viernes, 26 de enero de 2024

LAS CARAS DE LA VERDAD

 

LAS CARAS DE LA VERDAD


La verdad se entiende como la coincidencia entre  lo que se expresa y los hechos ocurridos.  La mentira es el primer y más abyecto enemigo, pero no el único, ya que esta (la verdad) puede ser ocultada, deformada, ampliada, omitida, disimulada, adaptada, amputada, devaluada y muchas otras cosas. Y ocurre a diario. También en la prensa, en el reputado mundo de los medios de comunicación serios.

No me refiero a la expresión de bulos  tales como el envenenamiento de las estelas de los aviones o timos de Brad Pitts y maduros militares americanos que se enamoran de mujeres mayores y les levantan la pensión para  pagarse herencias o tratamientos caros que les permitan  acudir a Paraíso de Tajuña a vivir una historia de amor, no. Eso corresponde al territorio de la burda mentira, de las redes sociales, fuera de la sofisticación de los medios “serios”. Me refiero a sutiles tratamientos de la información destinados a generar opinión.

 Pondré un ejemplo: hace unos días se produjo un ataque de las fuerzas ucranianas a la ciudad ocupada de Donetsk  provocando una masacre, con el resultado de 27 personas muertas y un número indeterminado de heridos. El titular en prensa esperado y respetuoso con la verdad debería haber sido:

Ucrania provoca una masacre en Donetsk al bombardear un mercado.

Pero, alto ahí, ¿los ucranianos no son “los buenos”? ¿Cómo hacerles el sujeto de la oración convirtiéndoles así en responsables de la matanza? El diario El País lo tituló del siguiente modo:

Rusia acusa a Kiev de una masacre de civiles en la ciudad ocupada de Donetsk, ilustrado con una foto de cuerpos mutilados tendidos en el suelo.

De este modo, el sujeto de la oración pasa a ser Rusia (“los malos”), seguido del verbo “acusar”, que no hace sino restar verosimilitud al hecho de la autoría. ¿Es mentira el enunciado? No. ¿Es relevante? En absoluto. Los rusos, los senegaleses y los malayos pueden acusar a los ucranianos o a quien quieran, pero la noticia no es a quien acusan sino quien ha hecho la acción.

 Todos sabemos que a Caperucita se la comió el lobo en su paseo por el bosque. La noticia es: El lobo se comió a Caperucita en el bosque, y no: Vox acusa al lobo de comerse a Caperucita en el bosque. Sí, ya sabemos que la acusación del concejal de Vox del pueblo, presidente de la sociedad de cazadores y poco amigo de lobos y otras alimañas es poco fiable, pero ese es precisamente el propósito del titular: restar credibilidad al hecho y sembrar la duda. El protagonista, ejecutor de la acción y por lo tanto acreedor de ser el sujeto de la oración no debe de ser Vox ni su concejal, sino el lobo; y el complemento directo (aunque involuntario), la pobre Caperucita.

Y ¿cómo titularon la noticia el resto de periódicos? Pues, de manera similar a la tribuna socialdemócrata

LA RAZÓN. Rusia acusa a Ucrania de causar 27 muertos en un ataque a un mercado de la ciudad de Donetsk.

CRÓNICA. El Kremlin acusa a Kiev de masacre de civiles en la prorrusa ciudad de Donetsk.

EL MUNDO. Rusia acusa a Ucrania de causar 27 muertos en un mercado en la ciudad de Donetsk.

En fin, ya ven cual es el “relato” del acontecimiento hecho por los periódicos nacionales. ¿Todos? Bueno, hubo uno (PÚBLICO) que sin ser sospechoso de connivencia con las tesis de Putin tituló: Ucania, nerviosa ante la ofensiva rusa y el desplome de la ayuda occidental, ataca a civiles y áreas residenciales.

Quítenle al titular la frase de aposición —entre comas—, añadida para aminorar el efecto, y queda: Ucrania ataca a civiles y áreas residenciales. Que es lo que ocurrió.

