jueves, 29 de junio de 2017

EL VALOR DEL DINERO

EL VALOR DEL DINERO

Nunca entendí bien qué es el dinero. Uno tiene dos cabras. Cambia una de ellas por un costal de harina y tiene una cabra y harina para hacer pan. Así funcionaban las cosas en un mundo ancestral y sencillo, aunque poco práctico. Después se inventó la moneda y el mundo rodó mucho mejor. Por la leche de la cabra te daban unas monedas que tú podías usar para comprarte, digamos, unas alpargatas. El alpargatero, si vendía unos cuantos pares, reunía una cantidad de monedas que le permitían comprar su harina o su pellejo de vino. La moneda solía ser de un metal codiciado por su escasez como oro, plata o bronce, de modo que el material en sí tuviera un valor determinado independiente de la inscripción. Hasta aquí la cosa es más o menos sencilla. Todo empieza a sofisticarse cuando aparece el papel moneda. En vez de monedas de metal escaso y, por tanto, limitado, al alpargatero le dan un papel que dice valer un dírham, un denario, un dólar, una libra o un real de vellón con el que hacer sus intercambios. El valor del billete es solo simbólico, pero el emisor dice imprimir una cantidad equivalente al montante de unas reservas en oro u otras riquezas que físicamente tiene en la bodega, con lo que, supuestamente, puedes canjear el valor del billete por su parte correspondiente de la bodega del emisor (otra cosa es que este se carcajee cuando vayas con el billetito). En su camino a la abstracción desnaturalizada, en un momento dado de la historia, se abandona el llamado “`patrón oro”, lo que viene a suponer algo así como: “mire usted; esto vale diez pavos, no porque haya esa cantidad de riqueza en ninguna bodega sino por la sencilla razón de que usted y yo estamos de acuerdo en que esto sea así y con eso se puede comprar esto y lo otro”. En la actualidad, el billete, el ya de por sí abstracto y quimérico billete, se ha convertido en un apunte, en un miserable, lejano e incorpóreo apunte hecho Dios sabe dónde y propiciado por una banda magnética incorporada a un trozo de plástico del tamaño de una tarjeta de visita. En su empecinado camino a lo etéreo, el dinero está en trance de residir en el móvil pero me temo que este no es sino otro estadio transitorio corto. Más pronto que tarde nuestro crédito y nuestras reservas estarán marcados en el iris de nuestro ojo, que dicen que no se puede falsificar, aunque tú y yo los veamos todos iguales. Ya lo veréis.

Hay un par de noticias que me han hecho reflexionar sobre las extrañas cualidades del dinero. La primera es la naturaleza del dinero digital propiciada por el pago del rescate a las empresas atacadas por los hacker: el bitcoin. ¿Quién habría dado un duro por una moneda virtual, que nadie ha visto y que no emite ningún banco central respaldado no ya por tesoro sino por parlamento o ejército alguno? Yo, desde luego, en mi ciega ignorancia, no habría dado ni un maravedí. Ni tú tampoco lector, no te hagas el listo. Pues bien: el valor de “un” bitcoin se sitúa hoy en día entre 2.400 y 3.000 dólares, lo cual habría justificado, en su momento, la inversión de unos cuantos maravedíes, ¿no creen?

La otra noticia que me ha saltado a la vista es un curioso hecho. Alemania, o más concretamente el territorio alemán de Schleswig Holstein, ha obtenido el permiso del banco central europeo (BCE) para emitir billetes de 0 euros. Sí, sí, lo han leído bien: billetes de valor nulo. Bueno, esto es así con matices, puesto que se venden a 2.5 euros. Como lo oyen: es como los duros a cuatro pesetas, pero al revés. Vas al banco (o donde quiera que los vendan), das 2.5 pavos y te dan un billete que pone 0 euros y con el que no puedes comprar nada en Mercadona. ¿Cómo lo ven? La iniciativa ha tenido tanto éxito que la primera remesa, de 5.000 billetes, se vendió en un día y ya hay en la fotocopiadora una segunda edición que está (creo) toda reservada. Apuesto a que, dentro de unos años, los listillos que se han apuntado ganarán una pasta, haciendo cierto aquello de “dinero llama a dinero”. Yo no pido unos cuantos billetes de esos por perezoso y por no saber cómo hacerlo, con lo que tengo la impresión de estar dejando pasar una oportunidad (otra más). Aquí, como en lo del bitcoin, el que no corre, vuela.


