sábado, 30 de abril de 2016

¡LA PATRIA O LA VIDA!


¡LA PATRIA O LA VIDA!

Hace no mucho, en una comida de amigos salió, como tantas otras veces, el tema del patriotismo (o de la ausencia del mismo) de los españoles. Un amigo, hombre viajado e ingeniero de formación, se quejaba de las diferencias centrífugas y tibieza centrípeta entre españoles,  en comparación con la solidez de sentimientos patrios del pueblo norteamericano, siempre presto a exhibir las barras y las estrellas en el jardín y llevarse la mano al pecho y poner cara de cordero degollado, mirando a La Meca (digo, a la Osa Mayor) mientras suena el  himno, agraviándose lo suyo ante el pasotismo de algún Zapatero. Hasta ahí, nada de particular. A unos les gusta mucho la patria, la bandera, el himno y otros  nos deja más bien fríos y nos parecen patéticos los ciudadanos de mano en corazón y ojos humedecidos por el himno y la bandera.

El siguiente razonamiento ya lo vi más discutible: “así les va a ellos (a los americanos) y así nos va a nosotros” –añadió mi amigo-, atribuyendo al patriotismo el papel de causa y al bienestar el de efecto. Alto ahí: que los americanos son más patriotas que los españoles no lo vamos a discutir; lo acepto. Que les vaya mejor que a nosotros también; ¡bueno, ya sé! tienen una escuálida Seguridad Social que deja sin cobertura médica adecuada a decenas de millones de personas,  muchos trabajadores de los servicios tienen que vivir de las propinas y ostentan el mayor número de presos del mundo, pero también es cierto que son bastante más ricos que nosotros, tienen muchísimo menos paro y muchísimas más oportunidades. Enhorabuena.

Ahora bien, ¿es el patriotismo la causa del bienestar? Que me expliquen entonces por qué no funciona en Corea del Norte en dónde parecen ser tan patriotas que tienen que cerrar las fronteras para no contagiarse. Dónde sí que parece que funcionó el patriotismo fue en la Alemania nazi, en dónde el hecho de ser alemán era la garantía de ser un ser superior. Lástima que el sueño acabara con la destrucción de Alemania y la muerte de millones de  polacos, judíos, rusos y… alemanes. Y no sería por banderitas y cánticos, la verdad.

Y ya que estamos con el tema patriótico, hablemos de dos patriotas, amantes de la bandera, el himno y España en el corazón. Ambos han querido limpiar España de  canalla, como Alonso Quijano y ambos han dado con sus huesos en la trena, como el  de La Mancha. El primero, Luis Pineda, presidente de Ausbanc fue, en los años ochenta, dirigente de la banda ultraderechista Frente de la Juventud, después fundó Ausbanc para defender a los españoles de los codiciosos, los gigantes, los canallas y la injusticia; en una palabra: de los bancos y las compañías telefónicas. Y obtuvo grandes resultados: que los cajeros informen de la comisión a aplicar, que las compañías telefónicas no redondeen al minuto, que haya un registro de seguros de vida para que los familiares de un difunto puedan saber si hay uno contratado, la anulación de las clausulas suelo… y exhausto de hacer tanto por España, decidió hacer algo también por sí mismo, como pedir comisiones a los bancos por hablar bien de ellos en sus publicaciones o sacar pasta por retirar denuncias en los juzgados. Patriota sí, pero no tonto.

El otro guerrero de la Patria es el abogado Miguel Bernad, secretario general del ¡sindicato! Manos Limpias. Discípulo de Blas Piñar, al letrado  defensor de los intereses del pueblo se le abrió una investigación por haberse apropiado, junto a la abogada del mismo sindicato Virginia López Negrete de fondos recolectados entre los afectados  por la estafa de Fórum y Afinsa. Con una manera de actuar parecida a la de su correligionario, ofrecía retirar acusaciones a cambio de pasta. Otro patriota espabilado.

