sábado, 27 de marzo de 2021

SIMONE & WEILFUNKEL

 

SIMONE & WEILFUNKEL



A veces pasa. No has oído hablar de una persona en años y de pronto te la nombran por aquí y por allá y te aparece hasta en la sopa. Me acaba de ocurrir con una mujer que tenía semiolvidada (o, más bien, olvidada del todo): la francesa Simone Weil.

Emmanuel Carrère la cita no una sino varias veces en su último libro, Yoga, que acabo de leer, y en el mismo fin de semana en que acabé la lectura, me encontré con que la periodista Laura Fernández abre su reportaje-entrevista a la escritora Siri Hustvedt en El País con otra cita literal de la Weil en boca de la novelista americana. En el mismo diario del 24 de marzo se me revela que Camus, gran admirador de Simone, la calificó como “el único gran espíritu de nuestra época”. Vaya, por dios, tanto tiempo sin haber oído de la francesa y todas esas referencias me aparecen a lo largo de una mañana de lectura.

Recordé y constaté que Pablo D’Ors abre su inspirador librito Biografía del silencio con unos celebrados versos de la Weil, esos que empiezan por “El deseo de luz produce luz…” y me vino también a la memoria cierto artículo de Muñoz Molina titulado Vasos comunicantes, en el que el escritor confiesa ser un lector devoto de Simone hasta el punto de confesar: “Desde que descubrí a Simone Weil, su lectura es como un bajo continuo que acompaña de  fondo a otros libros”.

Ante tan abundante presencia de referencias no pude evitar consultar la biografía de la autora, cuya vida se me hace más accesible que sus escritos (que desconozco). He aquí algunos rasgos biográficos de la filósofa, mística y activista francesa:

Simone Weil (1909-1943) nació en el seno de una familia burguesa parisina. Su padre era un eminente médico y su hermano mayor, André Weil, un matemático reputado. A los dieciocho años ingresó, con la calificación más alta, en la Escuela Normal Superior de París, superando en nota a su insigne tocaya Simone de Beavoir, que también se formó en la prestigiosa institución. Convertida en profesora de liceo tras graduarse fue transferida de varios centros por activismo político y críticas a los métodos pedagógicos. Entró de obrera en la Renault en donde dijo aquello de “allí recibí la marca del esclavo”, trabajó como peón agrícola en la región de Marsella y tuvo contacto con Trotsky en París. Sindicalista revolucionaria, abogaba por un pacifismo radical, lo que no impidió que se enrolara en la Columna Durruti en la Guerra de España. En el frente de Aragón tomó parte en acciones de combate y allí presenció el fusilamiento de un joven falangista, lo que provocó su reflexión: “Los nuestros han vertido sangre de sobra. Soy moralmente cómplice. Se están produciendo formas de control y casos de inhumanidad contrarios al ideal libertario”.

A pesar de que sus escritos, aunque heterodoxos, exhiben un aura católica enfrentada con el judaísmo, su familia fue declarada como no-aria durante la ocupación alemana de Francia por lo que huyó a Londres en donde colaboró con la resistencia desde la emisora Francia Libre, liderada por De Gaulle. Allí, en Inglaterra, se le diagnosticó una tuberculosis, enfermedad que, según algunos, le vino por alimentarse mal en solidaridad con los ciudadanos de la Francia ocupada (creía que no tenía derecho moral a comer mejor que ellos) y murió a la edad de 34 años haciéndose bautizar poco antes de morir, dejando una gran cantidad de escritos, ensayos y poesía en donde expresa su filosofía, su ideario y su mística.

Conmovido por la figura de la francesa, eché un vistazo al periódico que quedó sobre la mesa y vi que en la portada (¡sí, en la portada!) venía la historia de otra mujer cuyo nombre prefiero eludir, que había aparecido en cierto canal de televisión y acaparado una audiencia extraordinaria contando, por entregas, sus irrelevantes experiencias conyugales y familiares. En el debate público consiguiente—que ocupó páginas y páginas en los periódicos del fin de semana— participaban un par de Ministras de la nación y un buen número de opinador@s cuyos nombres e identidades ni retuve ni haré el esfuerzo de investigar.

Por respeto a la Weil.

Román Rubio

Marzo 2021


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