martes, 31 de enero de 2017

CARTA A LOS EEU

CARTA A LOS EEU
by JOHN CLEESE

A los ciudadanos de los Estados Unidos de América, en vista de vuestra incapacidad para elegir un Presidente competente y, en consecuencia, de gobernaros por vosotros mismos, os comunicamos por la presente, la revocación de vuestra independencia, vigente a partir de hoy.
Su Majestad Soberana la Reina Isabel II asume sus deberes monárquicos sobre todos los Estados, Mancomunidades y otros Territorios. Excepto Utah, que no le apetece.
Vuestra nueva Primera Ministra (la Muy Honorable Theresa May, MP, para el 98% de vosotros que hasta ahora habéis ignorado que existe un mundo más allá de vuestras fronteras), nombrará un ministro para los EEUU. Quedan disueltos el Congreso y el Senado. Se pasará un cuestionario el próximo año para determinar si alguno de vosotros se ha dado cuenta.

Para ayudar en el proceso de transición a la Dependencia de la Corona Británica, se introducen las siguientes normas con efecto inmediato:

1.- Buscad “revocación” en el Diccionario de Oxford de la Lengua Inglesa. Buscad “aluminium” en el directorio de pronunciación. Os asombrará lo mal que las pronunciáis. Se reinstaurará la letra “U” en palabras como “favour” y “neighbour”. Del mismo modo, aprenderéis a escribir “doughnut” sin comeros la mitad de las letras. En términos generales, deberéis aumentar vuestro vocabulario a términos aceptables. Buscad “vocabulario”. Usar veintisiete palabras intercalando muletillas de relleno como “like” y “you know” es una forma de comunicación ineficiente e inaceptable. Buscad en el diccionario “intercalar”. No habrá más “piiiips” en el programa de Jerry Springer. Si no sois lo bastante adultos como para aguantar tacos no podéis tener programas de entrevistas y debates (talk shows, en inglés).

2.- El “Inglés Americano” no existe. Se lo haremos saber a Microsoft de vuestra parte. Se adaptará el corrector ortográfico para acoger la reinstaurada letra “U”.

3,- Deberéis aprender a distinguir los acentos australiano e inglés. No es tan difícil. Los acentos ingleses no se limitan al cockney, el gorjeo de la clase alta o el de los suburbios de Manchester (Daphne en Frasier). Los dramas escoceses, como Taggart, no seguirán emitiéndose con subtítulos. Deberéis aprender que lugares como Devonshire no existen en Inglaterra. El nombre del condado es Devon. Si continuáis llamándole Devonshire, todos los Estados Americanos se convertirán en “shires” p.ej. Texashire, Flroridashire, Louisianashire.

4.- Deberéis reaprender vuestro himno nacional original “Dios salve a la Reina”, pero solo después de haber realizado las tareas encomendadas en número 1.

5.- Deberéis de dejar de jugar “fútbol” americano. Sólo hay una clase de fútbol. Lo que llamáis “fútbol” americano no es un juego muy bueno. El 2.1% de vosotros que sois conscientes de que hay un mundo más allá de vuestras fronteras quizá os habréis dado cuenta de que nadie más juega “fútbol americano”. Deberéis aprender a jugar fútbol de verdad, en su lugar. Al principio, sería mejor que jugarais con las chicas. A aquellos de vosotros lo bastante aguerridos se os permitirá, con el tiempo, jugar a rugby (que es parecido al “fútbol” americano pero que no permite parar a descansar cada dos segundos ni llevar armadura completa de plástico cual nenazas). Deberéis dejar de jugar al béisbol. No es razonable mantener un evento que se llame “World Series” para un juego que no se juega fuera de vuestro país. En vez de béisbol se os permitirá practicar un juego de niñas que se llama “rounders”, que es béisbol sin  disfraz  de rayitas, guantes gigantes, cromos de coleccionista ni perritos calientes.

6.- No se os permitirá poseer o llevar armas, o nada que sea más peligroso en público que un pelador de hortalizas. Ya que no sois lo bastante sensatos como para manejar objetos potencialmente peligrosos, necesitaréis permiso para llevar el susodicho pelador.

