domingo, 30 de septiembre de 2018

BUEN CAMINO



BUEN CAMINO



Acabo de hacer el tramo del Camino de Santiago del Norte de Gijón (Asturias) a Ribadeo (Lugo), de unos 140 kilómetros, con lo que, por el momento, he completado a pie gran parte de la cornisa cantábrica, de Irún a Galicia, en varias acometidas. Primero atravesé el País Vasco; en otra ocasión Cantabria, y en dos veces (hay que ver lo ancha que es), Asturias.
He venido algo cansado, con los pies doloridos y una notable tendinitis con una ligera inflamación en el tobillo izquierdo. Extenuado, pero con el firme propósito de volver en otra ocasión a continuar un Camino que, por otra parte, no es el primeo que hago.

Al Camino de Santiago se le ama o se le odia. A lo largo de mis incursiones he conocido a verdaderos adictos. Gentes que vienen de Brasil, Canadá o Australia a atravesar España a pie para repetir la experiencia tres, cuatro o más veces recorriendo el Camino Francés, el Portugués, el del Norte o el Primitivo; a veces, para volver a empezar el ciclo. Acompañados o solos y contentos de verse paseando sus pensamientos por esas sendas de Dios. Tengo, por otra parte, amigos y familiares que ven en el empeño de caminar largas distancias acarreando una mochila, sufriendo inclemencias climatológicas, aguantando llagas, ampollas y fístulas en los pies y otras incomodidades propias de la larga marcha, una estupidez, acrecentada por el hecho de hacerlo voluntariamente. Son los amigos de la comodidad. Quienes, de manera plausible, piensan que las penalidades y los esfuerzos, cuanto más lejos mejor. Son los Sancho Panzas de este mundo, que de todo tiene que haber en la viña del señor.

Pero, hablemos de cifras: En el año 2017, la Oficina del Peregrino de la Catedral de Santiago expidió 301.036 certificados o compostelanas de gente que había completado el Camino, al menos, en sus últimos 100 kilómetros, lo que quiere decir que, si bien muchos comenzaron en Sarria o Tuy (los últimos tramos), otros muchos recorrieron tramos sin llegar a la meta. Por otra parte, no la totalidad de personas que hacen el Camino quieren obtener una certificación que (entre ustedes y yo) sirve para poco y se guardan el pasaporte sellado que (ese sí) puede tener mayor valor documental y sentimental. Consideremos, pues, solo las cifras oficiales que da la Oficina del Peregrino de Santiago en beneficio del argumento.

El 92.5% de los peregrinos hicieron el Camino a pie y el 7.29% en bicicleta, 417 personas lo hicieron a caballo, 143 a vela y 43 en silla de ruedas. El 49.2% de ellos fueron mujeres y el 50.8% hombres, aunque repartidos de manera desigual: los hombres superan con mucho a las mujeres en los meses de diciembre, enero y febrero (en enero sumaron un 67%).
Los extranjeros, 168.577 (55.99%) el pasado año, superaron ampliamente a los españoles, 132.478 (44.01%), excepto en los meses de julio y agosto, los meses más concurridos, en que los españoles supusieron el 57.08% y el 59.29% de las llegadas. En el mes de mayo, por ejemplo, el porcentaje de extranjeros entre los más de 35.300 caminantes que recorren los caminos de España supuso el 73.78%.
Los meses más concurridos son, como es previsible, julio y agosto, en donde se registran llegadas en torno a los 60.000 peregrinos y los menos concurridos son enero y febrero, meses en los que se registran cifras de alrededor de los 1.500.

Por nacionalidades, los 27.073 italianos, (16.06%), son los más numerosos, seguidos de los alemanes (13.78%), y los estadounidenses (10.40%), pero estas cifras se distorsionan si se analizan por meses. Si obviamos los meses de julio y agosto, en que los italianos ganan por goleada, los reyes del Camino son los alemanes, los más numerosos en casi todos los meses del año si exceptuamos octubre, en que los norteamericanos les superan ligeramente, diciembre, en que les superan los portugueses y los meses duros y fríos de enero y febrero en que los extranjeros más numerosos son… ¡A ver si lo adivinan ustedes! Exacto: los coreanos. En enero del año pasado se presentaron en las oficinas compostelanas 209 coreanos (el 26.42% de los caminantes del frío mes) y en febrero, 265. ¿Qué les parece? Soy un gran amante del Camino, por lo que estoy predispuesto a entender cualquier argumento en su defensa, a pesar de las incomodidades, las inclemencias y otras penurias; pero, la verdad, la explicación de por qué cientos de coreanos deciden que lo mejor que les puede pasar en sus vidas es tomar un vuelo al otro lado del mundo para recorrer a pie la estepa leonesa en pleno invierno, con temperaturas bajo cero y alojándose en albergues, a menudo sin calefactar, les aseguro que se me escapa.


