MALOS TIEMPOS
PARA LA LÍRICA (JUVENIL)
En un artículo
reciente explicaba la escasa solidaridad generacional que se da en España, en
donde una generación de tordos otoñales gordos y lustrosos expolian con sus
generosas indemnizaciones por prejubilación y cobro de generosa pensión las
expectativas de los jóvenes colibrís, que tras años de preparación y una
estupenda disposición no consiguen obtener sino unos salarios exiguos e
inestables cuando llegan a cobrar.
Me temo que la
falta de solidaridad no es sólo inter
sino intrageneracional.
Gracias a la flexibilidad que otorga la nueva legislación laboral se ha
producido un abaratamiento salarial sustancial y una discrecionalidad a favor
del empresario que hace que los jóvenes trabajen por (casi) nada o les impele a
salir al extranjero en busca de un salario acorde a su valía. Esto es así en
casi todos los casos. Las grandes compañías que antes eran los proveedores de
los buenos salarios –eléctricas, bancos, consultoras, telefonía y grandes
grupos industriales- han rebajado salarios en aras a la competitividad y tienen
a los nuevos empleados de vendebiblias,
de puerta en puerta o al teléfono machacando al ciudadano con esas maravillosas
ofertas comerciales de las que, como al castillo de irás y no volverás, entras
en cuanto firmas y se hace casi imposible salir. Por cuatro perras más la
improbable comisión.
Para ilustrar
el tema he googleado (estupendo y utilísimo verbo que debía adoptarse de una
vez) el término “empleo juvenil” y abierto la entrada del diario El País
“Noticias sobre empleo juvenil” referida a noticias aparecidas en el diario. Copio
algunas de las entradas: “la creación de empleo en Cataluña no frena la “fuga
de cerebros”. En 2014 la cifra de los que residen fuera supera ya en un 71% la
de 2009; “mileuristas diez años después”, “Toña pide a los jóvenes en paro que
aguanten en Euskadi”. El consejero reconoce que el plan de acceso al primer
trabajo no acaba de funcionar; “rediseñado el plan de empleo juvenil tras la
escasa contratación”; “solo un 6% de alumnos de la FP Dual cobra de las
empresas”… En fin, la tónica del tratamiento del término está más o menos en la
línea que me imaginaba (que nos imaginamos). En el capítulo de tribuna popular
que constituye la sección de cartas al director, hay una colaboración que me ha
llamado la atención y que quiero resumir aquí. Cristian Mas, de Valencia,
cuenta que hace cinco años que ha terminado un Ciclo Superior en Producción de
Audiovisuales, Radio y Espectáculos, así como distintos cursos de formación y
especialización, incluyendo una carrera online de Comunicación. Tras una
estancia en prácticas de tres meses en una emisora de radio valenciana,
continuó trabajando para ella gratuitamente durante dos años con la esperanza,
alentada por la empresa, de que le fuera ofrecido un contrato laboral que no
vino. A continuación trabajó durante siete meses, también de manera gratuita, para una productora de vídeo con la promesa
de remuneración por realización de ciertos vídeos que tampoco se materializó.
El único contrato remunerado de Cristian en España fue un periodo de campaña
navideña haciendo palomitas en el vestíbulo de unos cines, lo que tiene que ver
con el sector de Espectáculos y también con Producción (de palomitas, claro).
En la
actualidad (en el momento de escribir la carta al periódico) declara
encontrarse en el Reino Unido por espacio de seis meses en donde ha encontrado
trabajo limpiando un almacén en turno de noche a una temperatura fija de un
grado.
Ya sé que la
historia no es nada excepcional. Cada uno de nosotros conoce historias
similares de jóvenes cercanos a nuestros círculos familiares o de amigos. Lo
que me llama la atención de la carta es la reflexión final que el joven se hace:
“sin duda, algo habré hecho mal”. Pues no chaval, probablemente no has hecho
nada mal. Vives, eso sí, en una sociedad egoísta e insolidaria.
Según el
informe 03/ 2013 sobre la distribución de la renta en España, publicado por el
Consejo Económico y Social de España la remuneración media de los empleos fijos
crece muy poco (unos 56 euros anuales, hasta 24.333 al año) pero la retribución
media de los temporales se desploma en 460 euros hasta apenas los 15.500
anuales. Es decir, quienes gozan de cierta seguridad (contrato fijo) ven
aumentado (poco) su salario mientras que los que sufren máxima inseguridad
(contrato temporal) ven disminuidos (mucho) sus ingresos. Otra ampliación de la
zanja entre ricos (bueno, no tanto) y pobres y otra bofetada a la justicia
social.
Ya sabemos que
la función pública ha disminuido su oferta de puestos de trabajo de manera
radical en los últimos años. Aún así, es casi la única fuente de trabajo con
salario digno para los jóvenes entre los que, los pocos que han podido acceder
a un puesto de maestro, policía o sanitario, constituyen la élite o casta del
grupo de amigos, quedando quienes no están en el paraguas de lo público en
manos de la precariedad, el salario raquítico o inexistente y la emigración.
Y para
solucionar el entuerto ¿qué propone nuestro querido gobierno con la
aquiescencia de sindicatos y aplauso y regocijo de la izquierda? La devolución
a los funcionarios de la paga que se les detrajo en el 2012. ¡Ah! Y la
revalorización de las pensiones en un 0.25%, que no es mucho, pero temerario si
tenemos en cuenta que en tres años el gobierno se ha gastado el 38% de la hucha
de las pensiones. Y para quienes están fuera del paraguas ¡que aguanten la
lluvia! O que busquen un nicho de empleo que sea útil y necesario. Encontré a
una persona que se quejaba de la falta de perspectivas laborales de su hija (no
recuerdo su profesión o estudios) y del entorno de sus amigos. Según esta persona, sólo una chica
del grupo había encontrado un empleo fijo y bien remunerado. La chica era
esteticienne de profesión y su trabajo consistía en maquillar a los muertos.
Román Rubio
#roman_rubio
Junio 2015