7.- El 4 de julio ya no es fiesta nacional. La nueva fiesta nacional será el 2 de noviembre. Se llamará “Día del Indeciso”.

8. Se prohíben, desde hoy, los coches americanos. Son una porquería y se hace por vuestro propio bien. Cuando veáis los coches alemanes entenderéis lo que queremos decir. Se cambiarán por rotondas todas las intersecciones de tráfico y empezaréis a conducir por la izquierda. Al mismo tiempo, adoptaréis el sistema métrico sin la ayuda de tablas de conversión. Las rotondas y el sistema métrico os ayudarán a entender el humor británico.

9.- Aprended a hacer patatas fritas. Eso que vosotros llamáis “French fries” no son patatas fritas ni nada. Para empezar, no son francesas, sino belgas, aunque el 98.7% de vosotros (incluyendo el tipo que descubrió las patatas fritas estando en Europa) no sepáis que hay un país que se llama Bélgica. Las patatas fritas de verdad se llaman “crisps”, se cortan gruesas y se fríen en grasa animal. El acompañamiento natural de las patatas es la cerveza, que se sirve tibia y desventada.

10.- Esa cosa desabrida y fría que vosotros llamáis cerveza es en realidad “lager”. Sólo la auténtica British Bitter podrá ser llamada cerveza. La sustancia una vez conocida como “cerveza americana” será desde ahora conocida como “Orina de mosca casi helada”, excepto el producto fabricado por American Budweiser, al que se llamará “Orina suave de mosca casi helada”. Esto permitirá a la verdadera Budweiser (tal y como se ha fabricado en Pilsen, República Checa, durante los últimos mil años) vender sin riesgo de confusión.

11.- El Reino Unido establecerá el precio de la gasolina (o “gasoline”, como se os permitirá seguir llamándola) adoptando los precios británicos (más o menos, 6 dólares por galón –idos acostumbrando-).

12.- Aprended a resolver los asuntos personales sin armas, abogados o terapeutas. El hecho de que necesitéis tantos abogados y terapeutas muestra que no sois lo bastante adultos para ser independientes. Si no sois lo bastante adultos como para solucionar vuestros asuntos sin denunciar a alguien o ir a terapia, no sois tampoco lo bastante crecidos para manejar una pistola.

13.- Por favor, decidnos quién mató a Kennedy. El asunto nos está volviendo majaras.

14.- Los recaudadores de Impuestos de Su Majestad estarán pronto con vosotros para asegurarse del cobro de los atrasos acumulados. (Retroactividad desde 1776).
Gracias por vuestra cooperación.

John Cleese (Basil Fawlty, Fawlty Towers, Sir Lancelot of Camelot (Monty Python & the Quest for the Holy Grail), Torquay, Devon, England

Traducción: Román Rubio

sábado, 28 de enero de 2017

PARA PLAYAS, LAS DE LEVANTE

PARA PLAYAS, LAS DE LEVANTE

Hace ya unos cuantos lustros que viví, durante algunos años, encima de uno de los merenderos de la playa de Las Arenas, en Valencia. Hace unas semanas fui a comer a uno de los restaurantes y la dueña, amiga de los viejos tiempos, ante mi comentario de que la línea del agua estaba a tomar por saco, me dijo con sorna que llegaría el día en que pondrían un autobús para ir desde el restaurante al borde del mar a mojarse los pies. Y es que, la arena se acumula en el nuevo muelle del puerto llevándose el mar cada vez más lejos. ¿Y qué pasa al otro lado, al lado sur? Pues justo lo contrario: cada vez hay menos arena con lo que cada temporal llega más adentro, ataca las construcciones y paseo marítimos y deja las playas esquilmadas de arena.

Muchos lo dijeron hace ya muchos años. Es difícil encontrar otro lugar en que la clase dirigente, de derechas de toda la vida, haya sido más ferozmente indulgente, cuando no agresiva hacia su propio litoral como ha sido la élite de mi ciudad, Valencia. Parece que haya declarado odio eterno al mar, en la medida en que éste esté cerca de su ciudad, y no en lugares como Jávea o Benicassim, donde allí sí, la flor y nata de la sociedad provinciana gusta de remojarse el trasero. Díganme si no. ¿Cuántas veces vieron a Rita Barberá bañarse en la Malvarrosa? ¿Y en Jávea?