Ya ven, mentiras no son, pero sí pequeños mensajes que, como la gotita de la cueva va haciendo un hoyo en el suelo. Y, con los años, una estalactita.

Román Rubio

Enero 2024

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domingo, 21 de enero de 2024

CARLES FUIGALMONT

 

CARLES FUIGALMONT

Para quien no esté familiarizado con la lengua de por aquí aclararé que fuig es la tercera persona del singular del presente de indicativo—además del imperativo— del verbo fugir (huir, en castellano), con lo que el apellido del insigne Beatle de Waterloo evoca aquello de “huir al monte” o “echarse al monte”, cosa propia de huidos de la justicia. Ahora bien, los que se echaban al monte tradicionalmente eran aquellos prófugos como Serrallonga o Tragabuches, este último por degollar al sacristán conocido como Pepe “El Listillo” y despeñar a su novia, la bailarina María “La Nena”, al descubrirlos liados en Ronda cuando volvió inesperadamente a la población al sufrir una caída del caballo en el camino a la feria taurina de Málaga en donde debía actuar como banderillero.

Otros que se echaron al monte fueron esos maquis que combatieron a Franco por las sierras de España con la idea romántica y poco realista de derrotar al franquismo. Estos, de manera más honrosa, se ocultaron en la frontera para “entrar” a combatir. El de Waterloo se ocultó en el maletero de un coche para “salir” y evitar así las consecuencias del desaguisado que otros (como su vicepresident) sí tuvieron que afrontar con estoica dignidad.

Hoy se está negociando en el Parlamento el asunto de la amnistía que liquidaría sus cuentas con la justicia. No estoy en contra. Su actuación no causó muertos ni heridos, se desdijo a los pocos minutos y al fin y al cabo soy de los que piensan que en el país en el que vivo debemos caber todos y, a ser posible, en libertad. Fuigalmont también.

Lo dicho anteriormente no quita el malestar que debo confesar que me produce el hecho de que el tipo, con un puñado de votos exiguo que supone la tercera fuerza en Cataluña, muy por detrás del Hombre Tranquilo (también conocido como Illa, Maravilla), tenga la capacidad de influir de manera decisiva y desproporcionada en los destinos de España gracias a una carambola propiciada por el sistema electoral español y un cúmulo de desgracias que le convierten en la piedra angular de la política, ya no de Cataluña sino de España.

Temo también el momento en el que el personaje pise territorio catalán, se suba a un balcón barcelonés convenientemente prominente (que no será el del Palau mientras gobierne quien gobierna), saque pecho y pronuncie las palabras: “Ja soc aquí”, para humillación de tantos españoles como quien esto escribe. Y no solo seré yo el incómodo con la escenificación de la inmerecida victoria: mucho más ofendido que un servidor quedará un tal Junqueras, que con menor responsabilidad que el huido se mamó unos cuantos años en las cárceles españolas y con su realpolitik después  perdió la posibilidad de convertirse en héroe de la patria catalana, algo a lo que el de Girona aún parece estar en disposición de aspirar.

Hay que ver lo rentable que puede resultar a veces “pegar a fugir”. Otra cosa es que sea honroso.

Román Rubio

Enero 2024

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lunes, 8 de enero de 2024

SOR PEDROCHE Y EL REY BALTASAR

 

SOR PEDROCHE Y EL REY BALTASAR




Me encontré hace poco con un amigo que me dijo que su fecha favorita de estas fiestas es el 7 de enero. La verdad es que le entendí perfectamente. Vuelve la bendita rutina a nuestras vidas y nos deja una resaca (en mi caso y en de mi familia, amenizada por la gripe) y me congratulo al pensar en una vida de asquerosa rutina y libre de virus y otras distracciones.

Así y todo, “estas fechas”, como suelen llamarlas tipos con poca imaginación como quien esto escribe, nos traen siempre un par de sainetes que ayudan a sobrellevar el tedio social. El primero, como siempre, es la aparición de la Pedroche dando las campanadas y sermoneándonos, una vez más, con los inanes discursos oportunistas de buenismo: salvar el planeta, con incrustaciones de vidrio de botellines de Mahou en los zapatos, “concienciación de la importancia del agua”, con un vestido hecho con la cuarta parte de una cortina de baño pequeña y otras parvulistas obviedades ¿Se imaginan lo que podría ser la vallecana en cueros a cero grados predicando, como una Charles Bukowski del extrarradio, sobre lo ameno que sería ser borde, egoísta y, a ser posible, asquerosamente rico?

