PATRONES
DE DISEÑO
Estoy perplejo. En primer lugar, por la repercusión
que este año ha tenido (está teniendo) el Festival de Eurovisión. En épocas
pretéritas y nada lejanas se trataba de un evento intranscendente y ligeramente
chabacano lleno de luces y ruidos del que Ulises habría huido, no por el miedo
a ser seducido, sino por lo contrario. Eurovisión era a la música y al espectáculo lo que el casino de Las
Vegas a Venecia o Marina D’Or a Saint Tropez.
Las televisiones de prestigio, como la BBC,
prestaban más atención en elegir a la persona adecuada para la narración que en
la actuación misma, pues los comentarios debían andar por esa delgada línea que
hay en la mirada displiciente por encima del hombro pero con cuidado de no caer
en la burla, finezza en la que los
ingleses son maestros.
Aquí, en España, TVE tenía la irreemplazable figura
de José María Íñigo que solventaba el papel con medida elegancia. Con algo
menos de ironía que los británicos, el de Bilbao lograba trivializar sin
ofender, consciente de que la burla es un pecado de soberbia a evitar.
Pues, bien; este año ha cambiado el ecosistema. La
resonancia del festival y de la participación española ha sido fabulosa,
haciendo de la participación de la avecilla que cantaba al albor una proeza
inconmensurable, un asunto de estado. Yo, como es mi costumbre, no vi el
programa, pero he visto las imágenes en los telediarios y leído alguna de las
innumerables columnas en los periódicos y me he visto sorprendido por la inverosímil inyección de zafio orgullo
patrio que ha traído el evento.
Finalmente, en un tuit de alguien experto en cosas
de software a quien sigo en Twitter he
visto la letra de la canción. Se llama SloMo, que supongo que se refiere al
término inglés slow motion (cámara
lenta, en español). Dice así:
“El
mundo ‘ta’ loco con este body” y “si tengo un problema no es monetary”,
dice la artista total, ídolo de masas ibéricas, para continuar con un atrevido:
“Les vuelvo ‘loquito’ a todos los daddie”,
que si lo entiendo igual que ustedes, quiere decir (obviando el hecho de que a daddie le falta una “s” para hacerlo
plural) lo que quiere decir: poner cachondos a los papás y los abuelitos, digo
yo, propósito por el que apuesta de manera decidida su asesor de vestuario.
Aparte del enigmático “Apena hago doom, doom con mi boom, boom y le tengo dando zoom zoom on
my yummy” (¿Qué carajo querrá decir la susodicha con tan elaborado texto?),
nos aclara que ella está ready no
solo “pa romper cadera, sino pa romper
corazones”. Vamos bien.
A continuación, nos invita (en inglés, para que no
la entiendan los de Campo de Criptana) a mirarla en cámara lenta cómo baja
hasta el suelo (sue-lo-lo-yeah) su
invitadora anatomía en este denbow
(especie de reggaetón), con la
promesa de que eso “Drives you loco,
yeah”. ¿No se estará sobreestimando? Luego nos presunta si “te gusta ‘to’ lo que tengo” y como
da por seguro una respuesta positiva, nos dice que “te endulzo la cara con jugo de mango”, lo que me resulta de
difícil interpretación, por no decir absurdo.
En el último párrafo nos advierte de que “se te dispara cuando la prendo” ¿A qué
se referirá la artesana del meneíto con lo de “se te dispara”? ¿Y con qué “la
prende”, sea lo que sea que quiera prender? No lo sé, pero sí sé (porque
nos lo dice) que ella va hasta el final, que no se detiene. ¡Hay, madre!
Bueno, y dirán ustedes ¿Qué significan esas
palabrejas en inglés (Scheduler, Proxy…) anotadas al margen? Pues, bien; les
diré que se refiere a lo que entre los especialistas en software es conocido
como design paterns o patrones de
diseño.
¿Que no saben ustedes lo que es eso? Pues yo se lo
diré: son soluciones habituales a
problemas comunes en el diseño de software. Cada patrón es como un plano que se
puede personalizar para resolver un problema de diseño particular de tu código.
Está claro, ¿no?
¿Qué dicen, que no lo entienden? No pasa nada; un
servidor tampoco. Al fin y al cabo, este artículo va de eso, del hecho de todas
esas cosas que las personas como usted y como yo no entendemos.
Román Rubio
Mayo 2020
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