INFAMIA
Historia
universal de la infamia es un librito de Jorge Luis Borges
publicado en 1935 y revisado por el autor en 1954 en el que recoge cuentos o
historias publicadas en el Diario Crítica. En el libro, además del estupendo
relato de crónica negra popular y porteña Hombre
de la esquina rosada, se recoge las historias de personajes singulares, que
destacaron por su infamia. Entre ellos, John Murrell, falso predicador y
traficante de esclavos, Arthur Orton, impostor de un aristócrata desaparecido,
Zheng Shi, pirata china o Bill Harrigan (Billy
the Kid) abatido por el sheriff Pat Garret a los 21 años y que tenía
cuentas con la justicia de 21 muertes, “sin contar mejicanos”.
He vuelto a hojear el librito para recordar la historia
de estos campeones de la infamia inducido por la noticia que he seguido estos
días de un tal Alex Jones, el mayor de los apóstoles de las teorías
conspirativas de la extrema derecha americana; un tipo infame de verdad.
El individuo tiene una empresa llamada Free Speech,
dueña de Info Wars, una plataforma de comunicación que se declaró en quiebra el
pasado julio para protegerse de embargos, con la que habría obtenido beneficios
de entre 135 y 270 millones de dólares, dedicada a la propagación de los bulos (fake news) más disparatados, con el
único propósito de favorecer los intereses del trumpismo y el apoyo a la tenencia
de armas. Se le reconoce, entre otras fechorías, la incitación a la toma del
Congreso de Washington o la propagación del infundio del tongo en las últimas
elecciones.
Pero lo más vil del personaje —y por lo que ha sido
condenado a reparar a las víctimas con
924 millones de dólares— es la insistente
denuncia, durante años, de que la matanza de la escuela primaria de Sandy Hook
en Newton (Conneticut) en 2012 y en la que murieron veinte niños y seis adultos
había sido todo un montaje, en el que padres, policías, autoridades locales,
FBI, medios de comunicación y dolientes no eran sino figurantes escenificando
una masacre que no se habría producido, con el solo propósito de atentar contra
el uso libre de armas en el país.
Aquel infausto día de diciembre de 2012, el joven de
20 años Adam Lanza, tras matar a tiros a su madre en su casa, cogió parte del
arsenal de esta (coleccionista y amante de las
armas) y se dirigió a la escuela primaria de Sandy Hook, donde ejecutó la
mayor matanza perpetrada en una escuela en los EEUU con el resultado conocido.
Resulta difícil imaginar el sentimiento de las
familias que perdieron un hijo a manos de un loco armado cuando un tipo malvado
se dedica a explicar que eso no ha existido en la realidad y que se trata de
una puesta en escena de actores de cuarta fila para engañar a los buenos ciudadanos, haciendo bueno aquello
de Groucho Marx: “¿A quién va a creer usted, señora; a mí o a sus propios ojos?
No sé si resulta más repulsiva la maledicencia del
tipo o la idiotez de sus crédulos seguidores. ¡Qué estúpidos pueden ser algunos
creyéndose lo que quieren oír!
Hay que reconocer que las autoridades (algunas, al
menos) también han ayudado a la difusión de bulos. Acuérdense del Trío Calavera
Bush-Blair-Aznar hablando de las armas de destrucción masiva en Irak o los Tres
Tenores Aznar-PedroJota-Losantos de la autoría del 11M. Parece que los infames
deciden presentarse de tres en tres.
Haría falta publicar una nueva Historia universal de la infamia, aunque no sé si daría para que se
dignara en escribirla un Borges. Parece tener más recorrido literario escribir
sobre La viuda Ching, pirata o El proveedor de iniquidades Monk Eastman
que sobre el Embusterillo “caballerete”
Aznar o el Malababa locutor Jones.
Román Rubio
Octubre 2022