lunes, 28 de marzo de 2016

NO ME PISEN EL CALLO

NO ME PISEN EL CALLO





Lo dicho. Por una razón o por otra, un buen número de mis artículos van a denunciar tormentas en vasos de agua. Ya se trate del atuendo de los Reyes Magos, las figuritas de los semáforos o las declaraciones de cualquier correveidile del vodevil nacional, provocan un vocerío de indignación en una plebe irascible y malhumorada que parece pasar el día (a falta de mejores cosas que hacer) mesándose los cabellos y rasgándose las vestiduras de manera farisea ante cualquier “quítame allá esa pajas”. ¿Qué es un español? Según el antiguo diccionario de la RAFE (Real Academia Facha de la Lengua) que tengo en casa, en su primera acepción es un individuo que está permanente estudiando inglés. Yo lo rectificaría: cambiaría “aprendiendo” por “matriculándose”, pero eso es cosa de los académicos. Claramente esta acepción tendrá que ser pronto eliminada del diccionario habida cuenta de la cantidad de jóvenes que gracias a la avidez y codicia de sus papás y abuelitos están recorriendo el mundo a lo ancho y a lo largo con una decisión y solvencia que (de tener dignidad) haría sonrojar a la generación anterior.

La segunda acepción de la palabra “español” es absolutamente vigente: “persona a la que, de manera continua y premeditada, le están  pisando permanentemente el callo del pie derecho”, dice mi valioso diccionario.
¿A que sí? ¿A que están de acuerdo con la definición? ¿Quién si no se pasa el día al volante del coche haciendo sonar el claxon amenazadoramente ante cualquier otro compatriota que se permita dudar una décima de segundo sobre la dirección a tomar? ¿Quién si no el españolito es capaz de llamar burro, ladrón, gilipollas y subnormal a cualquier “arbritucho” que se digne a pitar algo  en contra del equipo de su hijo, o de su alma?

¿Es  mala persona, es maledicente y cruel pues, el español? En absoluto. Ese mismo energúmeno que pita amenazadoramente e insulta al árbitro nada más saltar al campo con la pretensión  de arbitrar a su hijo de forma imparcial forma parte de un pueblo solidario que, por poner un ejemplo, está  a la cabeza de donación de órganos en el mundo. Es sólo que están continuamente pisándole el callo del pie, y así, cualquiera tiene mal genio.

Según el periódico de no sé qué día de la semana pasada, el escritor Pérez Reverte “la vuelve a liar en Twitter”. Dios santo: ¿qué habrá dicho? Lo busco con expectación y me encuentro con un mensaje en forma de tweet que dice: “los yihadistas deben de estar acojonados por las florecitas, las velitas y nuestro enérgico “todos somos Bruselas”. Y hasta la próxima”. Y eso era todo. No maldice el cristianismo, ni el islam ni declara él mismo la yihad o la Cruzada, no. Sólo insinúa delicada y vagamente, como si de una Hermanita de la Caridad se tratara, que las medidas antiyihad deberían ser más contundentes. Tan simple como eso. Ante este tipo de eventos, sabemos por experiencia que hay dos posturas: una, garantista de las libertades y por tanto más prudente en sus medidas de seguridad y otra, celosa de la seguridad, con medidas más enérgicas y radicales. Pérez Reverte está en una posición. Otros están en otra. Punto. ¿Por qué tienen estas declaraciones que pisar el callo de tantos españolitos?

Otra trivialidad: el amigo Piqué. ¡Hay, el amigo Piqué! ¡Cuánto dará que hablar este muchacho! Ya no se conforma con haberse casado con estrella internacional del espectáculo y declarar su preferencia por el referéndum catalán, no. No se conforma con ser el objeto de las pitadas en todos los campos que pisa (fuera de Cataluña, claro). Ahora ha conseguido que todos nos familiaricemos con una app, red social, entorno digital, o lo que diablos sea que se llama Periscope, y que, por lo que yo sé, no es sino una plataforma en dónde colgar vídeos caseros en tiempo real (lo que quiera que esto signifique). En la época en que los famosos de toda índole establecen canales de comunicación con sus seguidores vía redes sociales tipo Facebook o Twitter el hecho de que Piqué cuelgue vídeos de trivialidades y los ponga a disposición de sus seguidores parece algo inaceptable para los encallecidos pies derechos de los malhumorados españoles. En fin, para aquellos que no hayan visto aún los afamados “Periscope” de Piqué les recomiendo que no lo hagan. Son infumables. El hecho de que  alguien sea capaz de aguantar siete minutos de bromitas y sandeces del muchacho con sus colegas en un avión, con una realización infame debe de ser porque  es muy, pero que muy culé,  ama al chico de manera incondicional o  tiene un conato de debilidad mental. Yo, que creo no pertenecer a ninguno de los tres grupos, lo intenté y no aguanté más de minuto y medio. ¡Ah! Y para algunos locutores de la radio nacional: si nos atenemos a la fonética inglesa o francesa, la última “e” de Periscope es muda.

