BORIS
Y DONALD
Lisa y Louise
son dos hermanas gemelas que en la película El Resplandor representaban el
papel de las niñas asesinadas por un padre loco que había sido guardián del
infortunado hotel de Colorado. En la novela original, de Stephen King, eran
simplemente hermanas, pero alguien decidió que fueran gemelas en la película y
las vistió de ese modo tan convencional y repipi que potencia la carga trágica
de la historia.
Muchos han
querido ver en Donald y Boris a las gemelas idénticas que Danny, el hijo de
Jack Torrance (Nicholson), vio, o creyó ver, mientras recorría en triciclo los
pasillos del hotel.
No lo son.
Tienen sus coincidencias, como el color del pelo, el olfato político, el arrojo
y una enorme ambición. Todo lo demás son diferencias, si exceptuamos la
habilidad como encantadores de serpientes, o de personas.
Donald es
impulsivo, iletrado y abstemio, Boris, calculador, erudito y borrachín. Boozie Bear (osito borrachín, como le
llama cariñosamente su nueva pareja) estudió en Eton y Oxford, donde se
licenció en Lenguas Clásicas y presume (con fundamento, al parecer) de ser
capaz de hablar en latín, que es algo poco o nada cotizado en los concursos de miss
mundo que Donald solía organizar. John Carlin le entrevistó cuando era alcalde
de Londres. Nada más empezar, y saliendo a colación la figura de Borges, el
despeinado alcalde, al que su biógrafa Sonia Purnell lo describió como “… la antítesis del títere repeinado. Parece
una cesta de la ropa sucia con sobrepeso y tiene el hábito de olvidarse de la
ducha” se arrancó citando
literalmente el primer párrafo de uno de los relatos del argentino, para, a
continuación, citar a Adriano, el emperador del que no estaba seguro si
provenía de la Hispania Ulterior o de la Citerior (otro asunto nada relevante
en el universo de Donald).
El carismático
Boris es simpático, algo payaso, ingenioso, cautivador y brillante en su
discurso; y muy, pero que muy, cínico. Las opiniones de algunos de sus antiguos
colegas periodistas sobre él son demoledoras. Un exdirector del Daily
Telegraph, Max Hasting, que coincidió con él durante veinte años, escribió: “La
mayoría de los políticos son ambiciosos e implacables, pero Boris es un egomaníaco
medalla de oro. No le confiaría ni a mi esposa ni, francamente, mi billetera. Y
es también mucho más despiadado y ruin de lo que el público cree” Un amigo.
Haciendo gala
de sus convicciones, siendo en un principio defensor de la permanencia del
Reino Unido en la Unión Europea, a la que comparó en un ensayo de su autoría con
el moderno Imperio Romano, cambió de bando para enfrentarse a Cameron (ex
alumno de Eton, como él mismo) y poder llegar algún día a liderar el partido y
ser Primer Ministro.
Su pintoresco
padre, Stanley, es una celebridad gustosa de aparecer en los programas de la
tele; a ser posible, con una copa de champán en la mano. Es firme defensor de
la permanencia en la UE ya que en su pasado ostentó cargos en el Banca Mundial
y en la Comisión Europea. Sus brillantes hermanos, periodistas de renombre y
políticos, también hicieron campaña por el remain,
aunque Boris pudo con todos.
Pero, ¿qué hay
de sus ancestros? Antes muerta que sencilla.
Para empezar,
nació en Manhattan, a unos pocos kilómetros de Queens en donde vivía el joven Donald y mantuvo unos años la doble
nacionalidad americana y británica.
Por vía
materna tenía una abuela medio inglesa medio suiza y un abuelo, Ali Kemar Bey,
turco, musulmán, periodista, escritor editor y político del Imperio Otomano que
murió durante la Guerra de la Independencia de Turquía, linchado por una turba
enardecida, convenientemente azuzada por sus enemigos políticos. Su otra abuela,
Irène Johnson, era medio inglesa medio francesa, nieta ilegítima del Príncipe
Paul de Würtemberg y por tanto, descendiente del mismísimo Jorge II de
Inglaterra por vía bastarda, lo que le emparenta de manera lejana a las
familias reales europeas y le hace primo octavo de su rival político, el ex
Primer Ministro Cameron. Por vía materna, su madre, Charlotte, era nieta de un
judío ruso lo que ha hecho que Boris se defina a su mismo como el hombre melting pot, aludiendo a sus ancestros
musulmanes, judíos y cristianos.
De momento,
Donald ha dado el beneplácito a la carrera de Boris y ambos están en la cabina
de mando del mundo anglosajón. No son de fiar. Uno por zafio y brutal y otro
por cínico y amoral forman una pareja
inquietante.
Intenten
evitar encontrárselos cogiditos de la mano mientras conducen alegremente su
triciclo por los pasillos del hotel. Son mal presagio.
Román Rubio
Julio 2019
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