Román Rubio
Septiembre 2018

sábado, 15 de septiembre de 2018

BLASFEMIAS


BLASFEMIAS




Oí contar a mi padre que en los remotos años 20 del siglo pasado, había llegado a conocer la línea de diligencia que comunicaba a diario Albarracín y Teruel. Al gobierno del carruaje había un tipo entrañable y endurecido por el clima inclemente de los llanos de Teruel. El personaje tenía algunos vicios y otras tantas virtudes. Entre los vicios se contaban el continuo tiento a la bota de vino que siempre colgaba del pescante (no existían restricciones de alcohol para los conductores hace un siglo) y el vocabulario blasfemo e irreverente con que celebraba cada incidencia concerniente a las ruedas del carruaje, las condiciones del terreno o la disposición de las mulas. Entre las virtudes se contaban el hecho de que ofrecía la bota a cualquiera que la quisiera tentar y de que, después de maldecir todo lo sagrado que existía en la cúpula de los cielos y en los lugares más sagrados de las iglesias y catedrales por un quítame esas pajas, se giraba y, si veía alguna remilgada señora o cura entre el pasaje, decía: “con perdón”, para seguir mentando a todos los habitantes del cielo en el siguiente bache.

Hace poco que el actor Willy Toledo ha sido detenido por cagarse en dios. Bueno, en realidad era por no presentarse ante el juez ante el que debía prestar declaración por haber dicho esto y otras cosas por el estilo en su defensa de las mujeres que protagonizaron en Sevilla la procesión de la Anarcofradía del Coño Insumiso. Si hubiera que haber encarcelado en este país de blasfemos a cada uno que se hubiera cagado en dios, la virgen o el copón bendito, las cárceles habrían estado a rebosar en todo momento. No es eso. Se trata de que el actor es justo lo contrario que el carretero de Albarracín. Siendo como es (o así lo parece) una persona instruida, culta y hasta bien hablada, solo blasfema con el propósito de molestar. Lo que en boca del entrañable y honesto carretero era un colorido homenaje a la espontaneidad y al disparate de vivir, en la del actor se convierte en una impostura sin sustancia ni autenticidad.
 No tengo nada contra de la blasfemia ni los blasfemos. Yo mismo uso de tan catártico recurso cada vez que me cojo el dedo en una puerta, pero no me gustan los que lo hacen escuchándose o voceándolas para que se les escuche, haciendo de ello un acto político y arrogándose después el papel de mártires.


No solo de religión vive el hombre. Los símbolos nacionales (banderas, himnos y demás parafernalia) también cuentan. Hay quien decide amarlos (no hay más que ver nuestro país, o algunas de sus partes) y hay quien no.
En Australia, una niña de nueve años fue recriminada en su escuela por no levantarse mostrando respeto al himno nacional. ¿Y la razón? Por no respetar a los pueblos aborígenes del continente. “Será aborigen, ella” —dirán ustedes—. Pues no. Es blanca como el nácar y de ascendencia de Europa del norte (se apellida Nielsen), lo que no impide que esté enfadadísima con el hecho de que “sus” tatarabuelos (y no los míos o los tuyos, lector) ocupasen un continente en medio del Pacífico Sur, marginando a sus habitantes autóctonos. Alega que la línea del himno que dice “Advance Australia Fair” es injusta con los aborígenes, puesto que “Fair” se refiere a “rubio” o “blanco”, obviando que también puede significar “justo”, que ambas lecturas son correctas.
Otra cosa que la niña no sabe (o no comprende) es que no hay “habitantes autóctonos”. Sus propios orígenes —en parte, británicos— son muy mestizos: unos celtas que fueron dominados por unos romanos que, en un momento dado, fueron invadidos por unos pueblos germánicos (anglos, sajones y jutos) y unos vikingos y que después serían dominados a la fuerza por unos normandos (estos froggies…).