Román Rubio

Marzo 2016 



















jueves, 24 de marzo de 2016

Y LOS ESPÍAS… ESPÍAN

Y LOS ESPÍAS… ESPÍAN


He estado ausente unos días con motivo de un viaje al frío Reino de Thul, en donde  reina Sigrid, novia del Capitán Trueno y amiga de nuestros amigos  Goliat y Crispín de manera justa, austera y próspera (no como en otros lugares). Entretanto el mundo ha seguido con sus rutinas y sus sorpresas. Los valencianos quemaban  sus ruidosas y coloridas fallas, los políticos seguía jugando al cache-cache, rizando el rizo de la insoportable vacuidad del bla-bla-bla y unos descerebrados islamistas hicieron su masacre, inmolación incluida, esta vez en Bruselas. Difícil tema, el de acabar con unos terroristas dispuestos a morir matando indiscriminadamente. Me temo que nos tendremos que acostumbrar a vivir con ello. Poco hay de nuevo bajo el sol.

Siguiendo mi estilo, no me referiré a estos temas que ocupan las primeras páginas de los periódicos y consumen el tiempo televisivo. Hagamos un paréntesis temporal para retroceder al domingo 13 de Marzo en que la periodista Ana Pastor presentó en su programa de la Sexta una entrevista semiclandestina (a lo Sean Penn) desde Moscú con el exespía, revelador de modos y modas de los Servicios Secretos Americanos de Información (sinónimo de espionaje), traidor a la causa Edward Snowden, lo que resucitó en la opinión pública la indignación y la sorpresa por la revelación inaceptable de que los espías… espían. ¿Y qué iban a hacer si no?, ¿vender aspiradoras, como el protagonista de la estupenda novela de Graham Green “Nuestro hombre en La Habana”? ¿Cuál se supone que es la función del CNI, el Mosad, la CIA, el MI6 y todos los organismos similares con que se dotan los estados? ¿Por qué los espacios de las Embajadas son inviolables como lo ha sido siempre la documentación que viaja en valija diplomática?

Snowden nos habla de la enorme cantidad de información que recopilan las agencias norteamericanas en todo el mundo, nos habla de metadatos –resultado del análisis de los datos-, de la facilidad y el bajo coste de obtenerlos y reflexiona sobre el hecho de que la vigilancia extensiva no es un instrumento de  seguridad sino de poder, algo que, por otra parte, ya sabíamos o sospechábamos. El americano vive en Rusia en una situación precaria, aunque privilegiada si la comparamos con su compañero de fatigas, el australiano Julian Assange que no sólo habló del modus operandi sino que filtró cantidades ingentes de documentos con el affair wikileaks. El ex agente de la CIA  entró a uno de los aeropuertos de Moscú y pasó un tiempo en tierra de nadie. Putin se negó a extraditarlo a los EEUU por no haber convenio de extradición entre los países, lo que es una bendición para el americano que tendría en su país un futuro muy, muy negro: James Woolsey, ex director de la CIA quiere verlo colgado, con una soga al cuello…y como él, muchos más.