Ambos están en prisión, lo que ha provocado algún que otro mal de cabeza a las Autoridades de Prisiones, puesto que, en principio fueron encerrados en Soto del Real, prisión que parece el Hall of Fame de la hoguera de las vanidades nacionales y de donde hubieron de ser trasladados a otras prisiones ya que allí se encontraban otros ilustres patriotas como Mario Conde o Díaz Ferrán: el primero castigado por La Casta  (digo por el establishment, digo, por El Sistema) y el segundo por, entre otras cosas, comprarse dos (no uno, sino dos) apartamentos junto a Central Park, en Manhattan, mientras saqueaba Marsans; los dos habiendo sido acusados por Ausbanc y/o Manos Limpias. Un lío que provocó palabras encendidas en el patio y que podía haber acabado en algo así como lo de los Heredia y los Bustamante.

Bárcenas, Blesa por momentos, Fabra, Francisco Correa, son, o han sido otros ilustres moradores de tan prestigiosa posada creando un entramado complejo entre acusados y acusadores que hace difícil el acoplamiento. A Francisco Granados se le reservó plaza, por méritos propios, al establecimiento de Estremera, ya que la había inaugurado él mismo…

¡Qué gran sitio para Don Quijote, Soto del Real! ¡Si hubiese caído por allí, con la de malandrines patriotas!



Román Rubio

Abril 2016

domingo, 24 de abril de 2016

OPERACIÓN OGRO

OPERACIÓN OGRO


A los jóvenes que leen este blog les diré que en mi juventud no había libertad de expresión, ni de prensa. Para que se publicase cualquier libro o película había de pasar por una -a veces inflexible, a veces caprichosa- censura que aprobaba o desaprobaba, cortaba o mandaba recomponer aquellos episodios que no estuvieran acordes con la filosofía nacional-catolicista del Movimiento Nacional, que en la práctica significaba: nada de sexo, devoción mariana exacerbada, odio al comunismo y exaltación a la figura del Generalísimo Franco y sus valientes compadres. Los jóvenes universitarios de mi generación (veinteañeros en los setenta) salíamos una vez al año a Europa a respirar la libertad que hoy dais por sentado. Allí, (a menudo en Francia) veíamos películas y leíamos o comprábamos publicaciones –todas ellas subversivas, claro-.

En la parisina Rue de la Seine, entre Saint Germain des Près y el río, en pleno barrio Latino, había una librería especializada en libros en español de editoriales prohibidas en territorio nacional como el Ruedo Ibérico, siempre llena de compatriotas ávidos de llevar a casa cualquier cosa que oliera a marxismo, leninismo, anarquismo, revolución o que simplemente zahiriera a la psicópata, beata y codiciosa oligarquía que gobernaba al sur de los Pirineos.

Un día del mes de agosto, en la frontera de Port Bou, un Guardia Civil me hizo abrir la mochila y confiscó los libros que yo llevaba y que según él estaban prohibidos en España. El asunto no conllevaba sanción alguna. Imagino que eran tantos quienes venían con material prohibido –ya fueran libros o Playboys (que tampoco estaban permitidos)- que no valía la pena tomar medidas. La cuestión es que dos libros escaparon a la inspección del guardia por ir en un bulto diferente: uno era “El pequeño libro pardo del General” que no eran sino trozos de discursos de los primeros años del General Franco que creo que todavía anda por casa y el otro era una curiosidad editorial (veo en Internet que ha sido reeditada) que he perdido. Se trata de :”Operación Ogro: cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco” en el que los autores del atentado narran con pelos y señales los detalles del suceso: Cómo llegan a Madrid y tratan de ocultar su acento vasco, el alquiler del bajo de donde parte el túnel, la llegada de los explosivos, su vida cotidiana de miembros de comando, las labores, los miedos, la incertidumbre, los cambios de planes, la huída… en fin, el atentado desde el punto de vista de los ejecutantes.