Román Rubio
Junio 2017 

martes, 27 de junio de 2017

ESOS LOCOS BAJITOS

ESOS LOCOS BAJITOS
Como tantos otros siempre he alimentado la quimera de ser más alto. Con la altura ganaría autoridad, belleza, asertividad, elegancia y qué se yo que otras sustanciosas y estupendas cualidades facilitadoras de una vida más exitosa y próspera. Da la impresión que la estatura de las personas viene a reflejar una serie ancestral de cruces exitosos entre caballeros dotados para la batalla y bellas y nobles damas que, tras generaciones de aciertos evolutivos, fueran a producir individuos altos y, a ser posible, guapos y delgados. Alertado por tan estériles anhelos no he pasado por alto un par de noticias de actualidad relacionadas con el tema.

En primer lugar, hay que resaltar la evidencia científica de que los bajitos vivimos más. Lo intuíamos. Cuando pensamos en una persona centenaria nos viene a la mente alguien menudo y magro de carnes. Ahora, el profesor Bradley Wilcox de la Facultad de Medicina de la Universidad de Honolulu (Hawaii) acaba de publicar los resultados de un sustancioso estudio hecho con 8.006 individuos norteamericanos de origen japonés nacidos entro 1900 y 1919 que claramente establece que los bajitos viven significativamente más que los altos. Todo tiene que ver con un gen, el FOX03, llamado gen de la longevidad del que, por desconocimiento, poco o nada puedo decirles. Pero las buenas nuevas para las personas de crecimiento restringido (ya está bien de llamarnos bajitos) no terminan ahí. Resulta que tenemos niveles más bajos de insulina, lo que implica menos diabetes y menos propensión a padecer  cáncer. ¡Toma ya. Eso sí que son buenas noticias! Al parecer, al tener menor número de células, las posibilidades de división y proliferación de las mismas son menores. ¡Hurra!

La segunda noticia relacionada con la estatura de los individuos es geográficamente más cercana. Han aparecido las conclusiones de un curioso estudio llevado a cabo por el CIS que relaciona la estatura de los españoles con otras variables, como el partido al que votan, la clase social, etc., obteniéndose fascinantes  resultados para todos aquellos a los que, como a mí, nos interesan estas cosas triviales que ni dan dinero ni sirven realmente para casi nada. Por ejemplo: los votantes más bajitos de todos son los del PSOE, superados por los del PP por muy poco. Más altos son los de Podemos y más aún los de Ciudadanos, que miden de media 4 centímetros más que los socialistas en el grupo de los hombres y tres en el de las mujeres, constituyendo así la aristocracia de la raza hispana. Pero es que, además, los votantes socialistas tienden al sobrepeso más que los de los otros grandes partidos. Quizá sea por eso que hayan elegido como líder a un  tipo alto y esbelto como un chopo. Es como si un conjunto de Icetas, en una imaginaria dación de cuentas al fisco, eligieran como líder a un Pedro Sánchez con el objeto de cuadrar las plusvalías con las minusvalías, algo que Susana no aportaba.


Es curioso que en todos los parámetros (raciales) salen ganando los de Ciudadanos. Los votantes de ese partido son también más delgados o, dicho de un modo más técnico, menos tendentes al sobrepeso (antes conocido como gordura u obesidad). En un primer análisis podríamos deducir que los votantes de Podemos y Ciudadanos, al ser partidos más nuevos, tienen votantes más jóvenes y que esta es, por tanto, la razón de que sean más altos que los de los partidos tradicionales. Y es así; pero no del todo, porque agrupados por edades reproducen el patrón en todas las bandas de edad.
El mismo estudio relaciona la variable de estatura con la de posicionamiento ideológico izquierda- derecha y aquí se obtienen resultados sorprendentes
Las personas que se declaran de derecha- derecha son mucho más bajitas que el resto de los mortales y además mucho, pero que mucho, más regordetas, cuando no directamente obesas. De ahí, quizá, que den tanta importancia a la primacía de la raza. De modo que, si ven por la calle a una persona (pongamos a una mujer) que no llega a 1.60 de estatura y bien provista de solomillos y lorzas (hasta casi los 72 kilos en canal) es muy probable que sea devota de Marhuenda y de María,  amiga de charanga y cofradía, lectora de La Razón y que crea que ser española, aunque sea en su versión bajita y regordeta, es lo mejor que le puede pasar a una y sienta nostalgia del Caudillo.