Como ven, no hay verdades absolutas sino falta de perspectiva. O perspectivas viciadas, vaya.


Román Rubio
Septiembre 2018

lunes, 10 de septiembre de 2018

IDEAS CLARAS



IDEAS CLARAS




En la primavera de 2007 presencié por televisión un debate para las elecciones presidenciales francesas entre la socialista Ségolène Royal y el candidato derechista Nicolas Sarkocy. Cuando terminó el debate yo tenía la convicción de que el presidente de la República sería Sarkocy. La elegante y elocuente socialista presentaba un programa progresista y sólido y andaba bien en el debate, hasta que el astuto Petit Napoleon la acorraló con una pregunta: “Señora Royale, ¿está usted a favor o en contra de la energía nuclear?”, pregunta a la que la candidata empezó a contestar con vaguedades aludiendo a la “cesta energética” y cosas así. La pregunta volvía a caer una y otra vez como coz en cristalería. “Sí, sí, eso ya lo sabemos, pero ¿está usted a favor o en contra de que Francia siga con su programa nuclear? Y vuelta con las vaguedades de la “cesta energética”. La postura de la candidata era difícil. Por una parte, un número importante de su electorado estaba a favor del cambio de modelo hacia las renovables. Por otra, Francia es el país con mayor número de centrales nucleares por habitante, capaces de garantizar la autonomía energética, con una tecnología propia (y exportable) y de la que depende gran número de empleos. Ganó Sarkocy. En aquel momento comprendí que no es que los franceses prefiriesen la energía atómica a otra clase de energía. Los franceses querían que su presidente fuera capaz de decir sí o no. Sin ambages ni medias tintas.

En este mar de indefinición, entre el sí, el no, el depende, y el sí pero no —a lo Ségolène— anda de lleno este gobierno. No soy politólogo, pero intuyo que lo pagará.

Hace una semana o así que la ministra de defensa anunció a bombo y platillo que no serviría el encargo de 400 bombas de fabricación española a Arabia Saudita por su presunto uso en el conflicto de Yemen, para, a la semana siguiente, caerse del guindo y darse cuenta de que hay un encargo de cinco corbetas a Navantia por valor de 1.800 millones que garantizan el empleo durante años de miles de trabajadores en la zona de mayor número de parados de España. ¿Pero, no lo sabía la ministra? Y si lo sabía, si no es ético que España venda bombas a los saudíes, ¿lo es que venda barcos de guerra? Ya estamos con el sí, pero no. O es ético o no lo es. Y si no lo es, pues construyan cruceros, oiga. O cállense.

Durante toda la gestión de Rajoy, el PSOE y Podemos se dedicaron a maldecir la instalación de concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla. Son peligrosas y hieren a quien intenta saltarlas. Es así. Con ese propósito se diseñaron. Hasta que han llegado al poder y se han encontrado con las avalanchas de inmigrantes, momento en que las concertinas parecen ser menos hirientes y las devoluciones en caliente ya no son tan antihumanitarias. Eso, o encontrar acomodo y ser capaces de proporcionar un trabajo y un futuro a todo el que quiera venir. ¿Eres capaz de hacerlo?
Al principio del verano, Valencia (y el gobierno de España) se ofreció para acoger al barco de Aquarius, de la ONG Open Arms, con 600 inmigrantes a bordo, al que Italia y Malta habían negado la acogida. Se preparó un gran recibimiento con televisiones, radios, vítores, bombos y platillos. Al fin, gobierno y opinión pública andaban aunados en feliz sintonía. En ese mismo fin de semana, Salvamento Marítimo rescató a 982 personas que viajaban en 69 pateras en aguas del Estrecho de Gibraltar y el Mar de Alborán. Entre ellos, cuatro cadáveres. Sin focos ni clarines. ¿Y qué hay de los barcos y los fuegos de artificio?

