BUEN CAMINO
Acabo de hacer el tramo del
Camino de Santiago del Norte de Gijón (Asturias) a Ribadeo (Lugo), de unos 140
kilómetros, con lo que, por el momento, he completado a pie gran parte de la
cornisa cantábrica, de Irún a Galicia, en varias acometidas. Primero atravesé
el País Vasco; en otra ocasión Cantabria, y en dos veces (hay que ver lo ancha
que es), Asturias.
He venido algo cansado, con los
pies doloridos y una notable tendinitis con una ligera inflamación en el
tobillo izquierdo. Extenuado, pero con el firme propósito de volver en otra
ocasión a continuar un Camino que, por otra parte, no es el primeo que hago.
Al Camino de Santiago se le ama o
se le odia. A lo largo de mis incursiones he conocido a verdaderos adictos.
Gentes que vienen de Brasil, Canadá o Australia a atravesar España a pie para
repetir la experiencia tres, cuatro o más veces recorriendo el Camino Francés,
el Portugués, el del Norte o el Primitivo; a veces, para volver a empezar el
ciclo. Acompañados o solos y contentos de verse paseando sus pensamientos por
esas sendas de Dios. Tengo, por otra parte, amigos y familiares que ven en el
empeño de caminar largas distancias acarreando una mochila, sufriendo
inclemencias climatológicas, aguantando llagas, ampollas y fístulas en los pies
y otras incomodidades propias de la larga marcha, una estupidez, acrecentada
por el hecho de hacerlo voluntariamente. Son los amigos de la comodidad.
Quienes, de manera plausible, piensan que las penalidades y los esfuerzos,
cuanto más lejos mejor. Son los Sancho Panzas de este mundo, que de todo tiene
que haber en la viña del señor.
Pero, hablemos de cifras: En el
año 2017, la Oficina del Peregrino de la Catedral de Santiago expidió 301.036
certificados o compostelanas de gente que había completado el Camino, al menos,
en sus últimos 100 kilómetros, lo que quiere decir que, si bien muchos
comenzaron en Sarria o Tuy (los últimos tramos), otros muchos recorrieron
tramos sin llegar a la meta. Por otra parte, no la totalidad de personas que
hacen el Camino quieren obtener una certificación que (entre ustedes y yo)
sirve para poco y se guardan el pasaporte sellado que (ese sí) puede tener
mayor valor documental y sentimental. Consideremos, pues, solo las cifras
oficiales que da la Oficina del Peregrino de Santiago en beneficio del
argumento.
El 92.5% de los peregrinos hicieron
el Camino a pie y el 7.29% en bicicleta, 417 personas lo hicieron a caballo,
143 a vela y 43 en silla de ruedas. El 49.2% de ellos fueron mujeres y el 50.8%
hombres, aunque repartidos de manera desigual: los hombres superan con mucho a
las mujeres en los meses de diciembre, enero y febrero (en enero sumaron un
67%).
Los extranjeros, 168.577 (55.99%)
el pasado año, superaron ampliamente a los españoles, 132.478 (44.01%), excepto
en los meses de julio y agosto, los meses más concurridos, en que los españoles
supusieron el 57.08% y el 59.29% de las llegadas. En el mes de mayo, por
ejemplo, el porcentaje de extranjeros entre los más de 35.300 caminantes que
recorren los caminos de España supuso el 73.78%.
Los meses más concurridos son,
como es previsible, julio y agosto, en donde se registran llegadas en torno a
los 60.000 peregrinos y los menos concurridos son enero y febrero, meses en los
que se registran cifras de alrededor de los 1.500.
Por nacionalidades, los 27.073
italianos, (16.06%), son los más numerosos, seguidos de los alemanes (13.78%),
y los estadounidenses (10.40%), pero estas cifras se distorsionan si se analizan
por meses. Si obviamos los meses de julio y agosto, en que los italianos ganan
por goleada, los reyes del Camino son los alemanes, los más numerosos en casi
todos los meses del año si exceptuamos octubre, en que los norteamericanos les
superan ligeramente, diciembre, en que les superan los portugueses y los meses
duros y fríos de enero y febrero en que los extranjeros más numerosos son… ¡A
ver si lo adivinan ustedes! Exacto: los coreanos. En enero del año pasado se
presentaron en las oficinas compostelanas 209 coreanos (el 26.42% de los
caminantes del frío mes) y en febrero, 265. ¿Qué les parece? Soy un gran amante
del Camino, por lo que estoy predispuesto a entender cualquier argumento en su
defensa, a pesar de las incomodidades, las inclemencias y otras penurias; pero,
la verdad, la explicación de por qué cientos de coreanos deciden que lo mejor
que les puede pasar en sus vidas es tomar un vuelo al otro lado del mundo para
recorrer a pie la estepa leonesa en pleno invierno, con temperaturas bajo cero
y alojándose en albergues, a menudo sin calefactar, les aseguro que se me
escapa.
Román Rubio
Septiembre 2018