo ello, vamos a
convenir en que:
1º.- Las indumentarias
novedosas son bienvenidas, sobre todo si son imaginativas y más aún si son más
fieles a las fuentes que las tradicionales, entendiendo por “tradicionales” las
que gustan a las diputadas del PP y a
sus hijitas.
2º.- Nadie se cree que
esos tipos con barbas postizas sean verdaderos Reyes, ni nada. Los niños hacen
como que se lo creen y los adultos hacen como que se creen que los niños se lo
creen. Como en la canción de Luz Casal: “Tú juegas a engañarme, yo juego a que
te creas que te creo”. Hasta que el gran Chiquetete decidió quitarse las barbas
y proclamar: “Yo soy un cantante”.
3º.- En la Cabalgata de
los Reyes caben todos. Los Reyes Magos, El Corte Inglés, Iberdrola, el Parque
de Bomberos, el colectivo LGTB, las coristas de El Molino y todo aquel que añada espectáculo, brillo,
diversión y fantasía. Aunque no se lo crea (casi) nadie.
Román Rubio
Enero 2018
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