miércoles, 31 de octubre de 2018

LA BRECHA DIGITAL


LA BRECHA DIGITAL




¿Se acuerdan de aquellos lejanos tiempos (es decir, hace tres o cuatro telediarios) en que hablábamos de brecha digital entre niños privilegiados (con acceso a internet ilimitado) y desfavorecidos (sin acceso a la web)? Si, hombre. Hablábamos de equipación informática en los hogares, de conexión a internet y de colegios en los que, en un principio, iban los alumnos una(s) hora(s) a la semana a la “clase de informática”, en la que se sentaban en número de dos o tres por ordenador a darse codazos para presionar las teclas y resolver nimiedades. Pronto todos los colegios (incluidos los públicos) disponían del servicio. Entonces, los privilegiados, los de pago, a los que asistían los cachorros de las élites económicas del país sacaban pecho proporcionando un ordenador personal a todos y cada uno de los alumnos mientras se burlaban con la mano en la nariz de los pobres que aún andaban yendo al “aula de informática” a darse codazos con el compañero.  Algunos presidentes autonómicos, haciendo un esfuerzo económico considerable, conseguían igualar la apuesta y lo pregonaban orgullosos en cada elección mientras los colegios de los ricachones proporcionaban una tableta. A este fenómeno le llamábamos “brecha digital”, dando por sentado que los recursos digitales habían de proporcionar el dominio del entorno laboral y la llave del éxito del infante en el futuro. ¡Qué tiempos aquellos en los que la humilde libreta, el lápiz y la goma de borrar nos parecía un atraso, instrumentos que apartaban a los niños del mundo de las oportunidades!
Y, ¿en qué estado nos encontramos ahora? La semana pasada venían dos artículos en el New Yok Times que hacían referencia a este asunto y de los que me he permitido trasladar aquí algunos párrafos: el primero es Sillicon Valley Nannies Are Phone Police for Kids:

“De Cupertino a San Francisco, ha emergido un consenso creciente de que el tiempo de pantalla es malo para los niños. De ello se deriva que los padres exigen a los/las nannies que mantengan ocultos los teléfonos, tabletas, ordenadores y TVs en todo momento. Algunos hacen, incluso, firmar contratos de prohibición de uso del teléfono que garanticen la ausencia absoluta de exposición de los niños a las pantallas.
“El miedo a las pantallas ha alcanzado el nivel de pánico en Sillicon Valley. “Vigilantes” ahora, suben fotos a portales de padres de posibles “nannies” usando los móviles cerca de los niños. Lo que quiere decir que la misma gente que elabora los flamantes e hiperestimulantes portales digitales se están viendo aterrorizados por ellos. Lo que ha puesto a las “nannies” en una posición extraña.”

Los llamados “vigilantes” no son sino personas que, voluntariamente, denuncian, en portales especializados para padres, las posibles infracciones de las nannies que miran el teléfono o escriben mensajes en el móvil mientras empujan el carro del niño o vigilan el columpio.

El otro artículo publicado en el mismo periódico y titulado The Digital Gap Between Rich and Poor Kids Is not What We Expected, se centra en el asunto de la brecha digital escolar:

“No hace mucho que la preocupación era que los estudiantes ricos tuvieran temprano acceso a internet, ganando habilidades tecnológicas y generando una brecha digital. Las escuelas pidiendo hacer deberes online mientras solo alrededor de dos tercios de la gente en los EEUU disponía de servicio de internet de banda ancha. Ahora, en cambio, los padres que trabajan en Sillicon Valley expresan cada vez más pánico al impacto que las pantallas tienen sobre sus hijos y se encaminan hacia estilos de vida libres de pantallas, lo que aumenta la preocupación hacia una nueva brecha digital. Podría ocurrir que los hijos de las clases pobres y medias-bajas sean educados por pantallas mientras los hijos de la élite de Sillicon Valley vuelven a los juguetes de madera y al lujo de la interacción humana.”
“Los adolescentes de familias de renta baja pasan una media de ocho horas y siete minutos al día usando pantallas como entretenimiento, mientras los de rentas más altas pasan cinco horas y cuarenta y dos minutos (…) Dos estudios que tuvieron en cuenta la raza concluyeron que los blancos están expuestos a las pantallas significativamente menos que los negros y los hispanos.”
“Los padres dicen que hay una brecha tecnológica creciente entre escuelas públicas y privadas, incluso en la misma área. Mientras que la privada Waldorf School of the Peninsula, popular entre los ejecutivos de Sillicon Valley, rehúye el uso de las pantallas, la cercana escuela pública Hillview Middle School publicita su programa 1:1 iPad (tableta por alumno)”
“La brecha digital se trataba del acceso a la tecnología, y ahora que todo el mundo tiene acceso, la brecha digital se trata de limitar el acceso a la tecnología,” dice Chris Anderson, el antiguo director de la revista Wired.”

Ya ven: en época de mi abuela, las mujeres del pueblo con posibles eran conminadas por sus madres a llevar sombrilla en verano para que no les diera el sol y el bronceado delatara su condición de campesinas. En los años sesenta, con la llegada de extranjeras de países en los que el bronceado indicaba esquí, tiempo libre y cosas así, este devino prestigioso. Hasta hoy. Veremos en el futuro; porque lo que es bueno, en la medida en la que se pone al alcance de todos, pierde el prestigio y las élites dirigen el péndulo al lado contrario.
Entretanto, disfruten del internet. Y hasta de las redes sociales, si así les place. Pronto se convertirán en cosa de pringadillos. Como usted y como yo.

Román Rubio
Octubre 2018

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