En el Imperial War Museum de Londres hay una estupenda sala dedicada a los espías: a los de siempre; a los de libretita de códigos para cifrar, prismáticos, puñal camuflado en bolígrafo, ampolla de cianuro para caso extremo de captura y cámara en el reloj; a los que andaban por ahí anotando entradas y salidas de barcos en los puertos, movimientos de tropas, contacto con la resistencia, situación de los cuarteles y puntos estratégicos. A esos les llamábamos espías: unos tenían glamour y licencia para matar como 007, otros, como Philby, condecorado por el mismo Franco, se convirtieron en  espías dobles y hasta triples, según opinión de Stalin, que nunca confió en él. Los había ejecutores, como Ramón Mercader, y bailarinas, como Mata Hari. Hoy en día, en la época digital, los servicios de espionaje se dedican fundamentalmente al análisis de los datos que viajan por el ciberespacio.

La situación es conocida: cada cual espía a quien puede. Algunos países pueden mucho y espían mucho, como el Reino Unido;  otros, como España,   pueden menos y espían menos y otros, como Mali o Bután pueden muy poco o nada y espían lo propio: muy poco o nada. Y luego está EEUU que todo lo puede tecnológica y militarmente y espía mucho a todos los demás y se produce esa curiosa situación que es la de rasgarse las vestiduras ante lo obvio. Merckel, Holande y todos tienen que escenificar un enfado para la galería que es la opinión pública de sus respectivos países; bueno, todos no; está Rajoy, el taimado Rajoy que no ve necesidad de hacerlo. “¿Acaso no espiamos nosotros al Presidente de Guinea Ecuatorial y en Marruecos hacemos lo que podemos? ¿Por qué escandalizarnos por un pinchazo de teléfono? Además, para lo que tienen que oir…

Les pondré un ejemplo: En este blog suelo consultar semanalmente el número de visitas. La mayoría son de España seguida de los Estados Unidos y de otros países europeos y latinoamericanos, aunque hay también visitas (escasas) de lugares como Indonesia o Kazajstan. En una ocasión en que mencioné el régimen cubano en uno de mis artículos tuve dos visitas de… ¿adivinan de dónde? Exacto: de Cuba. Seamos realistas: ¿quién puede estar interesado en mis artículos en un país en el que Internet está restringido, es caro y lo usan un número ridículo de personas? Se me ocurren muchos otros temas de mayor interés para el público cubano. ¡Con lo interesante que dicen que es el porno! Obviamente hay un servicio de información que rastrea la web para temas político-propagandísticos. La cuestión es: si hay alguien que se interesa (o detecta) cualquier cosa que un tipo como yo pueda decir sobre Cuba o su régimen ¿qué no estaría ese alguien dispuesto a hacer para hacerse con lo que Merckel, Hollande, Putin o Cameron puedan decir, opinar, proponer o convenir al respecto? Bien merece, pues, un pinchazo a sus Nokias (connecting people, al fin y al cabo).

George Orwell se equivocó en muchas de sus premoniciones expresadas en su 1984 (empezando por el año), pero desde luego no en su más famosa locución: “Big Brother is watching you” (el Gran Hermano te está viendo). Vaya que sí.

Román Rubio
Marzo 2016

lunes, 14 de marzo de 2016

LEY DE ZIPF

LEY DE ZIPF


Acabo de consultar las quinientas palabras más comunes del español en el banco de datos CREA de la Real Academia de la Lengua Española. Apasionante ejercicio, como tantos otros que hago a diario. Las cinco más comunes  son, por este orden: de, la, que, el, en; es decir, artículos, preposiciones y conjunciones que son la tornillería que, con poca carga semántica, sirve para levantar el constructo del idioma. En el puesto 70 aparece la palabra tiempo (un sustantivo sustancioso), en el 76, vida (otro); en el 94, sí; en el 100, mundo; en el 130, españa; en el 135, hombre y en el 142, trabajo; mujer en el 181 y en el 186 fin. En el 390 aparece ex (¿ex de ex, me pregunto?); en el 394 encontramos dinero y en el 395, curiosamente, comisión, (¿mera coincidencia?). En el puesto 500 de la lista, la palabra calidad. No he visto la palabra corrupción; ¿se me habrá pasado?

En lengua inglesa los resultados son predeciblemente similares. La palabra más común es el artículo determinado the, seguida de of y and en tercera posición. Pero si hemos de referirnos al número de ocurrencias de las palabras en el discurso hablado y escrito, tenemos que hablar de George Kinsley Zipf (1902-1950), lingüista norteamericano que aunque murió sin cumplir los cincuenta, le dio para ser Jefe del Departamento de Alemán de la Universidad de Harvard y estudioso  del chino y de las propiedades estadísticas de las lenguas. En 1941 publicó un libro que se hizo bastante popular en el mundo académico de la época, traducido al español y titulado “El comportamiento humano y la ley del mínimo esfuerzo”  pero es más conocido por la formulación de la conocida como Ley Zipf, que tiene que ver con el rango y la frecuencia de uso de las palabras.