Me proponía escribir algo sobre la aparición de la escultural Virgen del Arrabal y la competencia sufrida por TVE1 en  donde una tal Ana Mena  (quienquiera que sea), pero he recordado que escribí algo sobre ella hace unos años y me dedico a ejercitar el corta y pega, que es más cómodo:

“Habría que preguntar a Jesucristo si es lícito que la criatura de Vallecas se exponga año tras año en un balcón de cierta céntrica plaza madrileña a medianoche con una cantidad de tela cada vez más escueta, en pleno invierno mesetario. Ya saben: el de Nazaret era un maestro en salir airoso de las preguntas trampa a las que se veía sometido por los taimados fariseos, siempre prestos a cogerle en un renuncio. “¿Es lícito pagar impuestos a Roma?”, preguntaron los fariseos. Si el hijo del carpintero decía que no, se congraciaba con el pueblo judío (su pueblo), sometido por la colonización de Roma y se buscaba un lío con el centurión. Y si decía que sí, quedaba ante sus compatriotas como un pelota, indigno de liderar las aspiraciones nacionalistas del Frente Judaico Popular y el Frente Popular de Judea. Jesús, viendo la perfidia en la insidiosa pregunta, se salió por la tangente con aquello de: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22.21), que no sé si es decir mucho o nada, pero sale del paso de maravilla.

El feminismo está dividido con el vestido de la Pedroche. Una parte (la parte farisea) sostiene que el hecho de que la descarada muchacha aparezca en semicueros, año tras año, a la intemperie madrileña, luciendo sus bien definidos atributos junto al irrelevante tipo de turno con esmoquin, es una vergüenza, un retroceso en la lucha por la liberación de la mujer que la hace merecedora de lapidación. Otra parte (la herodista) sostiene que no hay nada más feminista que ponerse (o quitarse) lo que a una le venga en gana, y que si a la joven presentadora le apetece desnudarse en mitad de la noche invernal y exhibirse de esa guisa en un balcón de la plaza del pueblo por una bolsa repleta de denarios, ¿quién se puede arrogar la autoridad moral para reprobar tan animosa actitud? Como dijo el de Nazaret: “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”.

 El otro sainete al que nos tiene acostumbrados estas fechas es el de los Reyes Magos, esa tradición tan española que rememora la Adoración a Jesús de unos Magos  que ni consta en sitio alguno que fueran reyes, ni que fueran tres, cuatro o doce. El único evangelista que habla del asunto fue Mateo, que habla de Magos (probablemente sacerdotes de religiones paganas), sin especificar número alguno y provenientes del Este (¿imperio persa?), con lo que ustedes mismos pueden evaluar las probabilidades de que hubiera un negro.

Recuerdo un año en el que siendo Carmena la alcaldesa de Madrid salieron vestidos de magos de Oz, con una especie de cortina de baño (más amplia, eso sí, que la de la Pedroche), propiciando el llanto inconsolable de la hija de Álvarez de Toledo.

Este año, en muchas partes de España han salido de Rey Baltasar gentes con la cara pitada de Kanfort; y en Madrid, rizando el rizo, hablando a los niños como la criada de Escarlata O’Hara, lo que no sé si será racista, pero desde luego no es de muy buen gusto.

Hemos sobrevivido a estas fechas un año más. No sé qué ocurrirá de aquí hasta la próxima Navidad, pero lo que sí sabemos es que la Pedroche volverá  a amenizar las campanadas con un mensaje facilón, un vestido aún más breve y una bolsa de denarios más repleta. Y los Reyes… no sé, algo se inventarán para amenizar el cotarro. Y yo, Dios mediante, se lo contaré a ustedes.

 

Román Rubio

Enero 2024




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