Román Rubio
Junio 2017 

miércoles, 21 de junio de 2017

MI HOTMAIL

MI HOTMAIL
Mi correo electrónico se ha vuelto algo majara. Para no perder los pocos amigos que me escriben y que tenían mi dirección nunca hice el cambio al gmail. Sí, es cierto, también tengo un gmail, pero aún siendo un entusiasta de Google, permanezco fiel al servidor anterior para asuntos personales. Es el de Microsoft (que tampoco son tontos) y siempre ha sido leal y eficiente. Hasta ahora. Desde hace uno o dos meses me entran infinidad de correos a la carpeta de “correo no deseado”, lo que se conoce como “spam”, correo basura o “junk mail” y que consisten, principalmente, en mensajes comerciales.
En un principio los borraba a diario y empecé a considerar el cambio de mi buzón principal al de Google pero por alguna razón relacionada con el excedente de tiempo y cierta curiosidad natural decidí dejar los correos sin borrar durante días y ver qué pasa. Desde el día 6 de junio he recibido 60 mensajes, todos en inglés, algunos de ellos repetidos, muchos de ellos divertidos, casi todos invitándome a empezar una vida nueva, a ser mejor persona, a comer mejor, a ser más eficaz, a ser más fuerte y sano, más fértil, más culto y exitoso, más autosuficiente y a hacer desaparecer ese molesto y pertinaz dolor de espalda. Todo ello a conseguir en un plazo de una o dos semanas, de modo que, siguiendo los consejos e indicaciones del apartado de “correo no deseado” de Outlook-Hotmail (vaya, ya lo he dicho), en una o dos semanas me habría de convertir en un hombre nuevo. Y comoquiera que el goteo de consejos lleva cuenta de seguir, tendrían a un hombre nuevo cada mes o así. Una proeza. Veamos algunas de las sugerencias:

Building Chicken Coops Guide. Guía para construir tu propio gallinero en el patio trasero de tu casa. Se exponen curiosos modelos: desde elaboradas casetas de madera y tela metálica hasta viejos coches inutilizados con tela metálica en vez de puertas.
Bird House. Build Your Own Bird House. (Construye tu propia casita de pájaros). Quienes han vivido en Inglaterra o los EEUU conocerán las populares casitas para pájaros con comedero que muchos ponen en el jardín, cerca de la ventana, para poder ver de cerca los pájaros mientras sestean en el sillón. Una juerga.
Belly Dancing Course / Lean Belly Breackthrough. Una invitación (dos, de hecho)  para “convertirte en un@ bailarin@ de danza del vientre profesional desde tu propia casa”
Seduction Professionals. Las 4 cosas que todo hombre quiere de una mujer. Uuummm, parece interesante.
Shedplans. Making the Shed You Really Want. No solo podrás construirte gallineros y casitas de pájaros. Aquí te instruyen en cómo construir un práctico cobertizo (siempre en el jardín trasero). No sé, tendría que cambiar de casa para poder meter todas esas cosas en el “jardín trasero” (backyard, para los entendidos).
Chinese Special Formula. All Women are looking for this. No tengo ni idea de lo que ofrecen ya que no he abierto el correo por si se trata de trampa o troyano pero, si el enunciado tiene algo de cierto, lo buscan “todas” las mujeres. Otro producto (o técnica)  prometedor.