Zipf observó (o más bien formuló, puesto que otros autores como el francés Jean Baptiste Estoup y el alemán Felix Auerbach habían observado antes) que, en textos suficientemente largos, la palabra más común (the, en inglés) aparecía el doble de veces que la siguiente of, el triple que la tercera and, el cuádruple que la cuarta, el quíntuple que la quinta y así sucesivamente… Si a la palabra más común le asignamos el rango uno, a la segunda el rango dos y a las demás el correspondiente, “la frecuencia de una palabra dada es inversamente proporcional a su rango en la tabla de frecuencias” respondiendo con bastante fidelidad al gráfico:


de modo que, en un texto convencional que constase de un millón de palabras, the aparecería en 69.971 ocasiones, o lo que es igual: un 7%; la palabra of 36.411 veces o un 3.5%; and 28.852 veces… y así, todas. A esta cualidad empírica se la conoce como Ley de Zipf.
El lingüista observó que la ley la cumplía no  sólo el inglés sino el español, el ruso, el latín, el alemán y todas las lenguas conocidas incluído el esperanto. Por alguna razón, la jerarquía de uso de las palabras seguían la curiosa regla matemática y en todas las lenguas las palabras más usadas eran las más cortas y simples. También se observó que con un número de ciento treinta palabras cubrimos un espectro del 50% del Brown Corpus del American English.

Esas fueron las observaciones y conclusiones del profesor y lingüista norteamericano. Lo verdaderamente curioso es que la ley y su proporcionalidad se cumple en muchos otros campos sin relación con la lengua, como son: el tamaño de las empresas en un país, la audiencia televisiva de los distintos canales, las jugadas más frecuentes en el ajedrez, la renta de los habitantes de un país determinado y el número de habitantes de las mayores ciudades por países.

Pongamos el caso de la renta por habitante. En mi país, tendríamos en lo alto de la pirámide un nombre bien conocido por todos que sería el doble de rico que el segundo, el triple que el tercero, el cuádruple que la cuarta, que, al parecer,  es alguien de su familia y así sucesivamente. El desarrollo de la curva se ajustaría al principio 80/20 de Pareto, ley empírica formulada por el italo-francés Vilfredo Pareto (1848-1923) y que venía a constatar el hecho de que el 20% de la población en la Italia de la época poseía el 80% de la tierra, patrón que se reproducía (y se continúa reproduciendo) en muchos otros países y con recursos distintos al agrícola.

Pero volvamos a la ley de Zipf y el tamaño de las ciudades. He hecho un recorrido por algunos países en el Internet y he obtenido los siguientes datos: en EEUU la ciudad de Nueva York (la mayor del país) cuenta con algo más de ocho millones de habitantes que son (más o menos) el doble de la población de Los Ángeles (3.800.000 h), el triple que Chicago (2.853.000 y el cuádruple que Houston (2.100.000). En Alemania, Berlín con 3 millones y medio de habitantes viene a ser el doble que Hamburgo con 1. 800.000, el triple que Munich con 1. 350.000… Y en España también se cumple (más o menos) la curiosa ley: Madrid con 3.145.000 habitantes es casi exactamente el doble que Barcelona (1,640.000), más del triple que Valencia (800.000), el cuádruple que Sevilla (690.000)… repitiendo el patrón formulado por el americano de apellido imposible y ya predicha por el alemán Auerbach y otros.