Veamos: en los años 50-60 se llevó a cabo la primera gran herida al litoral sur, el más castigado de la ciudad, abriendo el Plan Sur. Conocemos la historia. Se hizo por una buena causa: la de proteger la ciudad de posteriores inundaciones. Pasemos por alto el hecho de que hubieran (o no) soluciones de ingeniería menos agresivas con el litoral. Yo no lo sé.

La segunda agresión fue la ampliación sur del puerto y creación de zona ZAL. Para dar espacio al trajín de contenedores no se dudó ni un segundo en matar a uno de los barrios marítimos de la ciudad: Nazaret. Al barrio, con su estupenda playa y el popular balneario de Benimar se le privo de su playa y se le construyó un muro que los separaba de las “playas” de contenedores y de cualquier vista o acceso al mar. Hoy por hoy, quienes viven en Nazaret, para poder mojarse los pies, tienen que hacer casi los mismos kilómetros que los de Requena, aunque vean las gaviotas, y no las cigüeñas,  posarse en sus tejados, con la desventaja sobre estos de que no tienen el Bonaire de camino.

Para rematar el litoral nuestros próceres se guardaban aún dos bazas. La primera fue el empecinamiento en derribar El Cabanyal —o en su defecto, dejarlo morir— con el absurdo propósito de abrir una avenida que, desde Viveros llegara hasta el mar, destruyendo así uno de los barrios, de edificaciones de modernismo popular con más carácter de las ciudades del Mediterráneo español y foráneo. ¿Para qué querrán una avenida de arquitectura anodina que debería llevar cuatro carriles de tráfico a un lugar que no los podría absorber? ¿O quieren llegar al mar con el coche, como al Corte Inglés de Juan de Austria?

Había que ampliar el puerto, con lo que se construyó un nuevo dique que impidiera que los sedimentos regeneraran las playas del sur depositando la arena en la de la Malvarrosa. El hecho de que el puerto de Sagunto esté infrautilizado y disponga del terreno necesario para llevar a cabo el almacenamiento y manipulación de contenedores en tierra firme, no ayudó a persuadir a los prebostes de su construcción. Había que construir en el mar. Había que seguir agrediendo al litoral. Con la crisis de la construcción y la pérdida de credibilidad de la élite valenciana se desechó (de momento) la idea del acceso norte al puerto, es decir, un túnel que lleve a los camiones (que podían haberse quedado a descargar tranquilamente en Sagunto) desde Puebla de Farnals al puerto, por debajo de la Malvarrosa.

¿Qué estarán tramando ahora? ¿Queda algo que deteriorar? No se me ocurre nada, pero si me ocurriera no lo diría. Seguro que tratarían de hacerlo. Todo menos bañarse en la Malvarrosa.

Román Rubio
28 Enero 2017

martes, 24 de enero de 2017

TARJETA SANITARIA

TARJETA SANITARIA

Acabo de recibir en el correo la Tarjeta Sanitaria Europea que tenía caducada y que había solicitado hace unos pocos días. Viene acompañada de una carta que casi nadie lee y que es interesantísima. En ella te informan de que la tarjeta es válida en cualquier Estado Miembro del Espacio Económico Europeo (Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Islandia, Italia, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumanía y Suecia) o de Suiza, salvo que el desplazamiento tenga por objeto precisamente recibir un tratamiento médico.

