miércoles, 3 de julio de 2019

CASABLANCA


CASABLANCA




                      — Y a ti, ¿qué demonios te trajo a Casablanca?
                         — Mi salud. Vine aquí por las aguas.
                         — ¿Las aguas? ¿Qué aguas? ¡Si estamos en el desierto!
                          — Me informaron mal.

Rick va a lo suyo. No quiere salvar al mundo. Si acaso, quiere salvarse él. Lazslo, en cambio, vive por y para los grandes ideales. Le mueven las palabras con mayúsculas como Patria, Justicia y Libertad. Es del material del que están hechos los héroes, los que se juegan el tipo por las mayúsculas. Y por ser reconocido y loado por el pueblo. De la pasta de  Gandhi, Mandela y sí, también de la de ciertos políticos encarcelados en España por una bandera con estrellita. De la misma pasta que está hecha la capitana del Sea Watch, Carola Rackete, encarcelada y desencarcelada unas horas después por la justicia italiana acusada de desobediencia a la autoridad naval y responsable de colisión con una lancha policial, o algo así.

En realidad, este artículo me sirve de expiación y de justificación ante muchos amigos que han inundado las redes sociales con la petición de la firma  de apoyo para la liberación de la valiente mujer y el hecho de que yo haya ignorado la petición. Siento haberles decepcionado.
Trataré de explicarlo (y explicármelo).

Hace unos meses, Pascual Durá, capitán y armador del barco “Nuestra Madre de Loreto”, de Santa Pola,  rescató en el mar a doce migrantes que andaban a la deriva y todos vivimos la angustia del marinero y sus apremiantes gestiones para conseguir el permiso de entrada a un puerto seguro en el que poner a salvo cargamento tan sensible. Este hombre, Pascual Durá, no quería ser un héroe. No lo buscaba. Él y su tripulación llevaban en el mar cerca de un mes con el propósito, no de encontrar migrantes y ponerlos a salvo, nada más lejos de sus pretensiones. Solo querían volver a puerto con la bodega del buque llena de marisco que, a la postre, habría de servir para poner la comida en la mesa familiar y comprar al chico la Play Station que pedía para Navidad. ¡Ah!, y ver de reformar el baño y la cocina, como pedía su mujer.

En el camino se encontró con unas personas en peligro y el hombre hizo lo que tenía que hacer: ponerlas a salvo. Como Rick, el de Casablanca. En su momento, y en contra de lo que podría ser su voluntad de hombre que va a la suya (y a la de los suyos), hizo, ni más ni menos, lo que tenía que hacer.

Mis héroes no son los Lazslos de este mundo. Siempre me ha resultado más fácil iniciar una gran amistad con tipos como Rick. O Pascual Durá. Pedidme la firma para tipos como el de Santa Pola.


Román Rubio
Julio 2019

3 comentarios:

  1. Amic Román, sol coincidir amb els teus articles. No en aquest cas. Em quede amb la capitana germana, síntesi d'Ilsa i Lazslo. Rick ens enamora a tots, i sobretot a totes, però Carlos li guanya la partida. Una abraçada des de la discrepància.

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  2. Òbviament em referia a Carola, la capitana, la meua capitana.

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  3. Yo, amigo Berni, me sigo quedando con Rick, el de Santa Pola y con todos aquellos que nunca, pero nunca, han tenido intención de ser héroes.

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