LOST IN TRASLATION
En la película de Sofia Coppola, el elemento cómico era lo
que se perdía en la traducción entre el director japonés del spot y Bob, un
actor maduro, interpretado por Bill Murray, que debía rodar unos anuncios de un
preciado whisky en Tokio. Pero, en realidad, el título era una parábola que aludía
a la vida de dos personajes perdidos, Bob y Charlotte (Scarlett Johansson), no
solo en la traducción y en una sociedad indescifrable como la japonesa sino,
sobre todo, en las soledades de sus propias vidas erráticas.
Es cierto que, en ocasiones, se pierden muchos matices en la
traducción. A veces, de manera intencionada (e interesada) por alguna de las
partes. Les pondré un ejemplo:
El territorio de Nueva Zelanda pasó a formar parte del
Imperio Británico con el estatus de colonia en el año 1840, en el que, por
medio del Tratado de Waitagui, los jefes maoríes de la Isla Norte se
sometieron, de manera más o menos voluntaria, a la autoridad de la Reina
Victoria. El documento, como es común, se redactó en las dos lenguas: en inglés
y en maorí. Mientras en la lengua de los maoríes se podía leer que “los maoríes
aceptan la permanencia de los británicos a costa de la protección permanente de
la corona”, en la versión inglesa se leía que “los maoríes se someten a la
corona a cambio de su protección”. Todo por un quítame esas pajas con la palabra
kawanatanga y sus ambigüedades. Para
unos, significaba “aceptar la permanencia” y para otros “sometimiento”. Los
británicos, como tantas otras veces, arrimando el ascua a su sardina.
Hace poco que los abogados de Puigdemont presentaron una demanda
civil contra el juez del Tribunal Supremo Pablo Llanera en un juzgado belga por
cuestionar (según el escrito de demanda) la presunción de inocencia del
demandante. Para justificar la tesis del prejuicio del juez hacia su persona,
se traduce al francés la frase de Llanera de “si es que esto ha sido así” por “Et oui c’est qui sést produit”, lo que
se podría traducir como “y sí, como así ha sido” o “como en efecto sucedió”, lo
que vendría a demostrar el supuesto prejuicio del juez.
Nadie, repito, nadie que no tenga la intención de tergiversar
el sentido de una frase, confundiría el “si”
(condicional) francés con el “oui”
(afirmativo), de la misma manera que en inglés nadie, repito, nadie confundiría
el “if” (condicional) con el “yes” (afirmativo). Es así. Se lo
aseguro. Se lo digo yo y se lo confirmará cualquiera que tenga el mínimo
conocimiento de estas lenguas y algo de honestidad.
Aclarando: si un presidente del Atlético de Madrid en un
jacuzzi, con cadena de oro de grosor como el dedo gordo al cuello, dice
“estentóreo” donde debía decir “ostentoso” no deja de ser una pintoresca y
divertida anécdota. Cuando uno escribe “mujer adúltera” en vez de “mujer
adulta” en los papeles de tramitación de un divorcio, podemos decir con
seguridad que el desliz es intencionado —y hasta con mala leche—, ¿o no?
Cosas de pillastres, tramposetes y rufianillos que cuando
dijeron digo dicen Diego (si alguien se da cuenta). Menos mal que hay
profesores jubilados vigilantes. ¡Vivan los profesores jubilados!
Román Rubio
Agosto 2018