Hay más, muchos más que no detallaré por no cansarles. Hay invitaciones a producir comida orgánica y empezar a “comer sano” desde hoy mismo, a hacer proyectos varios de madera en casa y a eliminar tatuajes de manera “natural” ¿?. Hay métodos para aprender a tocar la guitarra en un plisplás, para producir música de Rap-Hiphop y para leer partituras musicales. Hay varias fórmulas para recargar las baterías usadas y toda una estrategia de supervivencia al modo de “nuestros antepasados” con el nombre de Lost Ways. Es decir, todo un elenco de trucos, tratos, recursos  y estrategias, de soluciones prácticas muy adecuadas para un tipo como yo, jubilado y, a menudo, ocioso.
El primer paso ha sido leer los correos y escribir este artículo. El siguiente, ¿quién sabe? Quizá ponerlos en práctica, de modo que al final del verano, en vez de un inútil que escribe trivialidades, tienen a un tipo que ha conseguido quitarse ese estúpido tatuaje de lagartija que se hizo en la mili, que toca la guitarra como Eric Clapton leyendo partituras como quien lee  novelas de El Coyote, que conoce la fórmula que todas las mujeres buscan en un hombre y que goza de las delicias de observar su  gallinero y su casita de pájaros desde el cobertizo de su jardín trasero mientras entretiene a gallinas y pájaros con la danza del vientre. ¡Y todo eso desde un tercer piso!
He decidido no cambiar de servidor de correo. Lo mío es Hotmail (digo, Outlook).


Román Rubio
Junio 2017

lunes, 19 de junio de 2017

PETRONIO

PETRONIO


El Satiricón (ca. 60) es una novela libertina y erótica, quizá la primera picaresca. Se atribuye su autoría a Petronio, personaje de la corte de Nerón, natural de Masala (Marsella) que llegó a cónsul, de pensamiento cercano al epicureísmo, organizador de fiestas y eventos públicos y privados y a quien Tácito y otros historiadores llamaron arbiter elegantarum, (árbitro de la elegancia), cuyas reglas imponía en la Roma del momento, cual influencer de hoy. Si viviera hoy Petronio nos lo imaginamos con una cuenta en Instagram con decenas de millones de seguidores posando día sí día también con chapeos y gorritas, gafas  y viseras, camisas y camisolas, calzones y calzoncillos, bragueros y suspenders, chaquetas y cazadoras, abrigos, sandalias (con y sin calcetines), mirando distraídamente al horizonte o a la cámara con fijeza. Y, ¿quién sabe?, quizá luciendo alguno de esos elaborados  tatuajes que incluyen, en sus delirantes y barrocas figuraciones, alguna bobalicona leyenda japonesa. Como nuestros futbolistas.
Hay dos cosas de las que el atildado marsellés renegaría: de los atuendos ciclistas y de  los letreros de las camisetas. ¿Qué diría Petronio de esos hombres que ya no cumplen los cincuenta, portadores de ajustados culotes y camisetas fosforescentes, marcando un prominente paquete al abrigo de una voluptuosa barriga y reforzando la imagen con  un tubito de plástico en la boca del que “sorben”  el agua? ¿Qué ha sido del gallardo porte de levantar el botijo? En fin, una desdicha.
En cuanto a los letreros en las camisetas y otras prendas, habría que hacer un pequeño alarde taxonómico:

1.- Es altamente inapropiado el mensaje comercial asociado a la construcción, tal como Derribos Sánchez,  Materiales de Construcción Hermanos García, Grúas Hernando y cosas así. Vetados, también, los que se refieren a actividades laborales de oficina como Gestorías o Asesorías Fiscales y Laborales.
2.- Los nombres de peñas festivas de los pueblos al estilo de “Los Canutos” o “Los Roncaores” solo son admisibles en el marco estricto de la fiesta y en la duración de la misma.  Las Comisiones festivas y otras collas, al afirmarse como “hermandades”, no hacen sino excluir a quien no pertenece a ellas. Para que luego digan de los catalanes.
3.- Los bancos, entidades financieras como las (extintas) Cajas de Ahorros y multinacionales, en su interesado marketing, aprovechan la cinta de los sombreros veraniegos para hacerse publicidad. Úsense los sombreros en el momento de la romería o excursión  y sigan usándose, siempre y cuando se les quite la cinta del banco, caja o chiringuito financiero.
4.- Lo mismo con los sombreritos ofrecidos por marcas de cervezas, vinos y bebidas espirituosas como Amstel, Heineken, Rioja o Havana Club. Evitar, asimismo, anuncios de lugares de ocio como discotecas o pubs tipo Pachá, Ku… especialmente si son de Ibiza. Huir, sobre todo, de las camisetas del Hard Rock Café, sea este de donde sea.
5.- Las leyendas referidas a organizaciones cívicas como AMPAS, Asociaciones Vecinales, Culturales (bandas de música, orfeones, amas de casa, etc.) no quedan nada elegantes. No usar fuera del marco de una manifestación puntual o evento de protesta. Aún en ese contexto, úsense con moderación, o mejor, no hacerlo. Lo mismo ocurre con mareas de todos los colores y reivindicaciones variadas. Sobre todo, no llevarlas nunca al Parlamento o cualquier otra institución regional, nacional o semi (como la catalana).
6.- Mercaderías de viajes turísticos como I Love New Yok, London Calling, J’aime Paris, Arrivederci Roma y otras lindezas por el estilo no son aceptables dado su uso extensivo e indiscriminado. Solo se salvaría el I Love Alcorcón, letrero que, dadas las especiales características del lugar, se puede llevar hasta en los sitios más distinguidos. Se aceptarían también (con reparos) declaraciones de amor a Pinto y a Alcázar de San Juan por motivos similares.
7.- Las camisetas y sudaderas con el nombre de alguna Universidad americana o británica del estilo Yale University, UCLA, Princeton, Cambridge University o University of Minnesota no son de buen tono. Tampoco valen Colleges univeritarios como Trinity o King’s. Sólo las llevan quien no ha estudiado o trabajado allí.
8.- Evitar, sobre todo, las gorras de los Yankees. Las compran (para regalar) todos los horteras que van a Nueva York. Y son muchos.
9.- Lo mismo ocurre con los cansinos signos de NYPD (policía) o FDNY (bomberos). Sólo en el momento puntual de los atentados del 11S pudieron tener un pase. Y ello, como homenaje a las pérdidas humanas de los sacrificados bomberos. Intente no llevar nada que ponga Brooklyn (sobre todo si está escrito Brooklin). Es el refugio de los esnobs que quieren destacarse de los que compran lo de la manzanita.
10.- Sobre todo no lleva nunca, pero nunca, una camiseta de club de fútbol. Si alguna vez lo hace, por necesidad perentoria, como en el caso de riesgo de hipotermia, intente que esta no sea del Real Madrid.


Román Rubio
Junio 2017

miércoles, 14 de junio de 2017

RENTA BÁSICA UNIVERSAL

RENTA BÁSICA UNIVERSAL


Parece ser que cada vez es menos necesario el trabajo de las personas. Las máquinas, los ordenadores, la robótica y la optimización de los métodos de trabajo hacen más eficientes los procesos productivos y cada vez más se van necesitando menos mano de obra y, por lo tanto, menos trabajadores. La idea de “una persona, un puesto de trabajo” se va haciendo cada vez más obsoleta. Somos pocos –o son pocos los que nacen- y aún así sobramos (unos más que otros) para el mercado de trabajo.

Ante la evidencia, empieza a extenderse la idea de la necesidad de una Renta Básica Universal, es decir, un sueldo para todos y cada uno de los ciudadanos, pegue o no pegue palo al agua. La idea, en principio, parece una iniciativa radical de izquierdistas impenitentes como Monedero o Varufakis (que la apoyan), pero en realidad no es así. No es novedosa, ya que fue introducida en el siglo XVIII por Thomas Paine -uno de los padres de la Constitución de los EEUU, inglés de nacimiento, liberal y demócrata de principios- en su obra Justicia Agraria, en la que, entre otras cosas, se cuestiona el origen de la propiedad de la tierra. En cuanto a lo de izquierdistas… bueno, no tanto. Acabo de oír invitaciones a la implantación desde sitios tan alejados del izquierdismo como el foro de Davos, la OCDE o al mismo Zuckerberg, multimillonario fundador de Facebook