No lo formuló Zipf. Es una observación personal, pero en una pandilla de jóvenes solter@s y marchos@s hay un@ que liga el doble que el segundo, el triple que el tercero… y si la muestra es lo suficientemente numerosa, el 20% de los individuos hacen el 80% de la faena, que es más o menos a lo que se refería Darwin en su explicación evolutiva de la selección natural. También los que meten mano en el saco del dinero común (público) es posible que cumplan la ley de Zipf. No tengo datos, pero piénsenlo.
Román Rubio
Marzo 2016




jueves, 10 de marzo de 2016

SEMÁFOROS PARITARIOS

SEMÁFOROS PARITARIOS


Lo dicho: me encantan las tormentas en vasos de agua. Si los deportes de competición tal que el fútbol son la representación incruenta de la guerra, los desgarramientos de vestiduras y ladridos de los fariseos  ante lo banal conducen al enfrentamiento al terreno de lo folclórico e inocuo. Tanto rodeo para decir que me estoy refiriendo a los semáforos que, en un número de 20 (o así), se han instalado en mi ciudad (Valencia) y que han ocupado espacio televisivo nacional y cobertura de primera página en los periódicos. Ayer mismo, en compañía de dos amigos inquisitivos y ociosos como yo mismo, me dirigí al centro de la ciudad para ver la novedad de la novedad, el no va más de la audacia en el reparto de roles hombre-mujer: los semáforos de muñequitos con falda. ¡Ahí es nada!

La verdad es que la visión de semejante transgresión es bastante decepcionante. De no haberlo sabido quizás ni me habría dado cuenta, pero ¡ojo! Andaba prevenido y pude ver el pecado como lo veían los sacristanes de la posguerra que se encaramaban a las vallas de los solarios de las playas para poder ver a las mujeres semidesnudas y así, poder denunciarlas mejor.

Otra decepción fue  averiguar que el atentado a las buenas costumbres no ha costado ni un duro. En esta ciudad, enemiga acérrima de Robin Hood, estábamos acostumbrados a que nuestras autoridades tomaran el dinero de todos (de los pobres) y lo ofrecieran generosamente a cualquier celebridad o millonetis, se llamase Bertarelli, Julio Iglesias, Eccleston, Urdangarín…, con tal de que nos pasaran la mano gentilmente por la espalda y nos dijeran lo modernos y guapos que somos y lo soleada que es nuestra tierra.

Estaba yo tan contento después de ver el simpático ideograma del muñequito con falda, descarado, barato y de lectura clara hasta que he empezado a documentarme para escribir este artículo. Ahí empieza mi gran decepción. Dejando aparte que los paletos de Manhattan prefieren poner confusos carteles de WALK y DON’T WALK que a duras penas entiendo y los berlineses a usar el ridículo hombre del sombrerito, con lo anticuado que queda,  resulta que no somos los primeros: No, señores; lo han oído bien: el pro-feminista alcalde catalán y catalanista, provocador y acérrimo enemigo de la propiedad privada Joan Ribó y sus secuaces no han sido ni los primeros ni los más audaces. Veamos:

Si mi rastreo por internet ha dado informaciones correctas (algunas de ellas seguro que lo son puesto que iban acompañadas de fotos) Fuenlabrada (Madrid), Sagunto, Jaén, Lugo, Gijón, La Coruña y Vitoria ya tenían instalados algunos de estos semáforos con ideogramas femeninos, cosa que, al parecer, posibilita el sistema de luces LED a coste cero. Pero no acaba ahí la cosa. Para mi sorpresa leo que la ciudad de Soria (sí, sí, Soria) tiene instalado un semáforo de estas características en el cruce de las calles Duques de Soria con Santa María Josefa. El hecho de que sea “un” semáforo y no varios me resulta enigmático, pero bueno, se trata de Soria; ellos sabrán.

Y lo mejor: la ciudad de Zaragoza, según leo en El Periódico de Aragón tiene instalados unos cien semáforos del ideograma de la faldita desde 2008 en la Avenida de Valencia y otras calles de la capital sin que el hecho haya causado revuelo alguno (al menos de relevancia) y al parecer -les aseguro que lo he leído en la noticia de este diario del día nueve de este mes- fue “por error”. La empresa que debía cambiar los antiguos por la versión LED envió al Ebro un pedido que iba para Sagunto y los instalaron allí. Los aragoneses, que tienen fama de tener la cabeza dura pero que  parecen tener más sentido común que los apologetas de la revolución y de la contrarrevolución decidieron, con muy buen criterio que… ¿qué más da pantalón que falda? Y los dejaron. ¡No me digan que no son  grandes estos maños! Adoro la anécdota. Si no fue exactamente así, por favor, no me la desmientan; tengo a los de Aragón en un pedestal.

