lunes, 16 de abril de 2018

JUBILADOS



JUBILADOS




Día sí día también las calles se llenan de jubilados encolerizados por lo que (según muchos) es una subida tacaña de la pensión. El Gobierno ofrece un 0.25% de subida y el IPC aumenta ¿el 1.1%?  Y en esas estamos: que si la pérdida de poder adquisitivo, que si tal, que si cual. Total, por unos pocos euros que ni son solución para el jubilado ni lo es para el gobierno. El gobierno (todos los gobiernos) se dan cuenta de estar en una  situación inasumible, que el sistema no se puede mantener y se tira tierra a los ojos subiendo una cantidad irrisoria para aplazar el problema; y los jubilados, que intuyen que el sistema se colapsa, piden unos eurillos más sin darse cuenta (o sin querer hacerlo) de que el verdadero problema es que, en algún momento, llegará un gobierno que no podrá pagar la nómina. Ni corregida ni sin corregir con el IPC. Así de sencillo.

¿Y eso, por qué? Pues por lo que ya saben: las pensiones se pagan bien por imposiciones de los trabajadores o por aportaciones del estado, vía impuestos. Los trabajadores nuevos son pocos y delgaduchos: vendedores de crecepelos por teléfono, repartidores, captadores callejeros de ONGs, empaquetadores de compras online, dependientes,  vigilantes, camareros y kellies que poco pueden aportar a las arcas del trabajo —bastante tienen con sobrevivir—. También hay informáticos, ingenieros y arquitectos, y muy buenos, pero esos suelen ser becarios de magro sueldo desarrollando trabajo de profesional o bien están trabajando en Alemania cobrando un buen dinero y aportan allí. La segunda manera de financiar las pensiones es la aportación del estado vía impuestos con lo que habría que subir estos, cosa que, según los expertos, no traería sino huída de capital de los grandes y asfixia de la pequeña empresa, de los autónomos y de los emprendedores. Mal asunto.
Lo cierto es que cada año hay más jubilados y con pensiones mayores mientras que los que aportan son los mismos (o menos) con sueldos de colibrí. Así,  los meses de la extraordinaria, el gobierno tiene que echar mano del fondo de la hucha de las pensiones que ha pasado de tener 66.815 millones en 2011 a cero hoy en día. Y todo en un momento de vacas godas en que los astros están alineados a favor de la economía de un país que debería estar ahorrando para (como dicen los ingleses) los días de lluvia. A saber:

Las exportaciones van viento en popa. En 2017 se exportó por valor de 277.126 millones de euros, un 8.9% más que el año anterior. Por cierto: la autonomía líder en exportación es Cataluña, con un 25,6% del total.
El turismo (nuestra mayor y más exitosa industria) rompe cada año las costuras del corsé. En 2017 se registraron 82.5 millones de entradas de turistas, más turistas que nunca y más que nadie en el mundo, exceptuando Francia,  que hicieron un gasto de 87.000 millones de euros (un 12.4% más que el año anterior). Adivinen cual es la región española líder en el sector.
El petróleo y el gas (fuentes energéticas que España tiene que comprar en el extranjero —casi— en su totalidad) se mantienen a precios razonables. De hecho, el precio del barril de crudo ha desaparecido de los telediarios.
La financiación del Reino de España está garantizada por un Banco Central Europeo que decidió en su momento intervenir con sus reservas siempre que fuera necesario para garantizar la viabilidad financiera del país. Desde ese mismo momento la famosa Prima de Riesgo, que irrumpió sin ser invitada en un momento de nuestras vidas,  ha desaparecido en la bruma como si se tratara de nuestras semiolvidadas primas de Reus o de Ponferrada.

¿Me pueden decir que tiene que ocurrir para que el sistema de pensiones sea solvente? ¿Y, qué ocurrirá cuando dos o tres de estas circunstancias soplen de cara? Porque ocurrir, todos sabemos que ocurrirá. Según Murphy y mi abuela, lo que pasa una vez, vuelve a pasar. Siempre.
Lo tengo dicho: tendremos que acostumbrarnos a vivir con menos. No pasa nada. Un coche pequeño mejor que uno grande y una scooter puede sustituir al pequeño. No hay porqué jugar al golf; la petanca es también muy distraída y el viaje al Perito Moreno siempre pueden ser sustituido por las fiestas del pueblo, que son tan divertidas o más. El huerto es una buena y barata opción para proveer la casa de verduras frescas que son más sanas que las carnes rojas y si nos da el terreno para tener unas gallinitas, mejor que mejor. Y a lo nuestro: a clases de Pilates tres veces a la semana, media hora de meditación diaria y a seguir con nuestros hábitos de desayunar nuestra quinoa,  nuestro té verde y nuestro tallito de apio mojado en zumo de tomate ecológico acompañado de dos nueces los domingos. Y a vivir que son dos días. O 120 años, ¿quién sabe?

Román Rubio
Abril 2018

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