La tarjeta, especifica la carta, te da derecho a recibir el mismo tratamiento que se da al ciudadano de cada uno de estos países por su propio Sistema Nacional de Salud. Ni más ni menos. ¿Que ellos pagan por las urgencias? Tendrás que pagar la cuota. ¿Qué ellos no pagan nada? Pues no pagarás nada. A todos los efectos, la tarjeta te garantiza un trato igual al de los ciudadanos del país. No sé a ustedes, pero a mí me parece algo estupendo y me hace sentir un privilegiado al sentirme un ciudadano europeo protegido por una potente estructura supranacional que me proporciona un pasaporte que me abre las puertas del mundo y me da una tarjeta que me proporciona asistencia médica gratuita en todos los países del entorno europeo, estén o no en la zona euro. ¿No es estupendo? Sí que es cierto que la tarjeta no me da para la atención en los EEUU pero al menos el pasaporte me entreabre la puerta del país norteamericano. Vayan allá con el pasaporte de la Unión Europea y háganlo con pasaporte de un tercer país y verán la diferencia.

Pues bien, este es el estatus que cada día veo más amenazado. La llegada de Trump a la Casa Blanca, la resolución del Brexit, la amenaza de ruptura del euro y de la Unión Europea que pregonan Le Pen y sus comilitones me hacen entrever un mundo con duros y pesetas y llenos de fronteras: frontera en el Ebro, frontera en los Pirineos… y países, muchos países: Valonia, Escocia, Padania, Córcega, País Vasco, Andorra, Campania, Bretaña… cada cual a la suya, todos con su banderita, su moneda y el murito para protegerse del vecino y ¿qué quieren que les diga? No me ha gustado nada el panorama. Hoy me siento pesimista y es así como veo el futuro. El de Europa, claro: un mosaico de pequeñas parcelas entre los amenazadores gigantes ruso, americano y chino con sus temibles líderes. Quizá mañana lo vea de otra manera más optimista pero hoy por hoy es lo que veo.
Guardaré la carta que acompaña la tarjeta como oro en paño. Por si algún día, en el futuro, me pongo nostálgico a recordar un mundo perdido.

Román Rubio
Enero 2017

domingo, 22 de enero de 2017

MACACOS

MACACOS

Dicen que comer poco alarga la vida y la hace más saludable. No  sé. Quizá sea así. En mi infancia, en mi pueblo, todos los hombres eran delgados. Trabajaban de sol a sol y comían no mucho, pero se morían igual que ahora: unos antes y otros después. Para demostrar empíricamente los beneficios del ayuno, unos científicos americanos ¿de dónde van a ser si no? han experimentado con macacos. Estos dos sujetos  tienen una edad similar: el de la izquierda  27 años y el de la derecha 29. O eso nos dicen. El primero ha llevado un régimen de restricción calórica, ha comido siempre un 30% menos de lo que le habría gustado, en tanto que el de la derecha ha tenido para comer cuanto ha querido y cuando ha querido. Al de la derecha se le ve más ajado y deteriorado, que es a la conclusión a la que querían llegar los investigadores. Las analíticas también lucen mejor en el apuesto macaco de 27, con niveles de azúcar  mucho más bajos y más protegido contra indicadores cardiovasculares, neurovegetativos y cancerígenos, por lo que goza de una expectativa de vida mayor que el pobre desecho de la derecha. Pero a mí no me la cuelan. Dirán lo que quieran en cuanto a la analítica de sangre, a la cual —como es natural— ni usted ni yo hemos tenido acceso, pero en cuanto al aspecto hay tongo. Al mono de la izquierda lo acaban de sacar de la peluquería de mascotas, una de esas en las que entre pitos y flautas te dejas 80 o 90 pavos con la perrita, en tanto que el pobre de la derecha, ¿han visto como le han dejado crecer las greñas sin acercarlo, al pobre, a un salón de belleza? Así se manipulan las conclusiones en esta época de la posverdad, tirando de salón de belleza.

Por cierto: ¿se han fijado en el parecido del primer macaco con Donald Trump? Pues imagínense cuál sería la imagen del flamante nuevo presidente sin los intensivos cuidados de la peluquería de mascotas. Imagínense despertarse a su lado. Sería como despertarse al lado del macaco de la derecha.

