EL
MUNDO, EL DEMONIO Y TAMARA
No sabía como titular el artículo de hoy. Pensé
titularlo Gente —a lo Boris Izaguirre— en atención al variopinto desfile de
personajes que encontré en la prensa del fin de semana exponiendo las más
extravagantes opiniones.
El primero de ellos es, ¿cómo no?, Miguelito Bosé.
El muchacho derrapa más de lo normal. Se ve que su infancia le marcó. Aquel entorno
de picassos, viscontis y hemingways
que al parecer desfilaban por su casa dejaron una huella en él que los que
jugábamos a las canicas en la plaza del pueblo con otros desarrapados no
llegamos a comprender del todo.
El artista total se ha venido pronunciando sobre la (no)
existencia del covid 19 como excusa para una vacuna con la que el malvado Bill
Gates, a modo de Satanás global, pueda dominar el mundo usando las redes del
5G. O algo así, que la explicación era tan complicada que los pobres ciudadanos
que pasamos la infancia con las rodillas peladas de jugar en la plaza no
podemos llegar ni a comprender.
Otro personaje que animó el teatro de las vanidades
fue el cardinal Cañizares. No se prodiga mucho el muchacho, pero cuando
transcienden sus diatribas, no defrauda: según el prelado se están usando fetos
abortados para la elaboración de la vacuna del coronavirus. No va desencaminado:
alguna de las ciento y pico líneas que se están siguiendo utilizan material fetal,
como para otras vacunas que han salvado tantas vidas, pero el cardenal no lo ve
con buenos ojos “Primero se le mata (al feto) y luego se le manipula. Tenemos una
desgracia más, obra del diablo, porque el diablo existe”. Y no es precisamente
Bill Gates, queriendo dominar el mundo por no se sabe muy bien qué razón, sino
el diablo de verdad, el que vive en el infierno, colorado, con rabo y un
tridente en la mano.
No crean que el extravagante utielano es el único
que apuesta por la existencia del diablo. El exministro Fernández Díaz también
sabe reconocer la acción de Satanás. Se lo chivó el Papa Benedicto XVI, que
sabe mucho de eso. En una larga audiencia, el Papa le dijo al ministro que el
diablo quería destruir a España. Y ¿por qué?, dirán ustedes; con los países que
hay en el mundo, ¿por qué tendría que querer el señor del averno destruir precisamente España? Pues “porque el
diablo ataca a los mejores”, le dijo el prelado. ¿Y no hay antídoto contra tan
malicioso ataque? Pues sí: se vence con humildad, sufrimiento, oración y
devoción a la virgen.
J. K. Rawling es una mujer famosísima y millonaria.
La creadora de los libros de Harry Potter se ha visto involucrada en una
desagradable polémica en las redes en donde mucha gente (incluidos los actores
que hacen de Hermione y el propio Potter en las películas) la han tachado de
tránsfoba, de estar en contra de las personas transgénero. ¿Y eso? ¿Se ha
manifestado en contra del cambio de sexo o se ha burlado pública y
ostensiblemente de alguna de esas personas? En absoluto. Todo vino por un tuit
sobre un artículo de opinión titulado Creando un mundo post-covid más igualitario
para la gente que menstrua. La escritora, con mucho sentido común y cierta
retranca, tuiteó: “Estoy segura que solía haber una palabra para estas
personas. Que alguien me ayude: ¿Wumben?
¿Winpund? ¿Woomud?, en referencia al término women, que significa “mujeres” en inglés.
Me costó comprender cuál es el terreno de la
discusión y por qué se le ha tratado de “puta”, “bruja” y “feminazi” a la
escritora por ello. Al parecer, para algunas personas, el uso de la palabra
“mujer” es ofensivo, discriminatorio y excluyente y prefieren usar el acogedor
circunloquio “gente que menstrua”. Ustedes mismos.
Se me han quedado en el tintero otros asuntillos y
personajes: Churchil, Escarlata O’Hara, Colón y la Colau… pero el espacio es el
que es y no da para más.
No me quiero olvidar, eso sí, de Tamara Falcó. Dice
que viene de nuevo la moda del pantalón campana. Otra vez. De modo que vayan rebuscando alguno por el
armario. Yo creo tener un vaquero Lois del 75 por ahí. Mañana lo estoy
buscando.
Román Rubio
Junio 2020
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