domingo, 9 de diciembre de 2018

NI PERRO NI GATO (de aquella color)


NI PERRO NI GATO (de aquella color)

PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales, en sus siglas en inglés) es una organización no gubernamental de carácter internacional cuyo cometido es la lucha contra el maltrato animal con la que coincido en la mayoría de sus postulados. Me horrorizo (como tú, lector) cuando veo las ocasionales imágenes de perros entrenados acosando y matando a pacíficos animales salvajes o cuando vemos reportajes sobre las condiciones de estabulación de animales de granja. No soy vegano, por lo que tengo que convivir con la contradicción ética de aceptar la cría estabulada de animales y la existencia de mataderos al tiempo que exijo que lo que se tenga que hacer se haga con el menor sufrimiento posible.
Los animalistas de PETA han dado otra vuelta de tuerca con una curiosa iniciativa: no solo hay que eliminar el sufrimiento animal, sino que hay que eliminarlo del lenguaje, cambiando toda suerte de refranes y dichos por otros más amables para con el mundo animal.  




“Kill two birds with one stone” (matar dos pájaros de una pedrada -de un tiro, en español-) se convierte en “Feed two birds with one scone” (alimentar dos pájaros con un bollo), y queda tan bonito. Además, “stone” rima con “scone”.
“Be the guinea pig” (ser conejillo de indias) se convierte en “Be the test tube” (ser tubo de ensayo, literalmente, en español)
“Beat a dead horse” (golpear a un caballo muerto) deviene “Feed a fed horse” (dar de comer a un caballo alimentado).
“Bring home the bacon” (traer el tocino a casa) proponen convertirlo en “Bring home the bagels” (traer las rosquillas “the bagels” a casa), expresión que los españoles no tendríamos que adaptar puesto que no solemos traer el tocino sino el pan para alimentar a la familia.
Por último, “Take the bull by the horns” (coger el toro por los cuernos) se convierte en el ambiguo mensaje de “Take the flower by the thorns” (coger la flor por las espinas) en un éticamente dudoso intento de transferir al humano el sufrimiento animal.

Una vez adaptadas las crueles expresiones, podemos ir buscando equivalentes a otros refranes propios del español. Por ejemplo: “Matar moscas a cañonazos” se puede convertir en “acariciar mosquitos con manoplas”, “matar el gusanillo” en algo como “dar de comer a la solitaria” y habrá también que corregir a Quevedo cuando decía aquello de: “Bermejo, ni perro ni gato de aquella color” por un más apañado: “Bermejo, al perro y al gato, favorecedor”.

Y una vez corregido el refranero, una vez limpiado este de cualquier matiz ofensivo para el animal, no sea que de manera inadvertida nos esté oyendo el perro hablar de él de manera irrespetuosa, vamos con la Constitución, tan denostada ella. Alex Grijelmo publicó en la edición digital del Día de la Constitución (un día antes al anuncio de la supresión en el texto de los términos disminuido y minusválido) unas observaciones sobre la posible y demandada corrección del texto para adaptarlo a una forma inclusiva más amable. Si la adaptación atendiera a la reclamación hasta sus penúltimas consecuencias, algunos artículos quedarían así:

Artículo 117:
“Los jueces y las juezas y los magistrados y las magistradas no podrán ser separados ni separadas, suspendidos ni suspendidas, trasladados ni trasladadas, jubilados ni jubiladas sino por alguna de las causas y con las garantías previstas en la ley”.
Y el 159:
“Los miembros y las miembros del Tribunal Constitucional deberán ser nombrados y nombradas entre magistrados y magistradas y fiscales y fiscalas, profesores y profesoras de Universidad, funcionarios y funcionarias públicos y públicas y abogadas y abogados, todos ellos y todas ellas juristas de reconocida competencia”.

Obsérvese que en el 159 se propone el término “las miembros” y no “las miembras”, como ha sido sugerido por algunas personas, como testimonio de que aún hay territorio más allá del Rubicón.

Román Rubio
Diciembre 2018



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