Román Rubio
Enero 2017

viernes, 20 de enero de 2017

MORIR EN ALMASSORA

MORIR EN ALMASSORA

Los telares de Manchester introdujeron la máquina de vapor como fuerza motriz, que se extendió a otras actividades industriales y a los medios de transporte, dejando a miles de empleos en los trabajos gremiales obsoletos y a los trabajadores, redundantes. Había empezado una revolución industrial que para los pesimistas  había de acabar con el empleo para las personas. Los motores de combustión y eléctricos sustituyeron a los de vapor acrecentando la eficacia del trabajo mecánico. De nuevo los apóstoles de la oscuridad predijeron el fin de la actividad humana. Se acababa la maldición de “ganarás el pan con el sudor de tu frente” al tiempo que se acabaría con el empleo y la dignidad otorgada por el “trabajo bien hecho”, biblia de los pueblos europeos anglogermánicos y protestantes como pregonara Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Tampoco fue así. En las últimas décadas del siglo pasado, con la computación y la aparición de la Red, llegaron la tercera y la cuarta revolución en el trabajo que solventaría la tediosa  gestión de los ingentes datos, acabando con aquellas oficinas atestadas de gentes con las mesas llenas de fichas ocupadas por chupatintas como Jack Lemmon en la película El Apartamento. La gestión de la información, junto con la deslocalización de las empresas en países dónde el empleo es más barato había de acabar, esta vez sí, con el tan alabado empleo. No ha sido así. ¿O sí?
La localidad de Almassora, en Castellón, ha sacado a concurso público una plaza de enterrador dotada con unos 1.600 euros mensuales brutos (unos 1.300 si le quitamos el 18% de retención),  por jubilación de uno de las dos personas que ocupaban la función. ¿Cuál creen que ha sido el número de los inscritos? ¡144! Aunque, a la hora de la verdad, sólo 71 de ellos se presentaron a la primera prueba de las tres que conlleva la convocatoria. En fin, no sé exactamente en qué consisten las funciones del enterrador de Almassora o de cualquier otro lugar, aunque presumo que una buena parte del tiempo la pasan manipulando restos humanos, abriendo tumbas para sacar inquilinos que hacen sitio a otros que vienen con prisa, además de abrir, cerrar el cementerio y ocuparse de la limpieza y jardinería del lugar.
En las películas del oeste, el enterrador solía ser un tipo peculiar, excéntrico, a menudo borrachín, otrora iluminado y, en ocasiones, presto a proporcionar algún retal de buen género por una propinilla, como los famosos Burke y Hare, de Edimburgo, que se ganaban la vida vendiendo cuerpos al reputado anatomista doctor Knox y otros ilustres miembros de la Facultad de Medicina.
No quiero decir con esto que los modernos trabajadores de Almassora o cualquier otro lugar de nuestros días tengan nada que ver con aquellas prácticas, pero respóndanme a una pregunta: en una escala de cero a diez, evaluando la deseabilidad de un trabajo por su naturaleza, ¿qué puntuación le pondrían a la tarea de desenterrar y manipular restos humanos? Digan la verdad. Aunque venga con un sueldo fijo.
Hubo una época en la que, personas que conseguían un trabajo en un banco o en una empresa tipo Telefónica, como Almodóvar, conseguían abandonarlo tras un tiempo para dedicarse a actividades consideradas más creativas, como en el caso del cineasta, y se vanagloriaban de ello en las entrevistas presumiendo de haberse visto liberados de toda una vida atado a una mesa de despacho y a los caprichosos requerimientos de unos jefes. Claro, que hablaban de despachos. En el cementerio de Almassora, la vida se vive con otra intensidad.

Román Rubio
Enero 2016

miércoles, 18 de enero de 2017

QUEDAMOS EN MÁLAGA

QUEDAMOS EN MÁLAGA
Hace tiempo escribí un artículo denunciando el absurdo del precio de los billetes de avión comparado con los precios del tren, del taxi y hasta del chuletón de Ávila. En él hacía notar que si bien un viaje en tren a un pueblo del Macizo Central francés me costaba unos 130€ (sólo ida) en tren, un billete de avión a Milán me costó 42€, ida y vuelta. Ganará el tren en comodidad -dirá usted-. Pues bien, cierto que el espacio del asiento es mayor y te permite meter cómodamente las piernas, pero también es cierto que el viaje en tren duraba 13 horas (con sus enlaces) para recorrer 880 kilómetros y el avión te lleva los 1.350 km del trayecto a Milán en un par de horitas. Es, por tanto, mucho más rápido y muchísimo más barato. Hasta el absurdo.