A quienes no vivisteis aquella época os confesaré que entre los jóvenes de izquierdas ETA gozaba de simpatía y apoyo (aunque fuera sólo afectivo). Me perdonarán los familiares de Carrero y tantos otros pero para muchos las acciones violentas de la organización era si no la única, sí una forma ecuánime de tratar a un régimen que llegó por la fuerza, que apresó, ejecutó, exilió y marginó a la mitad de la población y que continuó usando la pena de muerte por razones políticas hasta septiembre de 1975.

Los comandos mataban, pero lo hacían de manera selectiva (o así lo veíamos nosotros). Empezamos a lamentar que no abandonaran las armas cuando se escindieron los polimilis y ya en 1987, cuando  cometieron la masacre de Hipercor, en Barcelona, fue cuando de verdad fuimos conscientes del tamaño del Alien que llevábamos dentro, lamentamos que hubiera sobrevivido al cambio de régimen constitucional y comprendimos que suponía un obstáculo para la reconciliación nacional. A partir de ahí fue creciendo el rechazo que ya devino clamor con el asesinato del Concejal Blanco y tantos otros civiles y militares.

Todo esto viene a raíz de la entrevista de Jordi Évole a Otegui (que, por cierto, no vi). No voy a hablar, pues, del contenido de la misma puesto que lo desconozco. No sigo casi nunca las intervenciones de los políticos ya que tengo la impresión de escuchar a aburridos y  predecibles loritos o técnicos de márquetin. Es el hecho de que tantas personas expresaran su indignación porque esta entrevista se produjera lo que me llama la atención. A ver, Otegui no ha matado a nadie, al menos que se sepa. Aunque lo hubiese hecho, o hubiera colaborado, como fue el caso del miembro de ETA a quien entrevistó el periodista en otra ocasión, no entiendo como hay alguien que no quiera conocer la versión del verdugo.

En términos similares se produjo contra El País una reacción a propósito de la publicación de una entrevista a Bashar al-Ásad. Pero ¿qué clase de lectores o espectadores son aquellos que no quieren conocer la versión del contrario? ¿Es que sólo quieren conocer lo que piensan los de su bando? Pues que vayan a misa los domingos. Pero, ahora que pienso: si hasta ahí hablan de Lucifer y sus oscuras y malvadas intenciones…

Los mojigatos alemanes han autorizado recientemente la edición de Mein Kampf, de Hitler,  tras décadas de prohibición –eso sí, comentada (no sé por qué apóstol de la decencia)- no vaya a ser que alguien cuando lo lea no se dé cuenta del tufo nazi que provocó la destrucción de Alemania y la muerte de millones de personas.

No sé ustedes pero yo quiero medios de comunicación y programas y periodistas que entrevisten a tipos como Otegui. O Hitler, si viviera. Aunque no los vea.


Román Rubio
Abril 2016

martes, 19 de abril de 2016

MONTORO

MONTORO


Cada día me cae mejor ese tipo que se parece tanto al Golum de la “Guerra de las Galaxias” como al señor Burns. Tiene retranca, se ríe con perfidia hasta de su sombra y no se casa con nadie; le da igual que sea el ministro García Margallo que el tal Rato. Hubo un tiempo en que aludió indirectamente a personajes de la farándula recriminándoles que pagaran sus impuestos fuera y se lo echamos en cara. Un ministro de la hacienda pública no se puede permitir usar información confidencial para usarla en público. Si es delito, a por él. Si no lo es, te callas. Punto. Después nos enteramos que recibió a Rato en su despacho, estando éste investigado. Bien o mal hecho, no lo sé, lo que sí sé es que de poco le sirvió al investigado. Hace poco ha salido con aquello de que una cosa es la legalidad y otra la ética refiriéndose a los que tienen o han tenido sociedades offshore y que nadie que haya tenido relación con este tipo de sociedades puede formar parte de “este” gobierno, por devaluado que sea “este”, tanto por prestigio como por provisionalidad.