La idea de la renta, aún a cuenta de querer eliminar la indigencia (que no la pobreza), tiene muchas y muy dispares interpretaciones y versiones. La Iniciativa Legislativa Popular por una Renta Básica presentada en el Parlamento español en enero de 2014 y aprobada en marzo del mismo año (la admisión a trámite, no la ley) estipula la garantía de ingresos suficientes para que todos los ciudadanos superen el nivel del umbral de la pobreza (unos 630 euros en el momento del cálculo). La mayor objeción a esta propuesta es la supuesta desincentivación al trabajo poco remunerado. ¿Quién va a querer limpiar escaleras, o vigilar un parking largas horas por 740 euros si va a cobrar 630 sin hacer nada? El lado bueno sería que habría que aumentar los salarios de este tipo de trabajos de remuneración baja para hacerlos plausibles, lo que, a su vez, haría aumentar los demás salarios haciendo así sacar humo a la máquina de hacer billetes, lo que produciría una alta inflación que, a la larga, (y según los apóstoles del mercado) sería empobrecedora para todos.

Pero vayamos a la genial y extravagante idea de la Renta Básica Universal (RBU) pura. Sería una cantidad (pongamos 630 €) que cobraría “todo el mundo” en una nación o colectividad: Amancio Ortega, Rodrigo Rato, Bárcenas, el Bombero Torero, el dependiente de Mercadona y la funcionaria del departamento de multas del Ayuntamiento, el indigente, el vago, el maleante, el maletilla y el autónomo. Todo el mundo tendría derecho, a partir de cierta edad, al cobro de la renta mínima por el hecho de ser residente español, europeo, catalán o lo que fuere. ¿Qué efectos tendría en uno y otro? El millonario ignoraría el ingreso como a un mosquito en la estepa, al indigente le salvaría la papeleta proporcionándole comida y ropa, al vago le financiaría modestamente su vagancia con sus veinte eurillos diarios y al dependiente de Mercadona, al autónomo y a la funcionaria de las multas (que Dios se apiade de ella) les proporcionaría ese plus que hacen la vida algo más sencilla. Así, en principio, la medida parece que sea el bálsamo de Fierabrás, capaz de curar tanto calenturas como chichones.
La medida no resultaría desincentivadora para con el trabajo puesto que se añade al salario, aliviaría la pobreza extrema y no sería tan cara de aplicar ya  que vendría a sustituir ayudas sociales, seguro de desempleo, etc. ¿Qué impediría, por tanto, implementar la medida? No lo sé. ¿Sería beneficiosa para la sociedad? No tengo la menor idea. Me gustaría tener convicciones al respecto, pero lo cierto es que los ideológicamente tibios no tenemos fuertes convicciones como los políticos, tan seguros de todo, pero si de anticipar consecuencias se trata, ahí van algunas.

- Comoquiera que el umbral de la pobreza se establece con arreglo a un determinado porcentaje de los ingresos medios, tendríamos el mismo número de pobres con 630€ más al mes.
- Las tensiones fronterizas que podría generar el hecho de que en un país (o en varios) se cobrara 630 euros por no hacer nada serían colosales. En el 80% del mundo, que incluye África, gran parte de Asia y Latinoamérica esa cantidad es toda una fortuna, con lo que el éxodo por tierra mar y aire hacia la tierra prometida estaría garantizado.
- Intuyo que se produciría una beneficiosa migración al deshabitado mundo rural. Multitud de personas que viven en las ciudades se volverían a ocupar las casas deshabitadas de los pueblos para vivir de la tierra abandonada de sus antepasados respaldados por la seguridad de una renta mínima que les garantizaría la supervivencia, lo que podría ser la solución contra la infausta y por ahora irremediable despoblación del mundo rural.

Estas y otras muchas consecuencias se derivarían de una solución de este tipo. Te invito, lector, a que, en tu sagacidad y buen juicio, añadas a esta lista tus propias predicciones que serán, sin duda, más profundas y certeras que las de un servidor.