Ayer me desayuné en el periódico con una noticia similar. Dos amigas inglesas, Zara, de Birmingham y Lucy, de Newcastle, ciudades que distan 320 kilómetros una de otra, decidieron quedar un fin de semana, con lo que una debía comprar un billete de tren para acudir a la ciudad donde vivía su amiga. Comoquiera que no lo habían previsto con la suficiente antelación, se encontraron con que el billete costaba 105 libras (119 €) y decidieron modificar el plan. Ryanair les ofrecía un billete de ida y vuelta a Málaga, a la de Birmingham por 20 libras (23€) y a la de Newcastle por 55 libras (62€), de modo que, sumados los precios de los dos billetes, 85€, todavía ahorraban 34€ sobre el precio que cargaba British Rail (la Renfe local). Las jóvenes –que, por lo que se desprende de la noticia no nadaban en el dólar- completaron su estancia en Málaga y Granada alojándose en Hostels de 12 y 14 euros por persona y noche, con lo que con el ahorro del billete se pagaron prácticamente el alojamiento.

Y díganme: ¿Tiene sentido que dos billetes de avión de Inglaterra a Málaga (ida y vuelta) valgan menos que un billete de tren de Birmingham a Newcastle, ciudades separadas por poco más de 300 kilómetros? Llegará el día en que será más barato quedar en San Francisco con Ryanair que en Cuenca con Renfe.

Y me pregunto yo: si las low cost ganan dinero ¿Qué hacían las compañías antes de que se inventara Ryanair? ¿Cuántos manguis, señoritangos incompetentes acostumbrados al lujo y el despilfarro habría entre los ejecutivos de las compañías aéreas?

Hace algún tiempo que un tal Sam Cookney, británico también, éste de Londres, se fue a vivir a Barcelona. Al joven, que trabajaba desde casa y se tenía que desplazar a la central de Londres una vez a la semana, le salía más a cuenta vivir aquí y desplazarse de cuando en cuando a su oficina en Londres que pagar un alquiler en, digamos, Islington. Y según él era más divertido. Las chicas también piensan lo mismo. Si el Poble Nou le resulta al inglés más atractivo que Islington, ¿como va a aguantar Birmingham la comparación con Málaga? ¿O el fish&chips con el pescaíto frito?
Román Rubio
Enero 2017

miércoles, 11 de enero de 2017

IBERIA

IBERIA

Recuerdo un época en la que los españoles nos admirábamos de que hubieran países como Alemania, Reino Unido o Suecia en los que los trenes eran puntuales. Hablábamos de la puntualidad de los transportes en otros países con admiración y perplejidad. Aquí, nada era puntual. Los trenes salían cuando salían y llegaban… cuando podían. En cuanto a los aviones, poco importaba. Al fin y al cabo eran muy pocos los que viajaban en avión. Volar era elitista y caro.

Hoy, las cosas han cambiado y mucho. El AVE introdujo una política hace años de devolución del precio del billete en caso de retrasos y hoy me acabo de enterar por la prensa de que Iberia –las líneas aéreas de España, recordándoselo a todos aquellos que creen que es Ryanair- resulta ser la línea aérea más puntual del mundo, consiguiendo que lleguen sin retraso el 87.7% de sus vuelos. Lo han oído bien: no es la cuarta ni la tercera, ni siquiera la segunda, sino la número uno en puntualidad del mundo, delante de JAL (Japan Airlines), Delta Airlines, KLM y Qatar Airways, según un estudio de FlightStats, el famoso seguidor de vuelos en tiempo real, aunque es cierto que opera un número de vuelos muy inferior a algunas como Delta, que multiplica por doce el tamaño de la línea aérea local.
 

