DE
DÓNDE VENIMOS
Barcelona,
26 de julio-2 de agosto, 1909. Semana Trágica.
En un contexto deprimido por la pérdida de las
colonias en 1898, el gobierno conservador de Maura decide enviar tropas de
refuerzo al norte de África para proteger, no solo el prestigio de España sino
los intereses de las compañías del Conde de Romanones, los Güell y otros
oligarcas, lo que provoca un intenso rechazo entre las clases populares que ven
como sus jóvenes caen muertos en lejanas aventuras coloniales mientras los
hijos de los ricos compran su derecho a no ser llamados a filas por la cantidad
de 6.000 reales.
El lunes 26 de julio la revuelta obrera iniciada en
las afueras se desplaza al centro de la ciudad en donde paraliza la marcha de
los tranvías y fuerza el cierre de comercios y cafés al tiempo que incomunican
la ciudad por carretera, ferrocarril, teléfono y telégrafo. El Capitán General
declaró el estado de guerra, lo que motivó la dimisión del gobernador civil. Se
levantaron cientos de barricadas y se asaltaron las armerías para el suministro de armas de los insurrectos. Se
saquearon e incendiaron muchos edificios, hubo pillaje en los comercios y
profanación de tumbas de religiosos.
Unos 10000 soldados fueron ocupando la ciudad
mientras los sublevados iban aflojando, quedando sofocada la insurrección el 2
de agosto. En total se contabilizaron 78 muertos (75 civiles y tres militares),
medio millar de heridos y 112 edificios incendiados, 80 de ellos religiosos.
Se procesó a 2000 personas y se impusieron 175 penas
de destierro, 59 cadenas perpetuas y cinco condenas a muerte, entre ellas al
(inocente) pedagogo Ferrer i Guardia y a un tal Clemente García, discapacitado
mental que había bailado en la calle con el cadáver de una monja.
Barcelona.
Sucesos de Mayo. 3-8 de mayo de 1937.
Por un lado, aquellos que anteponían la revolución a
la defensa de la República: los anarquistas de la CNT, las Juventudes
Libertarias y una parte de los comunistas: los (llamémosles en beneficio de la
simplicidad) trotskistas del POUM; y por
el otro lado la República Española, la Generalitat de Catalunya y los comunistas
del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña); estos últimos, partidarios
de la revolución pero fieles a la República como medio para vencer al fascismo.
Se cortaron comunicaciones terrestres y ferroviarias
y se construyeron cientos de barricadas en las calles de Barcelona; el este de
Las Ramblas, dominado por el PSUC y el Gobierno; y el oeste y los suburbios, por
grupos anarquistas incontrolados que no seguían ni las consignas de sus propios
líderes.
Se llevaron tropas y guardias de asalto desde
Valencia y Madrid y dos destructores y el acorazado Jaime I llegaron al puerto
de Barcelona cargados de hombres armados. La concentración en Barbastro de la
26ª División Anarquista (Columna Durruti) —con la intención de marchar hacia
Barcelona en apoyo del otro bando— hacía temerse lo peor: una guerra civil abierta
dentro de otra guerra civil.
El resultado fue de 500 muertos y mil heridos.
Román Rubio
Octubre 2019