¿Y con Cataluña? Todos sabemos que el asunto de la permanencia de Cataluña en España tiene difícil solución. Esta pasaría por convocar un referéndum y ganarlo. Hay otra salida (transitoria): negarse a hacerlo —por anticonstitucional—. Y uno se sitúa en una u otra posición. Pues bien; el gobierno de Sánchez ha elegido la vía Ségoléne —de sí, pero no—. Vamos a hacerlo, pero este va a ser de autogobierno, no de autodeterminación ¿?, consiguiendo solo enzarzarse en una pintoresca discusión de vodevil, lo que puede que amenice la función, pero lo que es solucionar, nada de nada.

Lo siento. Me prometí no hablar de política y ya me estoy traicionando. No volverá a ocurrir (creo). Que tengan un feliz —y caliente— otoño.

Román Rubio

Septiembre 2018

miércoles, 5 de septiembre de 2018

ANUNCIOS POR PALABRAS


ANUNCIOS POR PALABRAS





“SE BUSCAN HOMBRES para viaje peligroso, sueldo bajo, frío extremo, largos meses de completa oscuridad, peligro constante. Retorno con vida no garantizado, honor y reconocimiento en caso de éxito.


Este desmotivador anuncio puso Shackleton en los periódicos londinenses un día de 1914 con el propósito de seleccionar a los hombres que habrían de acompañarle a su épica exploración antártica Endurance, sin mencionarla. Recibió más de cinco mil solicitudes (incluidas las de tres señoritas deportistas) entre las que habría de seleccionar a las pocas decenas que habrían de formar parte de la que sería una de las más famosas exploraciones antárticas. La expedición no consiguió su objetivo de atravesar el continente pasando por el polo, pero ha pasado a la historia como un episodio único de heroísmo y supervivencia, en la que la totalidad de la tripulación regresó sana y salva tras perder el barco, aprisionado y roto por el hielo y pasar dos inviernos en las soledades antárticas.




Hace no mucho que apareció un anuncio de trabajo en la prensa inglesa con evocaciones mucho menos épicas, pero con algún punto en común.


Philip Blackwell es fundador de una compañía que se llama Ultimate Library (La biblioteca definitiva), especializada en crear bibliotecas y librerías con contenidos diseñados ad hoc para grandes hoteles, casas de campo, cruceros y resorts turísticos exclusivos a lo largo y ancho del mundo. El personaje, que vendió en 2006 la cadena de librerías (Blackwell’s) que había pertenecido a su familia, se dedica en su nueva empresa a diseñar y proporcionar las colecciones de libros que considera más apropiadas para cada uno de esos selectos y caros lugares de esparcimiento (ignorando, como buen caballero tozudo escocés, que lo primero que hoy pregunta cualquier huésped es la clave para el wifi).
Sea como fuere, la compañía necesitaba de un librero para atender el punto de venta y préstamo de Soneva Fushi, un complejo hotelero exclusivo en la isla Kunfunadhoo, en las Maldivas, en el que el precio de la cabaña oscila entre los $2.000 y los $26.000 la noche, para lo que se anunció con los siguientes argumentos:

«Se necesita “librero descalzo” para atender librería en Soneva Fushi, en las Maldivas. El salario es irrisorio, pero los incentivos adicionales son imbatibles (the pay is derisory but the fringe benefits unparalleled).Mínima estancia, tres meses».

Si bien es cierto que en esta ocasión no se anunciaban peligros continuos, frío extremo, largos meses de oscuridad total y retorno dudoso, la oferta de paga escasa —como la de Shackleton hace un siglo— tuvo un éxito extraordinario, convirtiéndose el anuncio en viral. Según Blackwell, se han recibido miles de currículos de 40 países diferentes. Se trata de gentes de entre 18 y 83 años, provenientes de contextos laborales tan diferentes como la banca, la poesía, la biología o el surf (comprensible, por otra parte), incluyendo la solicitud de un miembro del equipo de prensa de la Casa Blanca (también comprensible). No sé exactamente qué es lo que busca el de Washington, pero me creo capaz de adivinar de qué huye.

Yo mismo envié mi propia solicitud. Quiero comprobar si hay un mundo más allá de el de los lazos amarillos y de un lugar al que llaman Valle de los Caídos, en el que creo que estuve una vez, pero no estoy seguro.

Román Rubio
Septiembre 2018

P.D. Acabo de enterarme de que han llamado a los quince preseleccionados para una entrevista en Londres y yo no estoy entre ellos. Lástima. Me quedaré sin saber si hay vida más allá de Waterloo. Para Napoleón no la hubo.