Curiosamente, en el ranking de las diez más puntuales no aparecen las grandes compañías europeas como Lufthansa, Air France o British Airways.
En cuanto a las más impuntuales son El Al (la compañía israelí), con sólo un 44% de vuelos en hora, Icelander y Air India.

No sé por qué he escrito hoy un precipitado artículo sobre la puntualidad de las líneas aéreas. ¿Será porque esta tarde voy a coger un vuelo? No, no es de Iberia. Es de Ryanair, que tampoco aparece en el listado: ni en la cabeza ni en la cola.

Román Rubio
Enero 2017

sábado, 7 de enero de 2017

NO HAY TIEMPO

NO HAY TIEMPO

¿Cuántas veces hemos oído en la televisión, radio y conversaciones de amigos el comentario de que hoy día no hay tiempo para nada? No hay tiempo para ir al supermercado, con lo que parece que hay que encargar la comida a Amazon, no hay tiempo para detenernos a hablar con el vecino del 5º, no hay tiempo para hacer vida familiar, ni para ayudar a los niños con los deberes ni de leer ese libro que parece tan interesante. Pues claro que hay tiempo. Siempre lo ha habido y siempre lo habrá. Sólo depende de cómo lo administremos y prioricemos. Mi conclusión es que la escasez de tiempo es la coartada que nos montamos para no tener que ir al supermercado o hablar con el vecino del 5º, cuya vida, dicho sea de paso, nos importa un carajo; ni nos apetece hacer deberes con los niños. En cuanto a lo de leer ese libro… bueno, siempre puede esperar.

Lo cierto es que, para ser una sociedad sin tiempo, no lo parece en absoluto. En primer lugar, la esperanza de vida nunca ha sido tan alta por lo que a muchos les sobra tanto tiempo que tienen hasta para abonarse al canal liga. En segundo lugar, nunca se jubiló tanta gente y tan temprano. Tampoco ha habido jamás tanto paro, generando cantidad ingente de tiempo redundante y libre. Los medios de transporte son rápidos y eficaces: el metro, el AVE, el coche particular, el autobús, la bicicleta o el ciclomotor nos llevan de un lado a otro con agilidad y el móvil y las redes sociales nos comunican instantáneamente con todos y en todo momento. ¿Me pueden decir entonces de dónde viene la banal afirmación de que hoy en día no hay tiempo para nada y hay que ir necesariamente con prisas? ¿Había más tiempo disponible cuando se segaba con hoz y se accedía al campo en mula?

Les daré alguna idea sobre la tan cacareada escasez de tiempo. Escribir este artículo debía de haberme ocupado sus tres cuartitos de hora fijo, incluyendo desarrollo de la idea, corrección, búsqueda de ilustración, etc. Cuando me disponía a escribirlo he abierto el ordenador y he accedido por vicio o costumbre a mi cuenta de Facebook, por echar un vistazo, vaya. Allí me he empapado de las innumerables historias, chascarrillos, ocurrencias, eventos y otras trivialidades que mi casi centenar de amigos ha tenido a bien subir hoy a la Red. Lógicamente, ha habido que señalar unos cuantos “me gusta” y hacer unos comentarios de cortesía. He picado, por tercera o cuarta vez, un enlace en el que hay un tipo cayendo junto a las fauces de un cocodrilo atraído por el titular “Humano devorado por una fiera” ¡A ver quien se resiste a un titular así!, para darme cuenta (por cuarta vez) que es mentira, que te lleva a otro enlace de pago… Al acabar todo este proceso, ahíto y a la vez insatisfecho de tanta nadería, he pulsado el icono del whatsapp de mi móvil y me he atiborrado con cinco o seis ocurrencias en formato vídeo y contestado ¿cómo no? los mensajes de tres chats diferentes, y cuando he acabado con toda esta minutia, tras cuarenta minutos de dispersión intelectual, exhausto de lectura y escritura inane me he acordado de que tenía que escribir esto.