Para ahondar en mi decepción me entero que la ciudad de Viena instaló el año pasado los ideogramas de parejitas chico-chico, chica-chica, chica-chico… en fin toda la gama, para pasmo de los guardianes de las llaves del templo y que pronto fue copiada por Munich y por Utrecht… ¿Adónde vamos a llegar? Se aceptó la bicicleta como animal de compañía y ahora tendremos que apechugar con dibujitos  de jubilado con carrito de la compra, niño con cocodrilo, mamá embarazada, señora con perrito y bastón, pirata con loro y ¡claro!, chef con gorro. ¿Se lo imaginan? Un lío.

Román Rubio
Marzo 2016 

lunes, 7 de marzo de 2016

A VUELTAS CON LOS NÚMEROS


A VUELTAS CON LOS NÚMEROS


Hay ocasiones en las que uno no tiene idea de qué escribir. Cuando esto me ocurre me lanzo al periódico del día con avidez y casi siempre encuentro tema. El otro día hice lo propio, y decidí descartar los temas de política y judiciales por cansinos. Hablaré, mayormente de números; no de los números del señor Piketty, maraña indescifrable en la que confiesa estar inmerso mi amigo Edmundo Pascal y que yo, con mi corto entendimiento, sería incapaz de sacar nada en claro, sino sencillos números de gente corriente. Verán:

Como cada año, la revista Forbes saca su interesante lista de hombres más ricos del mundo. Sí, esa lista que usted y yo leemos con avidez. Entre los 10, los de siempre: Gates, Buffet, Amancio, Carlos Slim… Uno sube dos puestos, el otro baja uno… en fin, nada nuevo en el mundo del Tío Gilito. Tras reñirme a mí mismo por sacar pecho de manera absurda al  ver al gallego encaramado al segundo puesto “del mundo”, encuentro el dato  interesante: Bill Gates continúa siendo el number one, a pesar de haber perdido en el año la cantidad de 3.800 millones de dólares. Sin que le tiemble el pulso ni despeinarse. Ahí lo tienen: lo crean o no, hay un tipo que se levanta, va todos los días a trabajar, pierde 3.800 millones en un año y se le ve tan contento. Y no sólo eso, sino que sigue teniendo más dinero que todos los habitantes de mi ciudad juntos (bueno, quitando quizás a Juan Roig). Le pregunté a la camarera del bar donde estaba tomando el café si ella trabajaría perdiendo dinero y se me quedó mirando como pensando si estaba gilipollas. ¿Cómo va a hacerse rica la infeliz con esa visión miope de la vida?


Paso la página y me encuentro con una de esas noticias que ocupan muy poco en un periódico y que dan mucho de sí. Les explico: En la moderna y civilizada ciudad de La Haya se construyó en 2012 un puente sobre una autopista que comunica un parque urbano con un bosque. La función (exclusiva) del puente es permitir el paso de las ardillas de un lado a otro de manera segura. El coste fue de 144.000 €. Hasta aquí, nada que objetar. ¿Saben cuántas ardillas lo han usado? Cinco. Se instaló una cámara para registrar el paso de los roedores y han contabilizado cinco viajeras en cuatro años. De momento, el costo (de dinero público) asciende a 28.800 euros por ardilla, pero claro, es que el puente sólo lleva 4 años abierto. Al ritmo de paso actual, si cada ardilla pagara un billete de, digamos, 6 euros -que es lo que viene a costar el viaje de autobús de una ciudad europea a su aeropuerto- haría falta que cruzaran el puente 24.000 ardillas para amortizar la obra (la construcción, no el mantenimiento), que al ritmo de paso actual tardaría en producirse… 19.200 años. Y eso, al precio del AirLink, que al del Bonobus… No sé. Hagan la cuenta. Sadría rentable pagarles pagarles taxis.