El tipo va mejorando día a día, como –permítanme la poca imaginación – los buenos vinos. Hace casi nada nos hemos enterado de que recibió a otro pez gordo en su despacho, de tapadillo; nada más ni nada menos que a José María Aznar. ¿Otra vez trato de privilegio? Bueno, veamos. El expresidente y compañero de partido (si es que Aznar puede tener “compañeros” –a su nivel, ya me entienden- salió del despacho con una multa de 70.403€ y obligado a hacer una declaración complementaria negativa de 199.052 pavos, que es una manera como cualquier otra de salir del despacho de un ministro de hacienda. ¿Privilegio decías? Con amigos así, ¿quién necesita enemigos? O privilegios.

El asunto, que conozco parcialmente de ir leyendo algo de aquí y de allá viene a ser algo así como el tan cacareado asunto Monedero. El dinero ingresado por conferencias del político, derechos de autor, etc. en  unos determinados años (2009 y 2010, si mi información es correcta) se contabilizaron como Impuesto de Sociedades, que tributa a un 25%, en vez de hacerlo como Impuesto de la Renta sobre las Personas Físicas (IRPF), que lo haría en una cantidad próxima al 50% en las cifras de ingresos que se trataba.

Aznar se queja amargamente por aparecer ante la opinión pública como un defraudador cuando, según él, se trata sólo de una “discrepancia contributiva” ya que el expediente se cerró “en conformidad” aduciendo –como hacen todos los políticos y personajes públicos de este país- que se trata de una maniobra de difamación gratuita contra su persona: ¿habían oído esto antes?
Hacienda no lo ve así: lo consideró infracción tributaria grave y aquí es adónde quiero llegar: normalmente esta infracción se sanciona con entre el 50 y el 100% de la cuota defraudada. Al cerrarse el expediente “en conformidad” la sanción se queda en el 26%  que es “el mínimo”.

No soy nada bueno en números, de modo que posiblemente esté equivocado o me haya perdido en algún entresijo del asunto, pero si la cantidad aportada en la declaración complementaria es de 199.052€ y esto supone el 26% de la cantidad defraudada, esta debía de ascender a 765.586€ con algunos céntimos, el 50% de unos ingresos de 1.531.170€. ¿De verdad eran esos los ingresos de la sociedad con el arrebatador nombre de Famaztella (Sociedad Aznar Botella, lo crean o no) Porque imagino que las nóminas de ella como concejala y él de lo que sea en FAES no tendrían la desfachatez de meterlas ahí. ¿Cómo se puede ingresar esa cantidad con conferencias y cosas así? Y lo que es más notable: ¿Quién paga ese dineral por escuchar a un tipo como Aznar? ¡Hay, dios mío!
Cada día me cae mejor Montoro.
Román Rubio
Abril 2016 

viernes, 15 de abril de 2016

EL MUERTO

EL MUERTO
En épocas pretéritas, en nuestro país, cuando aparecía alguien asesinado en una localidad y no había un culpable claro se hacía pagar un impuesto a los habitantes del pueblo o villa. Por este motivo, los lugareños trasladaban al muerto a alguna localidad vecina antes de que fuera descubierto por la autoridad real y lo dejaban allí para que fueran los del pueblo de al lado quienes pagaran  la tasa. De ahí la expresión  “echarle el muerto a alguien”: Claro, había que trasladarlo y los tipos que hacían la agradable tarea de traslado y escamoteo del cadáver les tocaba “cargar con el muerto” a hombros, en carreta, caballería o comoquiera que se llevaran los muertos antiguamente, tarea poco deseable y que parecía que le tocaba siempre a los mismos infelices, en tanto que los listillos salían siempre de rositas y con las manos limpias de cadáveres y otros asuntos sucios y engorrosos. Cuando los individuos alfa, los que no se ensuciaban las manos, se veían envueltos en algún asunto turbio miraban que hubiera un muerto por allí a quien echarle la culpa; y de ahí lo de “echarle la culpa al muerto”. El muerto, pues, ha dado mucho juego en el pasado dejando profunda huella en la lengua castellana.