¿A que ahora entienden por qué dicen que no hay tiempo? A no ser que el tiempo lo quieran para elaborar las gracietas, chistecitos y chascarrillos para subir a la Red, en cuyo caso… ya no sé qué decir.
Román Rubio
Enero 2017

martes, 3 de enero de 2017

LA RETÓRICA DE LA PATRIA

LA RETÓRICA DE LA PATRIA
 “En continuación de las sagradas operaciones que el  Estado Islámico está llevando a cabo contra el protector de la cruz, Turquía…” 
De este  modo se arrogaba el ISIS la autoría del sangriento atentado de Estambul, envolviendo el horror en el celofán de las palabras. Las operaciones (los criminales atentados) se convierten en “sagradas operaciones”; se actúa no contra unas personas determinadas, que pueden ser –como de hecho fueron- de distintas nacionalidades. Se hace “contra el protector de la cruz”, castigando así la supuesta tolerancia de la nación turca con religiones distintas al islam. Más adelante, en el mismo comunicado, se dice: “un heroico soldado del califato golpeó uno de los más famosos clubs nocturnos donde los cristianos celebran su festivo apóstata”, como si hubiera constancia del hecho de que los asistentes a la fiesta del local fueran cristianos, ateos, budistas o musulmanes (buenos o malos).
Se trata del celofán de las palabras. De la retórica del discurso que envuelve las religiones y las patrias.

Cambiemos de registro: enciendan la radio un domingo por la mañana y hagan un barrido por las emisoras. No se detengan en ninguna y fíjense sólo en el tono. ¿A que adivinan enseguida cuál de ellas está emitiendo la misa? ¿Qué tienen los curas que suenan todos de la misma manera a la hora de repetir las fórmulas de la ceremonia o de pronunciar la homilía? ¿Enseñarán en el Seminario cómo hablar como un cura? Hasta el Papa tiene su particular sonsonete, diferenciado de el del cura, obispo o cardenal. Da igual la nacionalidad o la ideología: que sea polaco, argentino, alemán, italiano, conservador o progresista. Escuchen al Papa dando la bendición pascual y aunque no entiendan el mensaje sabrán que se trata del Papa. Por el tono y por el contenido. Las fórmulas de “misericordia divina” “redención” “rebaños” y “pastores” se repiten en las misivas cristianas del mismo modo que los términos “infiel”, “apóstata” y “creyente” en las musulmanas. Es curioso: todos hemos oído a los cristianos de la referirse a la formación “en valores” o “en principios” cuando hablan de la educación cristiana, como si los no creyentes fueran incapaces de tener valores o principios o estos fueran despreciables. O yo o el materialismo salvaje, rechazando que la compasión, la solidaridad y el amor al prójimo se puedan dar fuera de la cruz, cuando es precisamente en este contexto donde se da de manera más generosa, sin recompensa eterna. Tengo que reconocer, eso sí, que me encantó la explicación de la Iglesia ante la prohibición del esparcimiento de las cenizas de los muertos “para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista”. Ahí me han dado.

No sólo las religiones se sirven del celofán de la lengua. Recuerden los discursos patrióticos del franquismo o las larguísimas alocuciones de Castro al pueblo cubano y las fórmulas de unidad de destino en lo universal de unos y el veneno del imperialismo yankee para otros o rememoren aquellos comunicados de ETA producidas por encapuchados con el distinguible sonsonete y predecibles fórmulas sobre la sufrida y noble Euskal Herria y el malévolo y criminal nacionalismo español.

Además de los ámbitos políticos y religiosos, el lenguaje también se acomoda a contextos más triviales y comunes. Piensen en la megafonía del supermercado y su “señorita Maite, acuda a la caja número 3”. No sé si les ocurrirá como a mí, que siempre me pregunto por qué tienen que impostar un tono cada vez que cogen un micro. Es como si se propusieran poner voz de megafonía, lo que adquiere una categoría extrema en los aviones. Parece que el objetivo del mensaje no sea comunicar nada, excepto constatar el hecho de que estás en un avión, cosa que, por otra parte, ya sabíamos.

Y una vez identificadas las fórmulas y el sonsonete, cuidado cuando el mensaje habla de “heroicos soldados”, “apóstata”, “creyente” o proclaman la grandeza de algún ser superior. Peligro.

Román Rubio
Enero 2017