viernes, 20 de mayo de 2022

PATRONES DE DISEÑO

 

PATRONES DE DISEÑO


Estoy perplejo. En primer lugar, por la repercusión que este año ha tenido (está teniendo) el Festival de Eurovisión. En épocas pretéritas y nada lejanas se trataba de un evento intranscendente y ligeramente chabacano lleno de luces y ruidos del que Ulises habría huido, no por el miedo a ser seducido, sino por lo contrario. Eurovisión era a la música y al espectáculo lo que el casino de Las Vegas a Venecia o Marina D’Or a Saint Tropez.

Las televisiones de prestigio, como la BBC, prestaban más atención en elegir a la persona adecuada para la narración que en la actuación misma, pues los comentarios debían andar por esa delgada línea que hay en la mirada displiciente por encima del hombro pero con cuidado de no caer en la burla, finezza en la que los ingleses son maestros.

Aquí, en España, TVE tenía la irreemplazable figura de José María Íñigo que solventaba el papel con medida elegancia. Con algo menos de ironía que los británicos, el de Bilbao lograba trivializar sin ofender, consciente de que la burla es un pecado de soberbia a evitar.

Pues, bien; este año ha cambiado el ecosistema. La resonancia del festival y de la participación española ha sido fabulosa, haciendo de la participación de la avecilla que cantaba al albor una proeza inconmensurable, un asunto de estado. Yo, como es mi costumbre, no vi el programa, pero he visto las imágenes en los telediarios y leído alguna de las innumerables columnas en los periódicos y me he visto sorprendido por  la inverosímil inyección de zafio orgullo patrio que ha traído el evento.

Finalmente, en un tuit de alguien experto en cosas de software  a quien sigo en Twitter he visto la letra de la canción. Se llama SloMo, que supongo que se refiere al término inglés slow motion (cámara lenta, en español). Dice así:

“El mundo ‘ta’ loco con este body” y “si tengo un problema no es monetary”, dice la artista total, ídolo de masas ibéricas, para continuar con un atrevido: “Les vuelvo ‘loquito’ a todos los daddie”, que si lo entiendo igual que ustedes, quiere decir (obviando el hecho de que a daddie le falta una “s” para hacerlo plural) lo que quiere decir: poner cachondos a los papás y los abuelitos, digo yo, propósito por el que apuesta de manera decidida su asesor de vestuario.

Aparte del enigmático “Apena hago doom, doom con mi boom, boom y le tengo dando zoom zoom on my yummy” (¿Qué carajo querrá decir la susodicha con tan elaborado texto?), nos aclara que ella está ready no solo “pa romper cadera, sino pa romper corazones”. Vamos bien.

A continuación, nos invita (en inglés, para que no la entiendan los de Campo de Criptana) a mirarla en cámara lenta cómo baja hasta el suelo (sue-lo-lo-yeah) su invitadora anatomía en este denbow (especie de reggaetón), con la promesa de que eso “Drives you loco, yeah”. ¿No se estará sobreestimando? Luego nos presunta si “te gusta ‘to’ lo que tengo” y como da por seguro una respuesta positiva, nos dice que “te endulzo la cara con jugo de mango”, lo que me resulta de difícil interpretación, por no decir absurdo.

En el último párrafo nos advierte de que “se te dispara cuando la prendo” ¿A qué se referirá la artesana del meneíto con lo de “se te dispara”? ¿Y con qué “la prende”, sea lo que sea que quiera prender? No lo sé, pero sí sé (porque nos lo dice) que ella va hasta el final, que no se detiene. ¡Hay, madre!

 

Bueno, y dirán ustedes ¿Qué significan esas palabrejas en inglés (Scheduler, Proxy…) anotadas al margen? Pues, bien; les diré que se refiere a lo que entre los especialistas en software es conocido como design paterns o patrones de diseño.

¿Que no saben ustedes lo que es eso? Pues yo se lo diré: son soluciones habituales a problemas comunes en el diseño de software. Cada patrón es como un plano que se puede personalizar para resolver un problema de diseño particular de tu código. Está claro, ¿no?

¿Qué dicen, que no lo entienden? No pasa nada; un servidor tampoco. Al fin y al cabo, este artículo va de eso, del hecho de todas esas cosas que las personas como usted y como yo no entendemos.

 

Román Rubio

Mayo 2020





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