¿En el pasado? Bueno, no tanto. Veamos: La emocionalmente excesiva Rita Barberá está en horas bajas. Últimamente se ve yendo y viniendo a los tribunales, seguramente con mayor frecuencia de lo que gustaría: por el caso de la financiación de su campaña electoral primero y por el caso Noós después. Pues bien, ¿quién recomendó  a la superalcaldesa de España la contratación de la firma sin ánimo de lucro de Urdangarín? José Antonio Samaranch -el muerto-, estatus éste que otorga la condición de buena persona y sobre todo la imposibilidad de ser llamado a declarar.

El ciudadano Conde, de nombre Mario, ha estado trayendo del extranjero dinero que, presuntamente, había sacado anteriormente de los fondos de Banesto, al que dejó tieso para pasmo del Sistema (conocido también como establishment para los anglófilos y esnobs o La Casta para los amigos acérrimos de Jiménez Losantos). ¿Y de dónde provenía el dinero que “importaba” el ciudadano Conde, en su momento número uno de su oposición de Abogacía del Estado?  Del padre de su primera y discreta mujer Lourdes Arroyo, prematuramente fallecida en 2007. Otro que no podrá ser llamado a declarar.

Los hay con mala suerte. Otro patriota, este del PSOE, el casi olvidado Roldán, que fuera director de la Guardia Civil, también tuvo su muerto al que culpar de haberse quedado con la pasta: el agente secreto Francisco Paesa, con tal mala fortuna que el muerto le resucitó, que ya es tener mala pata. Efectivamente, el espía español es protagonista de una curiosa historia. Al parecer, no sólo se quedó con la pasta de Roldán sino que presuntamente cobró un millón de libras esterlinas en 1994 por delatar su paradero a las autoridades españolas, lo que hizo dimitir al hoy fallecido ministro valenciano Antoni Asunción. En 1998 Paesa fingió su propia muerte en Tailandia, se falsificó el certificado de defunción, se publicaron esquelas y su familia encargó treinta misas gregorianas en su nombre… hasta que apareció de nuevo en París en 2004, con pasaporte argentino a nombre de Francisco Pando Sánchez, de modo que Roldán se quedó (siempre presuntamente) sin pasta y hasta sin muerto.

Quien sí tiene muerto asignado al dinero es otro patriota más, este de la Patria Catalana, el señor Jordi Pujol y su prolífica descendencia, portadores de bolsas de basura llenas de billetes que venían de Andorra procedentes de los ahorrativos hábitos del abuelito Florenci que falleció el pobre en 1980 de un ataque al corazón y que según testimonio de la familia había provisto una notable cantidad fuera del alcance del fisco madrileño para uso y disfrute de la patriota familia.


Los muertos no son ningunos santos. Al igual que los vivos tienen sus debilidades y sus lados oscuros pero tienen una enorme ventaja sobre  estos y es que no pueden ser llamados a declarar por ningún juez, con lo que se llevan la verdad al lugar en el que más segura está: el más allá. Y como todos somos buenos al morir, no peligra tampoco la  reputación. Hay algunos muertos, eso sí, como Paesa, al que algunos le tienen unas ganas…

Román Rubio
Abril 2016

martes, 12 de abril de 2016

IVÁN DE LA CRUZ, MAESTRO

IVÁN DE LA CRUZ, MAESTRO

Todo el mundo que recuerda su propia educación recuerda a sus maestros, no los métodos o técnicas.
Sidney Hook

Le oí ayer por la radio. Se llama Iván de la Cruz, tiene treinta y tantos años y es maestro de primaria  -lo que conocemos como maestro de escuela- en el Colegio San Gabriel de Alcalá de Henares. Durante las vacaciones de Semana Santa escribió una carta personalizada a cada uno de sus alumnos de 6º curso, el último año de la etapa educativa antes de incorporarse a la Secundaria y se la envió a todos y cada uno de ellos  por correo ordinario. La carta dice así:


El texto es sencillo, nada edulcorado. Es sincero y es motivador. Es grande en su simplicidad. Y es efectivo. Probablemente, ningún chico de 6º de Primaria había recibido antes una carta por correo a su nombre; no a nombre de sus padres en dónde se hable de él, no un whatsapp, no: una carta; con nombre, apellidos y sello dirigida a él en concreto y en la que su maestro le felicite y le pida un esfuerzo más para el último trimestre. No sé lo que pasa dentro de esa aula pero huelo el buen rollo. Y si fallaba algo o alguien, con algo tan sencillo como la carta, se lo ha ganado. Así se hace el trabajo bien hecho.

No es de extrañar que, en esta época de redes sociales y difusión de los acontecimientos y las ideas, el texto se haya hecho viral y se haya extendido por todas partes como la gripe. Aquí, el comentario en las redes sociales del padre de un alumno de la clase:

"Hoy necesito compartir algo espectacular. Ayer era el último día de vacaciones para los niños y mi hijo mayor recibió esta carta por correo postal, el de siempre. Y como él, cada uno de sus compañeros de la clase de sexto de Primaria del Colegio San Gabriel. Posiblemente Iván, el profesor, no ha recibido 20 cursos de liderazgo y motivación, pero demuestra que no hay grandes secretos para ello y que lo importante es querer. Desde que comenzó este curso, Nachete es otro, desea hacer las actividades que les pide Iván y ha descubierto el placer de aprender. La carta que os muestro, es solo un ejemplo más de todo ello."
Quiero compartir con vosotros esta historia que he descubierto a través de Linkedin, de un padre orgulloso de la educación que recibe su hijo. Me encantan los profesores así. smile emoticon


Román Rubio
Abril 2016 

miércoles, 6 de abril de 2016

BUSQUEN AL SASTRE

BUSQUEN AL SASTRE


Dios, me encantan los espías. Hace no mucho que escribí en este mismo blog un artículo exponiendo la monumental paradoja evidenciada por Snowden de que los espías… espían. Pero pobre de aquel al que cogen con las manos en la masa. No hay perdón para quienes desvelan las artimañas de los países con el propósito de hacerse con los sucios secretillos. El gran Philby fue acogido por la Unión Soviética en donde vivió infeliz sus últimos años leyendo cada día las páginas de cricket y los ecos de sociedad del Times, Snowden ha sido acogido por la gran Rusia en dónde vive en un lugar indeterminado mirando a su espalda cada dos por tres, consciente de que su vida vale lo que una acción de un banco griego. En cuanto a Julian Assange, vive (más bien habita) años y años en la Embajada de Ecuador en Londres de la que no puede salir, so pena de ver cómo le cae encima la ira del dios de los justicieros encapuchados. Es lo que tiene irritar a Goliat: hay que lidiar con las consecuencias.

La última ha sido la de los Papeles de Panamá (Panamaleaks), asunto en el que se han desvelado los entresijos de los negocios del despacho Mossak Fonseca del país del Canal, una de las cinco firmas más importantes del mundo en lo que se refiere a la constitución de sociedades offshore por todo el globo. Por conductos que ignoro (yo y 7.000 millones de personas más, incluyendo al Gran Wyoming y a Sandra Sabatés), llegó un día al periódico alemán Südenstsche Zeitung la friolera de 11.5 millones de documentos, que constituyen la práctica totalidad de la actividad del despacho desde 1977. Para desenmarañar, parcialmente, el enorme volumen de información, el diario alemán reclamó la colaboración del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICI)  y 370 periodistas de 76 países se dispusieron a bucear en el mar de datos con resultados sabrosos de verdad.

