LA BRECHA DIGITAL
¿Se acuerdan de aquellos lejanos
tiempos (es decir, hace tres o cuatro telediarios) en que hablábamos de brecha
digital entre niños privilegiados (con acceso a internet ilimitado) y
desfavorecidos (sin acceso a la web)? Si, hombre. Hablábamos de equipación
informática en los hogares, de conexión a internet y de colegios en los que, en
un principio, iban los alumnos una(s) hora(s) a la semana a la “clase de
informática”, en la que se sentaban en número de dos o tres por ordenador a
darse codazos para presionar las teclas y resolver nimiedades. Pronto todos los
colegios (incluidos los públicos) disponían del servicio. Entonces, los
privilegiados, los de pago, a los que asistían los cachorros de las élites
económicas del país sacaban pecho proporcionando un ordenador personal a todos
y cada uno de los alumnos mientras se burlaban con la mano en la nariz de los
pobres que aún andaban yendo al “aula de informática” a darse codazos con el compañero. Algunos presidentes autonómicos, haciendo un
esfuerzo económico considerable, conseguían igualar la apuesta y lo pregonaban
orgullosos en cada elección mientras los colegios de los ricachones
proporcionaban una tableta. A este fenómeno le llamábamos “brecha digital”,
dando por sentado que los recursos digitales habían de proporcionar el dominio
del entorno laboral y la llave del éxito del infante en el futuro. ¡Qué tiempos
aquellos en los que la humilde libreta, el lápiz y la goma de borrar nos
parecía un atraso, instrumentos que apartaban a los niños del mundo de las
oportunidades!
Y, ¿en qué estado nos encontramos
ahora? La semana pasada venían dos artículos en el New Yok Times que hacían
referencia a este asunto y de los que me he permitido trasladar aquí algunos
párrafos: el primero es Sillicon Valley
Nannies Are Phone Police for Kids:
“De Cupertino a San Francisco, ha emergido
un consenso creciente de que el tiempo de pantalla es malo para los niños. De
ello se deriva que los padres exigen a los/las nannies que mantengan ocultos
los teléfonos, tabletas, ordenadores y TVs en todo momento. Algunos hacen,
incluso, firmar contratos de prohibición de uso del teléfono que garanticen la
ausencia absoluta de exposición de los niños a las pantallas.
“El miedo a las pantallas ha alcanzado el
nivel de pánico en Sillicon Valley. “Vigilantes” ahora, suben fotos a portales de
padres de posibles “nannies” usando los móviles cerca de los niños. Lo que
quiere decir que la misma gente que elabora los flamantes e hiperestimulantes
portales digitales se están viendo aterrorizados por ellos. Lo que ha puesto a
las “nannies” en una posición extraña.”
Los llamados “vigilantes” no son
sino personas que, voluntariamente, denuncian, en portales especializados para
padres, las posibles infracciones de las nannies
que miran el teléfono o escriben mensajes en el móvil mientras empujan el carro
del niño o vigilan el columpio.
El otro artículo publicado en el
mismo periódico y titulado The Digital
Gap Between Rich and Poor Kids Is not What We Expected, se centra en el
asunto de la brecha digital escolar:
“No hace mucho que la preocupación era que
los estudiantes ricos tuvieran temprano acceso a internet, ganando habilidades
tecnológicas y generando una brecha digital. Las escuelas pidiendo hacer
deberes online mientras solo alrededor de dos tercios de la gente en los EEUU
disponía de servicio de internet de banda ancha. Ahora, en cambio, los padres
que trabajan en Sillicon Valley expresan cada vez más pánico al impacto que las
pantallas tienen sobre sus hijos y se encaminan hacia estilos de vida libres de
pantallas, lo que aumenta la preocupación hacia una nueva brecha digital.
Podría ocurrir que los hijos de las clases pobres y medias-bajas sean educados
por pantallas mientras los hijos de la élite de Sillicon Valley vuelven a los
juguetes de madera y al lujo de la interacción humana.”
“Los adolescentes de familias de renta baja
pasan una media de ocho horas y siete minutos al día usando pantallas como
entretenimiento, mientras los de rentas más altas pasan cinco horas y cuarenta
y dos minutos (…) Dos estudios que tuvieron en cuenta la raza concluyeron que
los blancos están expuestos a las pantallas significativamente menos que los
negros y los hispanos.”
“Los padres dicen que hay una brecha
tecnológica creciente entre escuelas públicas y privadas, incluso en la misma
área. Mientras que la privada Waldorf School of the Peninsula, popular entre los
ejecutivos de Sillicon Valley, rehúye el uso de las pantallas, la cercana
escuela pública Hillview Middle School publicita su programa 1:1 iPad (tableta
por alumno)”
“La brecha digital se trataba del acceso a
la tecnología, y ahora que todo el mundo tiene acceso, la brecha digital se
trata de limitar el acceso a la tecnología,” dice Chris Anderson, el antiguo
director de la revista Wired.”
Ya ven: en época de mi abuela,
las mujeres del pueblo con posibles eran conminadas por sus madres a llevar
sombrilla en verano para que no les diera el sol y el bronceado delatara su
condición de campesinas. En los años sesenta, con la llegada de extranjeras de
países en los que el bronceado indicaba esquí, tiempo libre y cosas así, este devino prestigioso. Hasta hoy. Veremos en el futuro; porque lo que es
bueno, en la medida en la que se pone al alcance de todos, pierde el prestigio
y las élites dirigen el péndulo al lado contrario.
Entretanto, disfruten del
internet. Y hasta de las redes sociales, si así les place. Pronto se
convertirán en cosa de pringadillos. Como usted y como yo.
Román Rubio
Octubre 2018