Román Rubio
Junio 2017

sábado, 10 de junio de 2017

OLD BRITANNIA

OLD BRITANNIA


Si yo fuera periodista profesional me prohibiría a mí mismo usar los términos “dulce derrota” y “amarga victoria” por manidos y poco imaginativos. Si fuera profesor de Periodismo recomendaría a mis alumnos que evitaran la tentación de usarlos, del mismo modo que les conminaría a no llamar “serpiente multicolor” al pelotón ciclista, pero como no soy ni una cosa ni la otra los usaré. Lo de Theresa May ha sido una “amarga victoria” que ha propiciado una “dulce derrota” de Corbyn, de nombre Jeremías.

Lo cierto es que no dan una a derechas: Cameron, venido arriba tras ganar un referéndum de independencia muy arriesgado en Escocia, decidió embarcar al país en otra peligrosísima aventura, en teoría pan comido: que se pronunciara el pueblo sobre la permanencia en la Unión Europea. No tenía ninguna obligación de hacerlo. Él, por su cuenta y riesgo, tras consultar con Zeus una noche en el oráculo de Downing Street, decidió que ganando el referéndum acallaría el tradicional guirigay del partido. Lo perdió. Tras error tan garrafal no tuvo más remedio que dimitir. Entonces se dio cuenta que el tal Zeus no era otro sino el malvado Boris Johnson con túnica y barba postiza.

Le sucedió en el cargo Theresa May, rara avis (de rapiña) que se da exclusivamente en el ecosistema inglés, y aún allí, sólo entre las clases nostálgicas del Imperio, y decidió, también sin tener obligación ni premura, convocar al pueblo a unas elecciones generales con el propósito, a lo Susana I de Andalucía y nada de España, de reafirmar su figura de Primera Ministra que le había caído en la Lotería. ¿Y qué ha conseguido  la sagaz ave de presa conservadora? Perder la mayoría parlamentaria que había ganado Cameron y que debería respaldar la negociación del Brexit, dejándose en el camino 12 escaños y quedándose a 8 de la mayoría. Afortunadamente para los Conservadores, cuentan con los 10 escaños de los Unionistas del Ulster, que son más “British”  que los  corgi  de la Reina.

Los Laboristas, entretanto, han estado al margen de los acontecimientos. Forzados a unas elecciones que nunca pidieron, con un líder del ala izquierdista del partido  maltratado por la prensa e infravalorado por muchos, que parecía destinado al matadero, ha conseguido “perder” las elecciones obteniendo un 40% de los votos y ganando 29 escaños en el camino. Un despropósito.

Más despropósitos: en Irlanda del Norte, tras los Unionistas (que, por cierto, habían votado permanecer en la UE en el último referéndum y ahora tendrán que apoyar a May en la negociación de salida) se encuentra el Sinn Féin con 7 escaños, que no ocupa en el Parlamento de Westminster en su política de no reconocimiento de la partición de Irlanda. Más embrollo.

Pero hay más: en Escocia se ha desarrollado una bonita batalla entre dos mujeres: Por un lado la independentista del SNP, Nicola Sturgeon no ha obtenido los espectaculares resultados de 2015 perdiendo 21 diputados en el envite, y ¿quién los ha ganado? Pues, sorprendentemente el Partido Conservador, que nunca se ha comido un rosco al norte de la muralla de Adriano,  liderado por otra mujer: Ruth Davidson, la némesis de la rapaz de Westminster aunque del mismo partido. Ruth proviene de la clase trabajadora (lo que no es muy común entre los Conservadores) y es una mujer sólida, tenaz, brillante comunicadora y abiertamente lesbiana (cualidad poco apreciada en el campo Tory). Y, en la campaña del Brexit, estaba abiertamente a favor de la permanencia en Europa. En fin, un lío. Un puñetero y enrevesado lío, lo miren por dónde lo miren.

Mientras tanto, por aquí, Puigdemont está tocando a rebato. Veremos a ver qué pasa. Cuando se llama al pueblo sin gran necesidad de hacerlo se lleva uno cada chasco… ¿No podrían estar quietecitos un rato?


Román Rubio
Junio 2017