De momento sabemos que Vladimir Putin  (por medio de hombres paja), el argentino Mauricio Macri, el ucraniano Petró Poroshenko, Salman bin Abdulariz (Rey de Arabia), Ian Cameron (padre de David, el que vive debajo de Trafalgar Square, a la derecha), David Gunnlaughsson (del que nadie había oído hablar hasta que ha tenido que dimitir) y otro peces gordos del panorama mundial (incluyendo grandes del Partido Comunista chino) han administrado, poseído o estado relacionados con este asunto de las sociedades offshore ubicadas en sitios que alguien definió como “lugares soleados para gente sombría”.

No sé a ustedes, pero a mí no me haría ninguna gracia tener como enemigos a Putin, al Partido Comunista chino y a los culés que se quejan amargamente de que fuerzas imperialistas quieren mancillar el honor de Leo Messi. Iría por la calle, si es que me daban opción a pisarla, asustado de mi propia sombra (sí, sí. También por los culés).

Nosotros hemos anotado con gran regocijo nuestros nombrecitos: patriotas todos ellos que afirman no haber hecho nada ilegal. No lo sé. Tampoco creo que Hacienda vaya a hacer grandes esfuerzos por destapar estos secretillos inofensivos que son como la cuenta sin IVA del carpintero, ya me entienden. ¿Cómo iban la Infanta Pilar de Borbón, los hermanos Almodóvar y Alex Crivillé a intentar ocultar algo que pudiera perjudicar a la Hacienda española, tan grandes patriotas como son? Porque de Oleguer Pujol, ese demonio antiespañol, esperábamos cualquier cosa; en cuánto a Messi, bueno, son mercenarios y ya  se sabe lo que pasa con ellos: muchos besos al escudo de la camiseta y después, la pasta, adonde más rente.

Siempre me han gustado las novelas de espías; sobre todo (o más bien, casi exclusivamente) las británicas y especialmente las de Graham Green y John Le Carré. No he leído, sin embargo, "El sastre de Panamá", escrita por este último a pesar de ser, junto a “El espía perfecto” la novela que se según la propia confesión del autor, éste se llevaría a la tumba. He visto algún trozo de la película basada en el libro protagonizada por un inverosímil Pierce Brosnan haciendo de Agente Secreto de Su Majestad y un más acertado Geoffrey Rush haciendo de sastre. La sastrería del inglés es como la peluquería de mi pueblo, el lugar en dónde se generan y difunden los rumores y se confiesan los poderosos. El sastre no guarda documentos y no sé si facturas pero conoce los vericuetos de los poderosos. Busquen al sastre. Y recen  por él; lo necesitará.

Román Rubio
Abril 2016 

viernes, 1 de abril de 2016

POBRES PERO SEÑORITOS

POBRES PERO SEÑORITOS



Quienes escribimos tenemos temas recurrentes. Uno de los míos es el del gasto superfluo, al que tengo horror. El derroche insustancial  al que estamos acostumbrados los españoles y del que parece imposible prescindir, ocurra lo que ocurra y cualesquiera que sean las circunstancias. En agosto escribí dos artículos al respecto: en uno (“Dispendios”) me lamentaba de los sacos de billetes que se habían tirado en lugares como Valencia o Madrid, pero no sólo, en eventos sin sustancia o en obra pública prescindible. En otro artículo del mismo mes (“La izquierda y el gasto”) señalaba la connivencia con que la izquierda había acogido (y al parecer continúa acogiendo) al gasto en lujos tontos como modo de vida de un país y fórmula mágica del desarrollo, simpatizando con iniciativas como la Torre del Agua de Zaragoza (edificio más alto de Aragón que no contiene viviendas, ni oficinas ni nada), la estación de esquí seco de Valladolid (en la que no se esquía) o el Museo de las Palabras (en dónde… no sé qué se hace allí) de Vigo, además del Ágora valenciana y la Ciudad-de-lo-que-sea que se le hubiere antojado al ocurrente reyezuelo local.