Leo con interés la finalización del Oculus de Calatrava en Nueva York en el entorno del World Trade Center. La obra, espectacular, como una paloma desplegando el vuelo servirá de intercambiador ferroviario en lo que, junto a la Pennsylvania Station y la Grand Central constituyen los tres grandes nudos ferroviarios de Manhattan. Lo de la Penn fue un lamentable episodio. Era la estación más grande e imponente del mundo y el edificio, magnífico, con un vestíbulo inspirado en las Termas de Caracalla y dimensiones que se aproximaban a la nave de San Pedro del Vaticano fue demolido en 1963 y enterrados los andenes en el subsuelo para dar cabida en la superficie al vulgar pero rentable Madison Square Garden. Lamentable. Ni Rita Barberá habría cometido tamaña tropelía urbanística. El coste de la obra de Calatrava ha sido de 3.900 millones, más que lo que ha costado el rascacielos vecino One World Trade Center y el doble de lo presupuestado –nada excepcional tratándose del arquitecto valenciano- y que supone una cantidad igual a las “pérdidas” anuales de un tipo de Seattle, que va a trabajar todos los días y que se llama Bill Gates. ¡Hay que ver, lo que dan de sí las cifras, cuando las comparas!
El hecho de que un arquitecto valenciano Rafael Guastavino, conocido como el arquitecto de Nueva York, sea el autor de las espectaculares bóvedas de ladrillos de la Grand Central y otro valenciano, Calatrava, el  de otra de las tres grandes estaciones de Nueva York no deja de ser una curiosa y feliz coincidencia.
Y en la página de sucesos, la joya de la corona: un conductor de 80 años recorre 8 kilómetros en sentido contrario por la autopista A-7 en Málaga sin, afortunadamente, ocasionar accidente alguno. No se lo pierdan: el tipo iba en contra-dirección sin ánimo de matar o morir sino por un simple error. ¿Y saben adónde iba? ¿Quizás a ver a su amada que agonizante reclamaba su presencia? Nada de eso. Quería pasar la ITV del vehículo al día siguiente y para ser el primero de la mañana decidió salir por la tarde y pasar la noche en el coche, a la mismísima puerta… ¿Pero se puede saber que les pasa a estos jubilados que se bajan a poner la sombrilla en la playa de Cullera antes del amanecer para estar en primera línea  y se ponen a hacer la cola de la ITV la noche de antes?; ¿se han vuelto locos?; ¿por qué tienen tanta prisa?, ¿adónde quieren llegar?; ¿es que no duermen?; ¿qué diabólico mecanismo les impulsa a querer ser los primeros en todo hasta jugarse la vida en el empeño? Le han puesto una multa de 500 € y una evaluación médica obligatoria. No venía en el diario el resultado de la exploración psicológica. Tampoco hacía ninguna falta.
Ya ven: cifras variadas: 3.800 millones de pérdidas anuales del hombre más rico, una cantidad similar (doble de lo presupuestado) el coste del Oculus de Calatrava, 144.000 € de dinero público en un puentecito para un puñado de ardillas, 80 -los años de un jubilado que anda 8 kilómetros de autopista en contra-dirección para llegar a una ITV dónde tenía cita para la mañana siguiente…- Y toda esa exhibición de músculo de la Comedia Humana por un eurito que me costó el café, que además estaba muy bueno.
Román Rubio
Marzo 2016








jueves, 3 de marzo de 2016

DISCURSO DE INVESTIDURA

DISCURSO DE INVESTIDURA


No he seguido las jornadas de la investidura fantasma de Sánchez excepto los inevitables cortes de la radio del coche, los titulares de los periódicos y los minutos de telediario mientras pongo la mesa. No tengo tampoco, idea  del panorama político a medio plazo. Supongo que vamos encaminados inevitablemente a otras cansinas elecciones generales de resultado incierto. El hecho de que los líderes de los partidos estén dispuestos a otra campaña electoral me intriga; ¿cómo es posible? Y el hecho de que la afronten con las arcas de los partidos vacías me asusta. ¿De dónde van a sacar el dinero para llenar los autocares de jubilados con bocata, refresco y banderita y llevarlos a sus mítines, siendo que a los últimos ganadores les han descubierto ya todas las mentirijillas y trampas para la recolecta? Bueno, los de Podemos, como se lo pagan ellos…

La estrategia es la madre de la política. Cada uno de los que han subido al estrado sabe lo que le conviene (a él y a su partido, claro. Al país… es otra cosa). Yo no tengo ni idea, de modo que dejo el análisis para los abundantes politólogos, charlatanes, oportunistas y sabelotodos. Hablaré, eso sí, de la puesta en escena, la teatralidad y el lenguaje usado por los Padres de la Patria.

