QUÉ
SERÁ, SERÁ
La primera vez que entré a un campo de fútbol en Inglaterra,
allá por los lejanos ochenta, me sorprendió escuchar a la grada cantar a pleno
pulmón la canción “Qué será, será”. Era en el campo del Sheffield Wednesday,
entonces en segunda división, pero que por la grandeza de la competición de
Copa —a la que han herido en este país tipos impresentables como Rubiales (y
Piqué, ya que nos ponemos)—. Aquel año el Wednesday logró llegar a las
semifinales de la competición eliminatoria y se midió con los grandes: Manchester
United y Totenham entre otros, con lo que el estadio de Hillsborough (posteriormente
célebre con la tragedia en la que murieron 97 seguidores del Liverpool) era una
fiesta. Recuerdo estar de pie en la grada general sin tocar suelo cada vez que
el equipo local sacaba un córner, empujado por la avalancha humana que quería
ver la raya del campo.
Aprendí después que la famosa canción no se canta
solo en el histórico Hillsborough, sino en muchos campos ingleses animando a
sus equipos a pasar a la siguiente ronda: Que
será, será, whatever will be, will be, we’re going to Wembley, que será, será,
entonan las gargantas futboleras.
La canción en cuestión, de título Que Sera, Sera (Whatever Will Be, Will Be)
fue compuesta por Jay Livngston y Ray Evans para la película de Hitchcock El hombre que sabía demasiado en 1956 y
la popularizó Doris Day.
Creía yo que el origen de la frase era español y en
castellano hasta que no hace mucho encontré que Dickens, en su novela Tiempos difíciles (Hard Times for These
Times) la pone en boca de uno de sus personajes, pero en su grafía italiana
Che sarà, sarà, especificando que ese
era el lema de una familia aristocrática inglesa. En las estupendas notas a pie
de página añadidas por el editor de su publicación española de Altaya, el
catedrático Fernando Galván aclara que el lema fue adoptado por el primer Conde
de Bedford en 1525, tras la batalla de Pavía, en la que tomó parte y la hizo
gravar en su tumba en 1555. Ya ven; el mundo no fue inventado por Hitchcock y
Doris Day, como podría pensarse. Como curiosidad añade el editor que uno de los
descendientes directos del Conde de Bedford fue Lord John Russell, Primer
Ministro del Reino Unido en dos ocasiones a mediados del siglo XIX y abuelo del
filósofo y matemático Bertrand Russell.
Lo cierto es que la frase, tanto en español como en
italiano, es una mala traducción del inglés, país en el que le dan un sentido
de “lo que tenga que ser será”, sin carga interrogativa alguna; y así lo
expresa Doris Day cuando le pregunta a su madre si de mayor será bella y rica y
esta le contesta Que será será, o lo
que es lo mismo: lo que sea sonará, será
lo que Dios quiera y ya saldrá el sol por Antequera.
El mundo está lleno de malas traducciones; unas
mejoran los mensajes originales y otras, por el contrario, los echan a perder y
hasta los envenenan. Cuando se trata de Doris Day el mensaje suele salir
mejorado. Habría que contratar a la novia de América para poner la voz en ciertos pinganillos.
Así, quizá mejore los mensajes, que intuyo engorrosos. Y recuerden: lo que sea
sonará.
Román Rubio
Octubre 2023
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