Parecíamos inmunizados contra el gasto sin sentido, ¿verdad? Pues no, no es así. Ayer mismo se dio a conocer las cifra del Déficit Público de 2015 que el gobierno decía una y otra vez tener controlado y constatamos dos cosas: que el gobierno miente sin ningún pudor una y otra vez si así conviene para su estrategia política y que el gasto no lo puede controlar. Lo cierto es que el acuerdo con Bruselas permitía una diferencia entre ingresos y gastos del 4.2% y nos hemos ido en realidad a un 5.16%, lo que quiere decir que nos hemos gastado 55.608 millones de euros más de los que hemos ingresado; y eso, con todo el viento del precio del petróleo y el crecimiento a favor, imagínense cuando vengan de lado. El reto para el próximo año es descomunal, similar al que se produjo en el año de los recortes (2012) ya que habrá que reducir el déficit al 2.8% del PIB (unos 23.600 millones). Un regalito para los que lleguen.

Montoro tira balones fuera diciendo que los gastos no son atribuibles al Gobierno Central cuyo presupuesto se ha mantenido en los límites pactados, ni de los Ayuntamientos que han tenido superávit, sino de las Comunidades Autónomas (que, por cierto, son las que proporcionan los servicios ciudadanos de educación, sanidad y servicios sociales). ¿Olvida Montoro añadir que el otro gran incumplidor es la Seguridad Social que dobla el déficit previsto? ¿Olvida decir que el gobierno central es el responsable final de las cuentas del Estado? No; simplemente, lo obvia.

El mismo día de la publicación de las cifras visité mi pueblo, que está en el interior de la provincia de Valencia y vi, desde fuera, las casi acabadas obras del nuevo complejo deportivo anexo a la Piscina Municipal que consta de una pista de pádel ¿o dos?, una de squash y un espacio de césped artificial, de tamaño extravagante que alguien me dijo que se trataba de una pista de hockey hierba, deporte del que dudo que algún local (o visitante) haya visto jugar jamás, todo esto en -o junto a- un edificio state-of-the-art. Y  en un pueblo de unos setecientos habitantes, casi todos mayores, que ya disponía de campo de fútbol -este de tierra batida-, frontón, pista de tenis, gimnasio, dos pistas de fútbol sala (una en el Colegio Público) y piscina municipal descubierta. Un lujo que, dado el número de jóvenes deportistas del pueblo, posibilitará que cada uno practique un deporte distinto simultáneamente, sin necesidad de contrincante, que así se gana seguro.

Para ir al pueblo recorrí una cincuentena de kilómetros junto a la vía del AVE Madrid- Valencia. No vi pasar ningún tren; de hecho es una casualidad ver  el paso del tren ya que hay sólo unos 11 servicios por sentido al día en la carísima instalación. Para volver, lo hice por la carretera de Alicante, junto a la vía del AVE Madrid- Alicante. Tampoco vi pasar ninguno. Allí la ausencia de tráfico ferroviario es aún más conspicua en cuanto que al otro lado de la carretera está ubicada la vía convencional, también sin tráfico, ambas cruzando la llanura manchega por Almansa. Desolador.
Y me pregunto por qué nos empeñamos una y otra vez en arruinar al país con lujos innecesarios al tiempo que condenamos a la generación posterior a la huída y el desempleo. El AVE está bien pero acabo de venir de un país escandinavo que nos dobla en renta. Allí he viajado en unos trenes perfectamente cómodos y aceptables, mucho más baratos de construir, mantener y explotar, que van por la vía convencional y llegan media hora más tarde que los de aquí a los lugares en unas vías que admiten mercancías, cercanías y otros servicios, aunque eso les parezca inaceptable a unos españoles a los que aún les huelen los zapatos al estiércol que pisaban de pequeños cuando salían a defecar al corral. Pobres y desempleados sí, pero señoritos y horteramente apegados al lujo.

Román Rubio
Abril 2016