En primer lugar, Rivera. No escuché su intervención y el mensaje me importa un comino. Sólo me quedó que, en su discurso, citó a Churchill en dos ocasiones. Si mis informaciones son correctas la primera fue: “Soy optimista, como decía Churchill, porque lo contrario no serviría para nada”. Continúa Rivera: “decía Churchill que el problema de nuestra época es que hay hombres que no prefieren ser útiles, sino importantes”. Aparte de la oportunidad y tino en la selección de las citas, algo que no criticaré, ¿se dan cuenta de la cantidad de veces que se usa al orondo británico del habano para las citas? El “como dijo Churchill” se ha convertido en algo tan usado, tan manido, que yo desaconsejaría el uso a los políticos, además de que muchas de las citas que se le atribuyen nunca las dijo el estadista británico.
Otras fuentes a evitar serían las de Oscar Wilde (toda su obra es una sucesión de frases dirigidas a “epatar” a los de pueblo y a los mojigatos), a Groucho Marx (demasiado socorrido) y al también genial Woody Allen (demasiado obvio).

Juan Carlos Guirauta, de Ciudadanos, contestó a Rajoy (fuera de tribuna) tachándole de manera muy acertada como “hombre de casino provinciano” refiriéndose a los versos de Antonio Machado, otro recurso manido que no criticaré dada mi debilidad por el poeta. Los versos son: “Este hombre de casino provinciano/ que vio a Carancha recibir un día/ tiene mustia la tez, el pelo cano/ ojos velados por melancolía…” Por cierto, toda la vida recitándolos sin saber qué significaba el segundo verso. Lo he consultado:  Carancha se refire al torero José Sánchez del Campo “Cara-Ancha”, que el 19 de Junio de 1881, ante el toro Calceta, en Madrid, mató de frente, con los pies quietos. Machado, al componer el poema, escribió “matar”; luego lo tachó y puso “recibir”. Yo no estaba allí con él, pero me consta.
El asunto machadiano venía como contestación a la puya que Rajoy había mandado a Rivera usando también al poeta del patio de Sevilla: “lo mejor que nos ofrecen son aquellos mundos del poeta: sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón”. No está mal por Guirauta: ¡Machado quieres, Machado te doy!

Rajoy estuvo, de verdad ingenioso y (para los suyos) convincente. A su manera decimonónica, como un viejo zorro de casino provinciano. Llamó al pacto de los socialistas y los ciudadanos “…vodevil a dos bandas, que nos ha tenido entretenidos como una comedia de enredo con escenario con dos puertas en las que unos entran, otros salen y otros se escabullen”. Genial. Se podrá decir más largo, pero no más exacto o de manera más divertida.
Sacó a relucir el florilegio ¿habrase visto?, el perro del hortelano y el bálsamo de Fierabrás, que como todo el mundo sabe es el bálsamo carolingio que cura todos las heridas y dolores de apaleamiento de los caballeros en sus luchas con los dragones y fieros enemigos, del que Don Quijote dice conocer la receta, que no es otra cosa que aceite, vino, sal y romero, según el manchego. Habló de la práctica del rigodón –con cambio de parejas- que se refiere no al mayordomo de Phileas Fogg como algunos entendieron, sino a un baile francés de salón del siglo XVII que se baila por parejas que se intercambian, y mientras algunos comentaristas intentaban ridiculizar el pacto PSOE- Ciudadanos con vulgaridades como Tratado de Versalles y cosas así de insustanciales, Mariano se sacó de la manga el Tratado de los Toros de Guisando, acuerdo entre Enrique IV de Castilla y su hermanastra Isabel por la que se declara a ésta Princesa de Asturias y heredera del Trono de Castilla, acuerdo que tuvo lugar en El Tiemblo (Ávila), junto a los célebres toros de piedra de origen vetón y cuya existencia (la del acuerdo, no la de los toros) es puesta en entredicho por muchos historiadores.

Señor Rajoy, no gobierne, haga el favor. Pero no se deje nunca el Parlamento. Mientras unos hablan de cal viva usted, Don Erre que erre, nos entretiene con sus vodeviles, comedias de enredo con dos puertas, sus rigodones y sus Toros de Guisando. ¡Qué delicia!

Román Rubio
Marzo 2016